El restaurante de First Dates recibió anoche a Rosario y Prudencia, dos solteros octogenarios que solo coincidieron en su longevidad y en su nula afición al alcohol. A partir de ahí, todo fueron diferencias entre ambos.
Él a sus 86 años y ella a sus 85 parecieron acudir al programa procedentes de mundos diferentes. Mientras Rosario mostró una mentalidad machista tras su apariencia bonachona, Prudencia hizo gala de una mente mucho más abierta y acorde a los tiempos actuales.
La distancia entre los dos se hizo palpable a la hora de pedir. “Se lo dejo a las mujeres, que saben más que yo”, dijo Rosario ante Prudencia, que insistió en que pidiera lo que él quisiera. Como no se pusieron de acuerdo, Yulia, la camarera, propuso pedir por ellos y si no les gustaba su elección, podían cambiarla.
Pero antes y después de su propuesta, Rosario lanzó dos reflexiones que enterraron casi por completo sus opciones de una segunda cita. “La mente de la mujer en la casa es la principal” expuso de primeras para, a continuación, añadir lo siguiente: “¿Usted sabe la alegría que me daría que estuviera una mujer en la casa para controlarla? Para decirle ”esto, esto y esto“? Porque conmigo hacen lo que quieren”.
“¿Una mujer para servirte? Eso ya se terminó”
Aunque esta segunda frase la pronunció entre risas, a Prudencia no le hizo ninguna gracia. Sobre todo cuando Rosario dejó claro que nunca se ocupa de las tareas del hogar. “¿No has hecho nunca nada? ¿Ni barrer siquiera? ¿No sabes coger la fregona?”, preguntó de nuevo a su cita, que respondió tajante: “No, no lo he hecho ni lo hago”.
“¿Entonces qué coñ.. quieres? ¿Qué quieres tener? ¿Una mujer para qué? ¿Para servirte? Mira, como que no, hijo. Eso ya se terminó”, reflexionó Prudencia ante las cámaras y para alegría de los seguidores del programa, que aplaudieron sus palabras en las redes sociales.
Hablando de palabras, Rosario le dijo que ella tenía la última de cara a tener una segunda cita. Otra vez le cargaba la responsabilidad a Prudencia, que de nuevo hizo gala de su sinceridad ante las cámaras: “Es muy aburrido, soso al máximo, y me llama de usted. Por más que le digo que no, él que sí. Y es aburrido, aburrido”. Obviamente, se negó a tener una segunda cita con Rosario, no sin antes decirle que era como “un cura”. Él, por su parte, dijo que sí a quedar de nuevo, pero su deseo cayó en saco roto al no llamar mínimamente la atención de Prudencia.