Especial

Llega a España la temporada 7 de 'Brooklyn Nine-Nine', la comedia que pide un mundo mejor entre gag y gag

Para encontrar una de las escenas que mejor resumen lo que es Brooklyn Nine-Nine no hace falta bucear por los 143 capítulos que componen actualmente la serie, sino repasar lo que ocurrió en la gala de los Globos de Oro de 2014. El 12 de enero de ese año, Uma Thurman y Chris Evans subieron al escenario del hotel Beverly Hilton de Los Ángeles para entregar el premio a la Mejor serie de comedia. ¿Las candidatas? Girls, Modern Family, The Big Bang Theory, Parks & Recreation y una sitcom policial cuyo nombre fue pronunciado por el Capitán América con cara de haber descubierto su existencia en ese justo momento.

La proclamación del actor dio paso a la consiguiente euforia e incredulidad de un equipo que para nada esperaba llevarse a casa uno de los premios gordos de la noche. Dicho logro lo empezaron a asimilar una vez llegaron al backstage, donde en cuestión de dos minutos las cámaras de la organización mostraron al actor Terry Crews moviendo los pectorales cual Homer Simpson frente al espejo, a las actrices Melissa Fumero y Chelsea Peretti llorando de emoción por el galardón y al cocreador de la serie, Dan Goor, lanzando un mensaje a los espectadores: “Vean nuestra serie”.

Esos dos minutos condensan, para bien y para mal, lo que en esencia es Brooklyn Nine-Nine: una apuesta por el humor absurdo (el movimiento pectoral de Crews) construida en base a unos personajes adorablemente humanos (las lágrimas de Fumero y Peretti) que rara vez ha conseguido congregar a un gran número de espectadores ante el televisor (la petición de Goor).

Pese a ello, esta comedia cuenta ya con siete temporadas en Estados Unidos y ni siquiera la cancelación que sufrió al final de la quinta tanda a manos de FOX ha podido con ella. Y es que NBC -la misma NBC que emitió aquella gala de los Globos de Oro y que rechazó emitir Brooklyn Nine-Nine en 2013 antes de que llegara a FOX- tardó solo un día en resucitar la serie y encargar una sexta temporada movida por el fervor de un fandom no especialmente numeroso, pero sí de lo más entusiasta con las aventuras de este peculiar grupo de policías.

Hasta el oscarizado Guillermo del Toro llegó a manifestar en Twitter su malestar por la decisión de FOX, así como su confianza en que B99 continuara su historia de alguna manera. “De cualquier forma, pero Brooklyn Nine-Nine debe regresar. Lo va a hacer. Y estaré ahí para la verla. Y tengo la esperanza de que, esta vez, mucha más gente lo haga”, dijo el cineasta mexicano. Y sí, más gente se unió a la fiesta, pues los primeros capítulos de la sexta tanda superaron en un millón de espectadores la media de la anterior. De ahí que NBC no tardara demasiado en encargar una séptima entrega, que este jueves llega por primera vez a España de la mano de Comedy Central (23:45h) pasados ya unos meses desde su emisión en terreno estadounidense.

La comedia que hace reír sin esquivar problemas sociales

Por extraño que parezca, ni el rescate de NBC, ni el posterior aumento de audiencia ni la renovación de la serie por una octava temporada a emitir en 2021 han evitado que Brooklyn Nine-Nine siga siendo catalogada como “esa comedia que nadie ve y que todo el mundo debería estar viendo ahora mismo”, tal y como rezan los numerosísimos titulares que se han publicado bajo este enfoque entre 2014 y la actualidad, tanto en Estados Unidos como aquí en España. El presente artículo también nace con el propósito de reivindicar Brooklyn Nine-Nine como la gran serie que es, pero no solo desde un punto de vista cómico, sino también social.

La ficción creada por Michael Schur y Dan Goor es, ante todo, un producto tronchante e hilarante que, con el paso de los años, ha ido perfeccionando su fórmula de introducir mil y un chistes por episodio a partir de un punto de partida tan aparentemente simple como contar el día a día de un grupo de policías de una comisaria de Brooklyn. Sin embargo, a medida que han ido avanzando las temporadas, la serie ha sabido dejar espacio entre carcajada y carcajada y aparcar momentáneamente esa apuesta por el absurdo que tanto la asemeja con producciones pretéritas como Loca academia de policía, Agárralo como puedas o Scrubs para denunciar problemas sociales como el racismo en la policía estadounidense, las dificultades de ascender profesionalmente siendo mujer, negro u homosexual o la llamada “masculinidad tóxica”, de la que no ha dudado en reírse abiertamente.

Un reparto comprometido con el avance de la sociedad

Este posicionamiento progresista ha ido in crescendo desde el estreno de la serie en 2013, aunque en realidad siempre ha estado ahí desde el principio. Baste como ejemplo la moraleja que arroja el primer capítulo, donde el nuevo capitán de la comisaría, Raymond Holt (Andre Braugher), un hombre serio, recto y correcto en todos y cada uno de los sentidos, insiste al inmaduro detective Jake Peralta (Andy Samberg) de la necesidad de llevar corbata durante la jornada de trabajo. Algo que Peralta no entiende hasta el final del episodio, cuando cae en la cuenta de que dicha prenda forma parte de un uniforme, y un uniforme es señal de equipo. Justo lo que pretende construir Holt, un equipo donde no se hagan distinciones entre sus miembros y en el que todos trabajen en la misma dirección y en total armonía.

El idealismo del capitán es el mismo que la propia Brooklyn Nine-Nine reivindica para la vida real a partir de sus guiones. El respeto, la tolerancia y la igualdad a la que aspira Holt se traducen a nivel de producción en un reparto de lo más diverso, donde además de Braugher hay otro actor afroamericano como el ya mencionado Terry Crews y dos actrices de origen latino como Melissa Fumero (Amy Santiago) y Stephanie Beatriz (Rosa Díaz) cuyos papeles, al igual que el de sus compañeros, no están supeditados a su raza o lugar de procedencia, sino simplemente a su talento como policías y a sus particulares personalidades. “Siempre nos hemos comprometido a hacer de los diversos orígenes de los personajes solo un elemento de quiénes son y no su característica definitoria. Siempre creímos que si hacíamos que los personajes fuesen seres humanos plenamente realizados y no representaciones en 2D de un origen étnico o una orientación sexual saldrían más reales”, explicó en su día el cocreador Dan Goor a Deadline.

La diversidad es, por tanto, un valor importante dentro de la serie. También para sus actores y actrices. El pasado mes de agosto, sin ir más lejos, Fumero criticó públicamente el recién estrenado remake canadiense de la serie, Escouade 99, por no haber respetado la diversidad del reparto original al haber fichado a dos actrices no latinas para su personaje y el de Stephanie Beatriz. Circunstancia que la intérprete tildó como “decepcionante” y “oportunidad perdida”. Y la pareja de la actriz en la serie, Andy Samberg, también defendió recientemente más diversidad en la industria audiovisual mandando directamente “a la mierda” a aquellos que tengan un problema con las medidas anunciadas por los Oscar para promover un cine más inclusivo delante y detrás de las cámaras.

Declaraciones como estas no son una excepción dentro del elenco de Brooklyn Nine-Nine, pues si hablamos de una ficción tan comprometida con el avance de la sociedad es porque sus protagonistas creen firmemente en la necesidad de dicho avance. En un momento dado de la serie, la dura y hermética Rosa Díaz declara su bisexualidad. Algo que alegró especialmente a la actriz que da vida al personaje, Stephanie Beatriz, con la que comparte orientación sexual. “Estaba tan emocionada porque, como persona que se identifica como bi, no tenía nada de eso cuando era niña. Los personajes homosexuales que puedo recordar eran en su mayoría estereotipos. Incluso en una serie como Friends, la ves ahora y dices: ”Oh, no puedo creer que esa sea la elección que tomaron“. Y como persona bisexual no tienes absolutamente nada, ninguna representación en absoluto. Así que poder intentar hacer algo así en nuestra serie y hacer que un personaje se declare bisexual fue muy importante para mí”, aseguró la actriz a Variety en 2017.

Rosa Díaz no es el única con una orientación sexual no normativa dentro de la comisaria. El capitán Raymond Holt es homosexual, lo que unido a su condición de afroamericano, le dificultó mucho en el pasado llegar hasta un puesto de responsabilidad como la capitanía la 99. Un camino de obstáculos que la propia serie subraya en multitud de ocasiones. Entre ellas, un flashback de la primera temporada donde Holt se presenta a sus compañeros en su primer día como agente de policía y uno de ellos le pregunta si ha acudido a la comisaria a entregarse. “Disfruto de los intentos que hace la serie por explorar cuestiones socialmente importantes. Ahí es cuando Brooklyn Nine-Nine encuentra su ritmo”, según Braugher.

En ese mismo episodio, Jake Peralta, con el que forma el dúo cómico más hilarante de la serie junto a los gloriosamente inútiles Hitchcock (Dirk Blocker) y Scully (Joel McKinnon Miller), manifiesta su admiración por los rudos y testosterónicos agentes de policía de los años 70 gracias a un libro sobre ellos que leyó de pequeño. Su admiración no es compartida por Holt, quien le advierte que, de haber sido por esos mismos policías, “ni Díaz ni Santiago hubieran sido inspectoras y a un gay como yo nunca le hubieran dando un puesto de mando”. A partir de ese momento, Peralta se debate entre comportarse como un agente de los de antaño –incluso se echa ceniza encima para oler tanto a tabaco como ellos- o aferrarse a sus creencias progresistas. Ideales por los que finalmente se acaba decantando asestando un puñetazo en la cara al autor del libro por haber llamada previamente “marica” a Holt.

El agente Peralta, que tan pronto demuestra sus amplios conocimientos en La jungla de cristal como da el do de pecho con el I Want it That Way de los Backstreet Boys, es un buen ejemplo del rechazo que Brooklyn Nine-Nine siente hacia la “masculinidad tóxica”. Sin embargo, quien mejor representa ese rechazo es el sargento Terry Jeffords, interpretado por Terry Crews. A pesar de tener músculos de sobra para pedir al mismísimo Harry El Sucio que le alegre el día, Jeffords se nos presenta de primeras como un agente que tiene miedo a disparar y que, antes de hacer uso de sus privilegiados bíceps, prefiere devorar un yogur tras otro mientras habla de uno de sus directores de cine favoritos, François Truffaut.

Este perfil tan contrario al de tipo duro que siempre ha perseguido a los policías en el mundo audiovisual no sorprende demasiado si tenemos en cuenta que es Terry Crews quien interpreta al sargento Jeffords. Siguiendo con las manifestaciones públicas de los actores de la serie por hacer del mundo un lugar mejor o, en su defecto, por alertar de los males que en él habitan, el actor compareció en 2018 en el Senado estadounidense tras haber denunciado que su agente le tocó sus partes íntimas sin su consentimiento durante una fiesta en 2016. “Cuando compartí mi historia me dijeron una y otra vez que esto no era abuso, que solo era una broma o una payasada. Pero puedo decir que las payasadas de un hombre son la humillación del otro. Y elegí contar mi historia y compartir mi experiencia para solidarizarme con millones de otros supervivientes en todo el mundo. Porque sé lo difícil que es dar un paso al frente y sé la vergüenza que se pasa cuando te asocian con un asalto. Me pasó a mí”, dijo el actor ante un comité judicial a propósito de una ley en favor de los derechos de las personas supervivientes de abusos sexuales.

La 8ª temporada, influenciada por el asesinato de George Floyd

Dentro de Brooklyn Nine-Nine, Crews es el protagonista de uno de los episodios más impactantes e importantes de toda la serie, el 4x16. En él, su personaje es detenido en las inmediaciones de su acomodada casa por el simple hecho de ser negro y estar solo en la calle en plena noche. En dicho episodio, las carcajadas quedaron a un lado para denunciar una situación con la que Brooklyn Nine-Nine se va a mojar de lleno en su octava temporada. El asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd el pasado verano como consecuencia de la brutalidad policial en Estados Unidos hizo que los responsables de Brooklyn Nine-Nine descartaran los guiones que habían escrito hasta entonces y se pusieran de nuevo manos a la obra para escribir una nueva tanda donde el racismo de la policía estadounidense se aborde con mayor profundidad. “Creo que nuestros personajes necesitan examinar sus roles en el mundo. Se verán obligados a mirarse en el espejo y ver con quién son cómplices”, declaró recientemente a Variety Andy Samberg al respecto de esta cuestión.

“Espero con ansias el tipo de trabajo que vamos a hacer en el futuro basándonos en el hecho de que el mundo ha cambiado y el conocimiento de las fuerzas policiales también lo ha hecho. La pregunta es: ¿cómo va a enfrentarse a esto Brooklyn Nine-Nine? ¿Cómo vamos a darle vida a un espejo y seguir siendo una serie enormemente divertida? No tengo una respuesta para esto, pero sé que el creador de la serie, Dan Goor, es un excelente guionista”, comentó a su vez Andre Braugher a la web Gold Derby, donde defendió que “el mito de que los resultados del sistema de justicia penal no dependen de su raza debe ser confrontado”.

La séptima temporada que este jueves estrena Comedy Central puede ser, por tanto, la última de Brooklyn Nine-Nine tal y como la conocen aquellos que conocen la serie. “La octava puede ser realmente innovadora de la que todos nos sintamos muy muy orgullosos, o una temporada con la que nos demos de bruces”, cree Braugher sobre la próxima tanda, para la que habrá que esperar hasta 2021.

De momento, a partir de esta noche podremos disfrutar en España de la séptima temporada de una serie a la que las futuras generaciones no podrán lanzar los mismos reproches de sexismo o falta de diversidad que han lanzado a Friends, pues mientras la sitcom por antonomasia fue hija de su tiempo para lo bueno y para lo malo, Brooklyn Nine-Nine siempre intenta ir un paso por delante de la realidad normalizando situaciones que deberían estar ya normalizadas y denunciando otras que no deberían producirse. Y además desde un elemento tan sano como es el humor. ¿Qué más se le puede pedir? Que la vea más gente. Quizá así el mundo podría empezar a ser un lugar un poco mejor.