Pensar chistes más salvajes de los que luego realmente diría en su monólogo. Eso es lo que hacía Ricky Gervais para alarmar a su novia, Jane, ante la preocupación de ésta por las críticas e insultos que recibe el cómico británico cada vez que se sube a un escenario. Esas bromas, que pueden implicar a Bill Cosby, mujeres y somníferos, podían servir para que luego ella no considerase tan grave lo que diría Gervais en escenarios como el de los Globos de Oro.
Esta es la manera en la que el actor de Reading (Reino Unido) presenta Humanity, su primer stand-up en siete años, que fue lanzado por Netflix el pasado 23 de marzo. Un show en el que Gervais hace todos los chistes más polémicos posibles. E incide en aquellos por los que le han criticado, especialmente a través de Twitter, que le ha servido de fuente para casi todo lo que cuenta. Porque en lo que más insiste es en que el humor no tiene límites. De ningún tipo. “La gente confunde el tema del chiste con el objetivo”, explica. Una frase que serviría para definir la polémica en torno al guionista de Allí Abajo que se ha tenido que disculpar por un chiste sobre andaluces. Y él lo que hace es exprimir precisamente esas bromas que ofende a alguien porque le tocan de cerca.
Gervais desbroza en su actuación varias de las polémicas por las que ha sido noticia en los últimos años. Los Globos de Oro son solo un episodio más en la vida profesional de un cómico que ha abanderado la causa de hacer humor sobre todas las cosas, con la única salvedad del contexto de cada chiste. Por eso se dedica a explicar por qué decir que Caitlin Jenner “ha hecho poco por las conductoras” es una broma de “humor inteligente”.
Que le critiquen y le tachen de tránsfobo por sus bromas con una celebridad trans como Jenner no le amilana en su monólogo. De hecho, dedica varios minutos a repetir los mismos chistes y otros nuevos, dándole igual si molesta más que en ocasiones anteriores. Por ejemplo, hace un alegato a favor de que una mujer trans lo ha sido en todo momento desde que empezó a sentir así. Y eso lo hila con que él siempre se ha sentido un chimpancé. Todo por molestar al que le acusará de comparar ambas situaciones. “Y por eso esa broma no es tránsfoba”, sentencia.
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Humanity es un desafío para todo el que se haya sentido ofendido con un chiste sobre la capacidad de lectura de los andaluces. El título está relacionado con esos primates con los que se identifica su autor, al hacer un repaso por las etapas de nuestra vida hasta que morimos. Algo que él vincula con su propia evolución, de desconocido a multimillonario que ahora vive en el lugar más exclusivo de Londres. “Si me preguntan cuánto vale un litro de leche para ver si se me ha subido, les digo que cojan estos mil dólares y vayan a comprarme uno”, dice Gervais para reírse también de los que van contra él por haberse hecho rico.
Los hijos que no tiene es otro de los temas que preocupa a Gervais. Concretamente, que le pregunten por qué no es padre aún, ni siquiera de un niño adoptado. Su explicación, como se puede esperar, es lo más salvaje posible. Las decenas de sobrinos que saben que tiene dinero tampoco ayudan a motivarle. Tampoco se corta en hacer humor con que le molesta no poder hacer algo si eso implica un peligro vital para otra persona. “Así de consentido estoy”, señala.
Twitter y los límites del humor
Un historia sobre alergias que contó en la televisión de Estados Unidos motivó una gran polémica en Twitter por la que recibió hasta vídeos de gente quejándose. Es esta red a la que dedica parte de su intervención, admitiendo que es un adicto a explicarle a la gente lo que conlleva la libertad de expresión. “Un chiste sobre algo malo no es tan malo como eso que es malo”, insiste antes de reconocer que entra al trapo con facilidad a todo lo que le dicen.
Gervais lleva tan al límite su causa por el humor libre de todo obstáculo que practica el “todo lo que va antes de un pero no vale” con Hitler. “Si tuviera que invitar a una cena a Hitler o a alguien con alergias, tengo claro quién arruinaría más la fiesta”, dice el cómico. Pero esa libertad de expresión que tanto defiende a veces le da disgustos. Por ejemplo, con la gente que niega el valor de la ciencia o la que defiende a toda costa su religión. Estos dos son sus temas favoritos para lograr que la gente se ofenda en Twitter, y así luego contar en un monólogo las amenazas o insultos que recibe. “Si me muero y Satanás me viola por mi ateísmo, la ciencia me habrá decepcionado”, sentencia.