Mediaset ha presentado este lunes la séptima temporada de Volando voy, que estrenará el próximo miércoles 25 de mayo en Cuatro (22:45h). Jesús Calleja, que ya está grabando la octava tanda del formato, comenzará su recorrido por España viajando hasta la Costa da Morte, donde impulsará la limpieza subacuática del puerto de Camariñas y la Ensenada da Basa.
“Todos a una” es el mensaje que ha vertebrado las nuevas entregas. “Pensamos que sería un buen emblema después de haber pasado la pandemia”, ha explicado el presentador en la rueda de prensa, en la que ha participado verTele, “buscamos a gente que quisiera involucrarse en hacer cosas por cada zona, región o pueblo. Cuanta más tuviéramos, más lejos podríamos llegar en las misiones”.
La temporada contará con siete entregas, que han sido grabadas en aproximadamente una semana cada una. “Se tarda porque las cosas tienen que suceder de verdad. Todo lo que ocurre es real”, ha defendido, “nos convertimos en un vecino más del lugar al que vamos. Es la magia que define al programa”.
Calleja ha descrito que a la hora de elegir en qué poblaciones grabar, debe haber “un relato”. “Somos defensores de que todos los pueblos tienen algo que contar”, ha indicado, “a veces nos tomamos con historias muy poderosas”.
“Llegamos a un sitio donde sabemos que hay un problema y vamos a resolverlo”, ha añadido insistiendo en que lo que verdaderamente quieren es “dar a conocer la vida de los pueblos”. Algo sobre lo que opina que apenas se habla. “Casi ni desde la política”, ha lamentado, “se habla de la España vaciada pero no se aporta ninguna solución”. “Queremos reflejar esa otra España que no se cuenta”, ha comentado.
El presentador conoce muy de cerca esta realidad, ya que como ha compartido, vive en una localidad de ocho habitantes, porque él lo ha “elegido”. “No puedo comprar nada porque no hay ni panadero”, algo que tiene como consecuencia que “la gran mayoría de la gente de los pueblos come congelados porque no hay tiendas donde puedan compara algo fresco. Se están olvidando”.
“Hay mucha labor que hacer y este programa es un altavoz para contarlo”, ha planteado, “es una forma de decir 'existís, paisanos aquí estamos, este programa es para vosotros'”.
Eso sí, de entrada y mientras realizan la labor de investigación, intentan evitar que se sepa quiénes son, buscando el resultado más realista posible. “Hay partes del rodaje que tienen que ser tan real y de verdad que si les dices 'oye vas a estar en Volando voy' les condicionas”, ha explicado. Según ha avanzado, de cara a conseguir aún más el resultado 'de verdad', en la octava temporada están probando a aparecer directamente solo, seguido con una única cámara para “ver qué pasa”. “Queremos la frescura de la realidad”, ha asegurado.
“No sé hacer televisión si no le aplico el humor”
Calleja ha sostenido que en Volando voy hay “un 100% de entretenimiento y un 100% de labor social”. En esta línea, ha declarado que es “muy bonito hacer una televisión que aporta y deja huella”. Al mismo tiempo, ha sostenido que a la hora de elegir qué personajes aparecen en las entregas, “buscamos la emoción y el humor. No sé hacer televisión si no le aplico humor. Es lo que desengrasa todo en la vida”.
Preguntado por las audiencias del formato, que ha definido como “el sensor que mide si lo que contamos interesa a la gente”; ha revelado que “no me obsesionan, porque si no, no tienes vida”. “Confiamos y nos implicamos tanto en el programa, ocurren tantas cosas que la audiencia nos da la razón”, ha valorado, “pasan las temporadas y nos sigue acompañando. La fórmula Volando voy y Planeta Calleja es de lo más visto de Cuatro actualmente”.
No obstante, ha señalado que son conscientes del “momento televisivo cambiante” actual, y que por ello “estamos en constante evolución para no repetir siempre lo mismo”. De cara a futuro, incluso ha revelado que están estudiando hacer una nueva versión del programa en el que regresaran a pueblos que ya aparecieron en el formato, para “contar cómo se cambiaron las cosas de verdad y que no fue cartón piedra. Mostrar que aquello se resolvió y de qué manera”.
Más lejos están de realizar un crossover de los dos formatos que lidera. “Si diéramos un cambio apoteósico, a lo mejor contaminamos la fórmula. En Volando voy los protagonistas tienen que ser la gente del pueblo y meter a un famoso les quitaría el brillo”, ha manifestado.
Así será la primera entrega en Costa da Morte
Costa da Morte se extiende a lo largo de más de 200 kilómetros del noroeste de Galicia. Los oficios y las actividades marinas han marcado su historia: la pesca, el marisqueo, la fabricación de barcos, los naufragios y el surf.
En plena época de alertas sobre el cambio climático y la contaminación de residuos plásticos, mantener el mar limpio es esencial para el planeta. De ahí a que Volando voy haya optado por viajar a la zona con el reto de movilizar a sus habitantes para participar en una limpieza subacuática del puerto de Camariñas y la Ensenada da Basa, que forma parte de la ría del pueblo. “Hemos hecho una gran actividad para concienciar de que la contaminación está ahí”, ha expresado Calleja.
El presentador contará con la colaboración de Tono, un buceador experto en barcos hundidos que le ayudará a encontrar buzos y ejercerá de coordinador de los voluntarios que participen. Serán más de 100 personas las que se sumen, muchas de ellas niños, lo que convertirá a la misión en “una de las más multitudinarias que hemos hecho nunca”.
Además, el presentador tendrá la oportunidad de conocer a personas con perfiles singulares como Cristina, hija de los últimos fareros del lugar, que habitó gran parte de su vida en el Faro Vilán y hace años que no ha vuelto al lugar por el impacto emocional que le supone. Su regreso a la que fue su casa será uno de los momentos más emocionantes de la entrega.
Yaki, una mariscadora de Camariñas a la que llamaron así por Jacqueline Kennedy; Selena, una joven de 24 años que quiere ser pastelera y redera; y Martín, uno de los pocos carpinteros de ribera que quedan y que defiende con humor la fabricación de barcos de madera, serán otros de los protagonistas del episodio.
Los nuevos destinos de 'Volando voy'
En el resto de la temporada, Volando voy viajará a Sierra del Segura (Albacete), donde visitarán el pueblo de la película Amanece que no es poco. Allí, los vecinos contribuirán a la recuperación de un pino centenario, simbólico punto de reunión para diferentes generaciones de la zona.
Después acudirán a la Sierra de las Nieves (Málaga), que será declarada Parque Nacional con el programa como testigo y en la que se abordará la construcción de dos puentes para facilitar la movilidad entre puntos de difícil acceso. La siguiente protagonista será Pallars Jussà (Lleida), donde el formato ayudará a restaurar el telón publicitario más antiguo de España.
Después irán a Las Merindades (Burgos), un lugar cuyos habitantes trabajarán con Calleja para recuperar un antiguo jardín renacentista en un monasterio del siglo XIII; y La Sierra de Gata (Cáceres), donde tratarán de unir tradición y tecnología montando junto a los habitantes de la zona una carrera de autos-locos eléctricos. “Tienen hasta en cuatro pueblos una lengua propia”, ha adelantado el presentador sobre lo que descubrirán en la zona, “queríamos darle visibilidad”.
Por último, irán a El Bierzo (León), la tierra del presentador, donde recuperarán un antiguo canal romano con más de 2.000 años de antigüedad para convertirlo en senda. “Tenía muchas ganas de contar esta historia”, ha reconocido Calleja, “ha sido uno de los programas más emotivos de mi vida”.