La vida es un cabaret en 'Fosse/Verdon': amor épico, infiel y dependiente de dos estrellas del musical
La historia del cine está repleta de estrellas, rencillas, amoríos, genios y obras maestras. Acompañadas de barbitúricos, colaboraciones, amistades, premios, sexo y frenesí. Pero sobre todo, de nombres propios, de mujeres y hombres, pendientes de ser traídos a la palestra para recordar o conocer a los grandes del ayer que antecedieron a los del hoy. Como dice la manida y veraz expresión “la realidad supera la ficción”, son numerosos los creadores que acuden a las biografías de personajes reales porque sus vidas constituyen en sí mismas historias dignas de protagonizar una ficción, ya sea en forma de serie, película, novela o incluso canción.
Aquí son las trayectorias y perfiles de dos personas, dos artistas natos, como fueron el bailarín, coreógrafo y director Bob Fosse, y la considerada como una de las mejores bailarinas e intérprete de musicales de la historia Gwen Verdon, el germen de la serie de HBO que toma como títulos sus apellidos, y que estrenó su primero el pasado miércoles. Fosse/Verdon repasa durante cinco décadas su tumultuoso matrimonio, pero sin que sus encuentros y desencuentros resten protagonismo a la importancia que ambos por separado tuvieron en el género musical, y como sobresalientes en la innovación y riesgo. Y aquí es donde está uno de los grandes aciertos de la ficción, en la manera en la que no hace destacar a uno por encima de otro, cada uno cuenta con su espacio, para ser retratados en sus altos y sus bajos, eufóricos y desesperados, embriagados y soñolientos.
Eso sí, el mérito a la épica se lo lleva el legado que en vida dejaron el ganador del Oscar a la Mejor película y dirección por Cabaret, y la que cosechó cuatro premios Tony por sus interpretaciones en Can-Can, Damn Yankees, New Girl in Town y Redhead.
El casting, fundamental en la credibilidad y tono de la serie
En las pieles de Fosse y Verdon se meten Sam Rockwell y Michelle Williams. Quien se alzara con la estatuilla por su papel en Trece anuncios a las afueras se mimetiza con el atormentado y visionario Fosse. Un hombre que visto con los ojos del siglo XXI – y como muestra en la ficción aunque sin centrarse únicamente en ello – sería sospechoso de aprovecharse de su posición de poder para ser todo lo mujeriego que quiso. Motivo que llevaría a la que fuera su esposa Verdon a que se cansara y terminaran separándose, que no divorciándose. “No vivimos juntos pero sigue siendo mi mejor amigo”, recoge el libro Razzle Dazzle: The life and work of Bob Fosse, de una entrevista a la bailarina de 1971.
Pero para que llegue el citado acontecimiento “faltan” años, como en la ficción describen los saltos temporales. A diferencia de como ocurre en otros metrajes, en los que la espera a que sucedan determinados acontecimientos se señala comentando los años “antes” o “después” que quedan o han pasado para que ocurran, aquí lo que se concreta es el tiempo que queda para llegar al presente del inicio del primer episodio. En él, Fosse aparece envejecido en la habitación de un hotel y alguien llama a su puerta. Decide ir a abrir aunque no sin antes criticarle a quien le espera al otro lado que “se ha adelantado”, fiel a su complejo y no complaciente carácter.
La bailarina a la que interpreta la ganadora del Globo de Oro, a la que en la serie vemos alejada del tinte dramático y apagado que suele acompañar sus personajes, en la serie de HBO saca a relucir diferentes matices y estados de ánimo para componer a una mujer muy inteligente, excelente en su trabajo, con aura de estrella y capaz de traducir en muchas ocasiones las ideas que su pareja quería transmitir, de ahí a las estrechas colaboraciones que juntos llevaron a cabo. “Hacéis muy buen equipo”, le dice el productor ejecutivo de Cabaret en la ficción, y es que juntos parecía – y así es como también lo han contado – que cada uno conseguía sacar lo mejor del otro, al menos a nivel creativo.
Pestañas con cera y coreografías legendarias
Fosse / Verdon rezuma en algunas de sus secuencias sexualidad, presente tanto en las coreografías diseñadas por Fosse, como en las interpretaciones. La ficción se contagia del halo de luces bajas, maquillaje exagerado, un estilo de baile muy personal, planificación de cámara muy cuidada, y dando a los cuerpos movimientos y un componente sexual que en el Hollywood de los 60 y 70 fueron innovadores. No en vano el Código Hays que regulaba lo que podía aparecer o no en pantalla en su cine no se abandonó hasta 1967.
Quizás a la hora de contextualizar a la pareja y su época la serie pueda generar confusión, aunque a la vez suscitar interés por conocer más quiénes fueron estos dos artistas. No obstante, para la mitad del primer episodio, se habrán dado las pistas suficientes como para seguir adelante, con las ideas más claras.
Pronto se conoce que Fosse, atormentado por su pasado como demuestran los flashbacks a los que su mente viaja en determinados instantes, es en realidad el cineasta responsable de Sweet Charity. En su primer filme adaptó su su propia obra de teatro, en la que previamente se había basado en el largometraje de Federico Fellini Las noches de Cabiria. La cinta fue un fracaso, algo que la serie muestra con una sutileza notable, al introducir un plano con Fosse saltando por su ventana mientras mantiene una conversación por teléfono en la que argumenta que está bien, ocultando sus verdaderos sentimientos.
Dos años más tarde lucharía por hacerse con la dirección de 'Cabaret', una historia que previamente habían rechazado Billy Wilder o Gene Kelly. Rodó en Alemania y contó con Liza Minnelli como protagonista, cuyo Oscar fue uno de los ocho con los que se alzó la noche a la que El Padrino El director incorporó una nueva concepción del musical a través del montaje y la colocación de la cámara que ayudaron a que la cinta haya pasado a la historia como un clásico.
La ficción gana igualmente en la fidelidad de la recreación. Comparar escenas de los filmes originales con los aquí recreados cumple con las expectativas por su fidelidad ya no solo en vestuario o puesta en escena, sino también en actitud y ambiente. Ocurre con el truco que Verdon tenía para intensificar el volumen del maquillaje en las pestañas, aplicando cera derretida. O el viaje que la bailarina hizo desde Alemania a Nueva York en tres días para conseguir un disfraz de gorila que Fosse necesitaba para una de las coreografías de su largometraje.
Dos genios, padre y madre
Al tiempo que gestionan el desarrollo de sus respectivas carreras profesionales, la pareja tiene una hija, Nicole, por lo que ambos también muestran sus facetas como padre y madre. Más la segunda, al menos en el comienzo, ya que es ella la que principalmente se ocupa de su formación y cuidado. La pequeña Nicole de la serie es en la actualidad una de las productoras ejecutivas de la ficción, lo cual lleva a pensar que su recreación de la vida y relación de sus progenitores es fiel a la realidad o, al menos, la que podrían haber querido que se les hiciera.
Los ocho capítulos de la Fosse/Verdon prometen seguir desvelando los entresijos y obras de ambos personajes. Entre ellos, que Fosse fue, con su interpretación de la serpiente en una adaptación de El Principito, la inspiración de los míticos pasos que Michael Jackson inmortalizaría diez años más tarde, o que Verdon padeció raquitismo de pequeña y, por eso, comenzó a bailar ballet a los tres años con el fin de fortalecer sus piernas. A los 11 ya intervino como bailarina solista en la cinta musical The King steps out y posteriormente fue también maestra de Jane Russell, Gene Kelly o Marilyn Monroe.