Jorge Javier Vázquez sufría “ansiedad” por su aspecto físico: “La cámara de televisión radiografía”
Desde que no aparece en televisión, Jorge Javier Vázquez vive “de una manera más relajada el asunto del físico”. Su apariencia le preocupaba más antes, cuando saludaba a la audiencia cada día desde Sálvame, Supervivientes, Gran Hermano o el programa que fuera. Desde que ya no pisa los platós, se siente “liberado”.
“Ahora que no salgo en la tele y que no tengo proyecto a la vista vivo de una manera más relajada el asunto del físico. Antes pedía siempre en los hoteles una báscula. Me pesaba todos los días y estructuraba la jornada según el peso: hacía más o menos deporte, tenía más o menos miramientos con la comida. Me fastidiaba la idea de volver de vacaciones con algunos kilos de más y que me llamaran gordo. No solo me fastidiaba: me creaba ansiedad. Y esa ansiedad no me ayudaba a controlarme así que, al final, recuerdo mis vacaciones luchando contra los complejos de culpa que me acompañaban si decidía tomar postre”, explica en el blog que escribe para la revista Lecturas.
“La cámara de televisión radiografía”, dice el presentador, que durante el mes de septiembre volvió a Telecinco tras la cancelación de Sálvame. Lo hizo para presentar Cuentos chinos, un programa que se emitió durante apenas 10 días.
Haber pasado “casi 30 años” al otro lado de la pequeña pantalla le ha permitido desarrollar “una curiosa habilidad”, comenta. “A través del físico de un profesional que salga muy a menudo en pantalla puedo asegurarte si está contento con su trabajo, si lo detesta, si está enamorado, si bebió la noche anterior porque salió de juerga, si bebió la noche anterior porque no está conforme con su existencia, si está tonteando con alguien o si da por perdida la lucha contra los kilos de más”.
“La liberación que produce no someterte diariamente al escrutinio del ojo ajeno es sanadora”, reconoce Jorge Javier, consciente de las ventajas de ir cumpliendo años, “aunque eso implique aceptar –no sin cierto dolor– que a determinada edad cada año que pasa vas adquiriendo un grado más de invisibilidad”.
Pero todo eso, añade, “es ley de vida”. Y también lo es la jubilación: “Hay que ir preparándose para cuando llegue ese momento –que llegará– en el que el trabajo no sea la espina dorsal de tu vida”.
En cualquier caso, por más que su nuevo artículo esté dedicado a estas reflexiones sobre el amor propio, él parece haberse reconciliado consigo mismo: “Me veo ahora mejor que nunca porque también es ahora cuando menos me importa lo que me digan. Y eso que no se han quedado cortos. Hoy le recordaba a C. en el almuerzo que una vez que fui a Málaga a una rueda de prensa un redactor escribió sobre mí que se había quedado muy impresionado porque era más gordo en persona que en televisión. Que le resultaba algo inaudito porque siempre sucedía lo contrario. No lo olvidaré nunca”, recuerda.