Jesús Vázquez es uno de los presentadores estrella de Mediaset desde hace varios años. Ha ido hilvanando varios proyectos televisivos y saltando de Telecinco a Cuatro, y viceversa. Ahora, se enfrenta a un nuevo reto profesional, el dating show 'Me quedo contigo'. Un formato en el que un grupo de madres escogerán a una serie de candidatos que pueden convertirse en las futuras parejas de sus hijas.
En su entrevista para Vertele, Vázquez también ha hablado de su último proyecto, 'Bake Off', y de la comentada participación de Isabel Pantoja en 'Supervivientes'. Además, también ha analizado la situación política actual y ha opinado sobre el resurgir de los movimientos ultraconservadores.
Vuelve a Telecinco, la cadena principal de Mediaset y donde has desarrollado la mayor parte de tu carrera, ¿está contento?
Es verdad que la mayor parte de mi carrera la he desarrollado en Telecinco pero también he participado en cosas muy chulas de Cuatro, de las que también estoy orgulloso. Desde Pekín Express a concursos como Bake Off. Ahora somos la televisión transversal y todos somos Mediaset, por lo que me siento siempre como un soldado. Igual es porque soy hijo de militar, pero coloquen a luchar en una trinchera u otra, estoy allí para batallar y tener éxito.
Y ahora llega Me quedo contigo, que en un inicio se planteó como posible formato para Cuatro, pero según empezamos a grabar, se dieron cosas muy divertidas en el programa y pensamos en la posibilidad de ponerlo en las noches de verano de Telecinco, donde la gente quiere algo fresco. En ese sentido, es perfecto para ponérselo después de un día de playa o un bañito en la piscina, prepararte algo de cena y tirarte en el sofá a reírte bastante, porque nos hemos reído mucho grabando.
'Me quedo contigo' ya se emitió hace siete años en las tardes de Cuatro con otro nombre y Carlos Baute al frente. ¿Cuáles son las diferencias entre el formato pasado y el actual?
Freemantle le ha dado una vuelta tan grande que hemos terminado por crear un formato nuevo. Es un dating show con veinte chicas que buscan conocer a un chico que les guste y tener una cita con él. Esta es la parte que funciona igual en los treinta países que se emite. Sin embargo, aquí le hemos dado un giro al venir las protagonistas acompañadas de sus madres.
Teniendo este punto de partida, ¿cómo funciona el programa a partir de ahí?
Las hijas se quedan en un plató al que llamamos “el pisito de solteras”, desde donde ven y oyen todo lo que pasa, sin poder comunicarse con sus progenitoras. Del mismo modo, desde el plató ni las vemos ni las oímos a ellas. Mientras tanto, son las madres las que se colocan en los atriles y tiene que elegir cuál sería el chico ideal para sus hijas, pensando en sus gustos. Ahí es donde se desencadenan situaciones muy cómicas, porque realmente es como si ocurrieran dos programas a la vez.
El espectador va a estar viéndome a mí con las madres, que me río y empatizo mucho con ellas, pero también va a observar a las hijas y las reacciones cuando las madres se equivocan, y se equivocan muchísimo. Algunas conocen bastante bien a sus hijas, pero otras no tienen ni idea de lo que les gusta. Entonces la madre empieza: “Yo creo que este chico con estos tatuajes a mi hija no le va a gustar”. Y la hija está en el pisito, gritándole: “¡Mamá que sí me gusta, por favor no apagues el atril!”. O al revés, que a la madre le encanta y la hija está horrorizada.
Por otro lado también vamos conociendo a los solteros a base de hablar con ellos, de poner vídeos de su vida, con amigos y familiares hablando sobre ellos. Si ellos tienen alguna habilidad pues nos la enseñan: si saben hacer un arte marcial, tocar la guitarra o bailar tango. Las madres reaccionan de una forma y las hijas de otra completamente distinta. Aún así, hemos conseguido bastantes citas que han ido bien.
En el formato, un hombre desfila ante un grupo de mujeres y sus madres para ser elegido o no. ¿Cree que esto puede generar críticas si se interpreta como una forma de “mercantilizar” los cuerpos?
No, porque tenemos toda clase de chicos. Y tampoco es que desfilen allí como si fuera el mercado de esclavos. Los hay guapos, guapísimos, normales, chavales jovencitos, tíos de 40, con toda clase de profesiones, actividades y hobbies. Es todo una excusa para hacer un gran show de humor al 80%. Ellos también son muy simpáticos, vacilan a las madres, es un diálogo sin más pretensiones que pasarlo todos bien y reírnos.
Aparte de que las decisiones se toman casi al 50% entre chicas y chicos, el protagonismo se reparte a la mitad. No es que aparezca un pobre chico al que las madres despedazan. Llega un momento en el que son ellos los que deciden. De hecho, hemos cuidado mucho ese aspecto porque además yo soy una persona muy comprometida con la igualdad. No consiento que en ningún momento la balanza se incline a un lado o a otro y que alguien se pueda sentir incómodo. No lo contemplo. No ha pasado nunca, pero no lo permitiría tampoco.
Recientemente le vimos al mando de 'Bake Off'
Sufrimos un poco con todos los cambios programación que tuvimos porque es algo que despista al espectador. Pero el balance es muy bueno, arrancamos fuerte de audiencia y luego bajamos un poquito. Pero estábamos en la media de la cadena, con buena acogida y cosechando muy buenas críticas.
Es curioso porque gustó muchísimo a los niños, me he hecho con un público infantil. Ya sé que van a irse haciendo mayores conmigo, porque les encanta cocinar pasteles. Para mí fue una súper experiencia, nunca había hecho nada relacionado con comida, que conlleva otro timing y otra forma de trabajar totalmente distinta. El hecho de que cocinen de verdad conlleva a que haya que respetar los tiempos de cocinado y rellenarlos con otras cosas.
¿Ha seguido esta edición de 'Supervivientes'? ¿Qué opina del 'Supervivientes'revuelo generado por Isabel Pantoja?
Me ha pillado con mucho trabajo porque los dos últimos meses me los he pasado encerrado en un plató grabando programas. Pero sí la he seguido a través de resúmenes, viendo trozos de otros programas que hablaban de Supervivientes, y por supuesto he visto a la Pantoja, que ha estado estupenda.
Creo que ha sido una gran concursante. Nadie daba un duro por ella, todo el mundo pensaba: “Se va a ir, va a estar tres días y se va a ir”. Y ha aguantado casi toda la edición y lo ha pasado regular. Creo que, en general, a todo el mundo el ha sorprendido su paso por la isla y ella va a tener un antes y un después, personal y profesional, después de la experiencia. Como un resurgir. Me da la sensación de que parecía que su carrera no crecía desde hacía tiempo y, de repente, va a pegar un pelotazo importante con esto.
Y dando paso a la actualidad de nuestro país, ¿cómo ve la situación política con el auge de la extrema derecha que parece amenazar los derechos de las personas LGTBI?
Y los de las mujeres. Parece mentira que con todas las conquistas sociales que habíamos hecho, que nos habíamos puesto a la cabeza del mundo en derechos sociales y en igualdad, escuchemos determinados discursos. Pero creo que lo seguimos estando y quiero pensar que la inmensa mayoría del país no quiere que se ponga ese debate sobre la mesa, ni si quiera como debate. Si se plantean quitarnos derechos, aunque tengamos que tirarnos todos a las calles, no vamos a dar ni un paso atrás. No digo solo el colectivo LGTBI, también las mujeres y la mayoría de los ciudadanos de este país que creen en la igualdad y en tener los mismos derechos ante la ley.
Toda esa gente va a luchar porque no cambie, porque es un motivo de orgullo muy grande que seamos un país tan igualitario y no podemos consentir que se pierda algo tan bonito y tan básico. Yo no sé por qué algunos están empeñados en que no seamos todos iguales, ¿por qué quieren quitar derechos a la gente? Por tener derecho a casarme no le quito ningún derecho a nadie, el que quiera que se case y el que no, pues no.
Me parece tan incomprensible que se intente volver a desempolvar ese debate, que estaba ya olvidado y superado por la sociedad. A la mayoría de los ciudadanos de este país les gusta que esté así. Hay una minoría que quiere armar ruido, no creo que lleguen muy lejos, pero sí fastidia un poco que, después de veinte años luchando, tengamos que decir otra vez que no vamos a dar un paso atrás y que los derechos no se negocian. Si hay que hacerlo se hará, pero da una sensación de hartazgo.