Nos colamos en la mansión de Las Campos: ¿cuánto hay de real y de postureo?
El miércoles 27 de diciembre vuelven Las Campos con su reality navideño a Telecinco. Pero el día antes, hoy martes, la cadena calentará motores con el especial 'Tengo una pregunta para...' ellas. En el que se nos invitó a los medios - entre ellos Vertele- a descubrir la casa de la matriarca por dentro y hablar con ellas, catering mediante.
De esta forma, los periodistas pudimos zambullirnos en primera persona en una cuarta parte de la mansión de María Teresa (porque no nos permitieron verla entera) para descubrir su lujosa forma de vida.
¿Cómo es la mansión de María Teresa Campos? Sorpresas esperadas
María Teresa fue, durante muchos años, la reina de las mañanas de la televisión, no en vano, las nuevas entregas del reality irán precedidas de su mensaje navideño junto a sus hijas. Porque si ya hemos visto al Rey, echábamos de menos a su homóloga femenina.
Y como tal, la Reina Campos vive en un palacete a las afueras de Madrid. Al que hay que acceder pasando más de tres puestos de control y que, una vez dentro, está rodeado de cámaras, agentes y alarmas de seguridad.
Desde la puerta principal no se alcanza a ver las dimensiones del edificio (o edificios, eso no pudimos comprobarlo) que son propiedad de la presentadora.
La primera puerta te lleva directa a su jardín para toparte con una segunda entrada. Tocamos al timbre y esperamos unos largos minutos a que María - la ya famosa sirvienta - cruzara las diferentes alas hasta llegar a darnos la bienvenida. Ella nos abrió y todos la saludamos como si se tratara de una más de nuestra familia.
Al entrar me invadió un olor a “rico” que no recordaba haber percibido desde que mis abuelos trabajaron de masoveros para una adinerada familia catalana, ¿será que los millonarios usan otros productos de limpieza?, ¿los muebles son de otro material? sea lo que fuere, solo dos veces en mi vida me había invadido esa fragancia.
Nos hicieron esperar en un pasillo en el que cabíamos a lo largo y a lo ancho más de veinte periodistas y aún sobraban metros de baldosas ante nosotros. La decoración ya la hemos visto todos en la pequeña pantalla: clásica, opulenta, con muchos brillos y gran limpieza.
Nos hicieron entrar a uno de sus salones dejando atrás unas escaleras que subían al primer piso con habitaciones, una librería en mitad del pasillo y otras estancias que no pudimos ver. Indicaron que podíamos tomar asiento en el comedor iluminado (había otro a oscuras que daba al patio lleno de árboles con luz), y allí estaba el azucarado catering con bombones, pastas, café, té, y varios pastelitos. Y yo que tenía antojo de salado... pues nada, una casa prohibida para diabéticos.
La versión low cost de Marilyn Monroe, Audrey Hepburn y Carrie Bradshaw
Mientras llegaban las estrellas de la casa: Marilyn, Audrey y Carrie - que es como las presentan en su viaje a Nueva York- seguimos investigando entre los estantes llenos de fotos: con Rocío Jurado, con una Terelu hace 30 años casi irreconocible, con los nietos, bodas, y todas las imágenes que tienen nuestras famlias en casa pero con marcos más lujosos.
Alguien se atrevió a abrir una de las puertas que daba a la piscina cubierta. Estaba a oscuras pero se percibía el cloro. El agua me dio ganas de ir al baño y al preguntar por él me acompañaron al del servicio que... ¡era más grande que mi propia casa! Salí de ahí deprimida por lo que me cuesta pagar un loft que María Teresa usa de retrete para su servicio...
Me senté en el sofá y nos mostraron los primeros diez minutos de su viaje a la Gran Manzana. Mismo formato, con más momentos de hermanas, más maletas y menos postureo. Porque las Campos, en esta ocasión, ya están encantadas de protagonizar su propio reality, al que tuvieron miedo en un primer momento. Cómodas con mostrarse tal y como son, incluso forzando en ocasiones sus roles.
Por fin, Carmen Borrego ocupa el lugar que merece y que necesitaba este trío. Aportando frescura y veracidad a una madre y una hermana demasiado acostumbradas a dar “bien” en cámara. Cuando lo que queremos ver de ellas es todo lo contrario: una faceta humana y torpe que entendía bien Carrie Bradshaw.
A Terelu le sigue pasando lo que Marilyn Monroe tanto lamentó: que ella, en su foro interno, sabía que valía para mucho más de lo que mostraba, pero nunca lo supo transmitir. Así que volvemos a ver a una sex symbol sin brillo, hermana mandona e hija impecablemente aburrida que, aún así, hemos aceptado como es.
Y María Teresa, por suerte, vuelve a ocupar su trono. Ganándose, literalmente, un asiento en primera para ella sola. Observando desde la lejanía todo lo que ocurre en su clan, en su reality, en su nuevo formato. Porque aunque ella siga clamando volver a un plató, aún no se ha dado cuenta de que ahora este es su mejor decorado: el de la vida real. ¡Y viva su vida real!