Lionel Hutz distinguía entre “la verdad... ¡y la verdad!”, pero en el caso de Los Simpson, verdad solo hay una: es la serie de animación más importante de la historia. Toda una institución televisiva que aún hoy, 35 años después de su estreno, sigue donde empezó, fiel a su cita con las noches dominicales de la Fox. Ahí lleva desde 1989 y ahí continuará hasta que Disney, su propietaria desde 2019, decida lo contrario.
De momento, la serie tiene garantizada su continuidad, como mínimo, hasta 2025 con su 36ª temporada. Lo más probable es que después continúe, aunque pase lo que pase, su espacio en el Olimpo de la televisión ya no se lo puede quitar nada ni nadie. “Si de repente cancelaran Los Simpson no quedaría ninguna historia por contar o ninguna que no se pudiera contar con otra cosa”, comenta a verTele el guionista, cómico y periodista cultural Juan Damián Pardo (Sevilla, 1995), autor del libro Los Simpson nunca acabarán: Historiografía crítica de una serie que cambió la televisión, publicado por la editorial Applehead Team.
A lo largo de sus 600 páginas, el autor repasa, analiza y contextualiza de manera exhaustiva la historia 'simpsoniana' desde sus inicios como conjunto de cortometrajes en El show de Tracey Ullman hasta su llegada al imperio de Disney. Una historia que comenzó a construirse a finales de los años 80 cuando el historietista Matt Groening creó Los Simpson por miedo a perder los derechos de merchandising de La vida en el infierno, la exitosa tira cómica que estaba publicando en ese momento, si utilizaba a sus protagonistas para hacer los cortos animados que James L. Brooks quería meter en El show de Tracey Ullman, el programa de sketches que el afamado productor estaba preparando para la recién llegada Fox.
Así pues, un hombre que ya sabía lo que era explotar comercialmente unos dibujos de su propia cosecha y otro que tenía total libertad creativa en el canal para el que estaba trabajando pusieron as primeras piedras. El éxito inmediato de los cortos de Los Simpson y su pronta entrada en la rueda del dinero —el personaje de Millhouse, por ejemplo, fue creado para dar la réplica a Bart en un anuncio de las barritas Butterfinger— propiciaron el siguiente paso: convertir a aquella familia amarilla en una serie de televisión.
“13 capítulos y a otra cosa”
“La serie podría haber fracasado, pero ya partía de la idea de que Los Simpson, antes de estrenarse, ya era un producto de merchandising. Partía de una iconografía y de que a la gente le gustaba Los Simpson aunque fuera simplemente en cortos de un minuto y medio”, comenta el experto. Por lo tanto, “los cimientos que permitirían a la serie acabar siendo lo que fue” ya estaban ahí. Solo faltaba alguien que les diera forma. Y ese alguien fue el guionista y productor Sam Simon, que aceptó el reto tras haber liderado comedias tan exitosas como Taxi y Cheers.
Simon formó el primer equipo de guionistas y compartió las labores de showrunner con Brooks y Groening durante las dos primeras temporadas. Pero a diferencia de sus dos compañeros, él sí tenía claro el tipo de serie que quería hacer. “La idea que tenía Simon al hacer los 13 capítulos de la primera temporada era: 'Vale, vamos a hacer una serie que no va a haber nadie, que la gente que la vea le va a flipar y que dentro de 20 años van a decir: 'Buah, esta serie que no vio nadie, Los Simpson, era increíble, una adelantada a su tiempo'”, comenta Pardo.
Simon tenía motivos para el pesimismo, pues ninguna serie de animación había triunfado en la televisión estadounidense desde Los Picapiedra, cuyo último capítulo se remontaba a los años 60. Sin embargo, la gran acogida que tuvo Sin blanca Navidad, el primer capítulo de Los Simpson que emitió Fox (17 de diciembre de 1989), trastocó por completo sus planes. Su frase estrella durante la producción de la primera temporada, “13 capítulos y a otra cosa”, dejó de tener sentido. La 'simpsomanía' había comenzado y su trabajo no iba a terminar a corto plato. De hecho, alcanzó hasta la cuarta temporada, cuando le mostraron la puerta de salida por su creciente enemistad con Groening, al que acusaba de llevarse todo el mérito de la serie.
La “implosión” entre las temporadas 4 y 5
Ante de su marcha, los tres responsables iniciales ya habían cedido las labores de showrunner al dúo formado por Al Jean y Mike Reiss (temporadas 3 y 4). A partir de este relevo, Los Simpson entró en un continuo baile de nombres. Después llegaron David Mirkin (5 y 6), Bill Oakley y Josh Weinstein (7 y 8) y Mike Scully (9, 10, 11 y 12). Pardo repasa al detalles todas estas etapas, muy difíciles de separar en el dibujo completo, pero que arroja diferencias con un visionado más reposado. “Ves la etapa clásica, por así decirlo, y te parece un todo. No parece que haya habido tanta fluctuación ni que se haya tenido que reinventar constantemente, sino que más o menos están funcionando dentro de unos parámetros fijos”. Pero esas fluctuaciones, existir existían. Por ejemplo, unos tiraron más por la melancolía, otros por el surrealismo y la experimentación y otros por las historias más familiares y el gag por el gag.
Todos los showrunners dejaron su impronta y sus “pulsiones artísticas” mientras rondaba por su cabeza el mismo pensamiento que tenía Simon. Es decir, que la serie estaba en las últimas y que en dos o tres años diría adiós. Por supuesto, esto no deja de ser gracioso visto a toro pasado, pero en aquel momento había razones para pensar así. Básicamente, porque toda serie se desgasta con el paso del tiempo y en el caso de las sitcom, su vida natural suele ser de 8-9 temporadas, empezando a dar síntomas de agotamiento a partir de la sexta. Pero en el caso de Los Simpson el desgaste no lo sufrían los guiones, sino los guionistas, que estaban cansados de echar horas extra y empezaban a ver con buenos ojos las ofertas de trabajo que se les estaban llegando, pues el éxito de Los Simpson los había revalorizado dentro de la industria.
De hecho, “entre la temporada 4 y la 5, la serie implosiona” porque se van “el 80% de los guionistas”, cuenta el experto. Sin embargo, poner fin a Los Simpson no era una opción. “Cuando empieza la temporada 5, la mayoría de guionistas que entran tienen la idea de que la serie se la van a cargar en 2-3 temporadas y que la audiencia va a bajar, pero entre las temporadas 4 y la 5 no podía acabar porque estaba haciendo demasiado dinero. Fox iba a querer seguir de cualquier forma, aunque se hubieran ido todos”. “Además, es por la temporada 2-3”, continúa, “cuando la serie empieza a estrenarse y a petarlo en el extranjero. Es ahí cuando la serie se convierte en algo que no va a terminar en ese momento”.
Antena 3 y “el idioma de una generación”
Los Simpson llegó a España a principios de los 90 a través de La 2. Sin embargo, fue a las puertas del siglo XXI cuando alcanzó su época de mayor época de esplendor en nuestro país. “Una vez llega la serie al mediodía de Antena 3 ya es repetir, repetir y repetir. Es algo bastante único de España, porque en Estados Unidos no ha habido tanta repetición, pero no significa que no se haya producido en otros países. Ha sucedido en casi toda hispanoamérica. De hecho, tenemos el caso de Argentina, donde son como el triple de fans de Los Simpson que en España”, apunta Pardo.
Gracias este carrusel de reposiciones, todo millennial español que se precie sabe que la palabra es 'nucelar', que Lisa necesita un aparato y que Alf ha vuelto en forma de chapa. Conceptos básicos de la cultura popular que “muestran como una especie de idioma de una generación”, según el autor. “De vez en cuando lees en redes que los jóvenes ya no ven Los Simpson, que no se saben las frases y tal. Pero cómo se van a saber una frase de memoria de la temporada 4 si lleva sin emitirse en televisión 15 años. La serie la echan ahora en Neox, pero creo que Neox no ha echado un capítulo anterior a la temporada 15 en 10 años. Un chaval de 8 años no va a saber lo de 'seguro dental' a no ser que se lo diga su padre o que él lo haya visto en Disney+, pero no lo habrá visto tantas veces como para que se lo sepa tan bien como tú o yo nos lo sabemos. Tendría que haberlo visto ocho veces seguidas para tenerlo tan metido en la cabeza”.
Poochie, el principio de un fin que no llega
La audiencia y la capacidad de Los Simpson para generar dinero no paraban de crecer, pero también lo hacía la la dificultad para pensar en unas nuevas aventuras para Homer, Bart, Marge, Lisa, Maggie y sus ilustres vecinos de Springfield. Capítulos como el de Poochie, el perro rockero (8ª temporada) o en el que Skinner en realidad no es Skinner, sino un rebelde con tupé llamado Armin Tamzarian (9ª temporada), apuntaban en esta dirección. “El capítulo de Poochie se ríe de que la serie ya no da para más, en el sentido de que es una serie en la que todo tiene que volver al inicio y te dicen 'vale, vamos a crear una idea que claramente no tiene sentido, y que tendría que tener algún tipo de repercusión, pero no la vamos a mencionar nunca más'. ¿Y cuál es el problema del capítulo de Skinner? Que han seguido haciendo la serie 20 años más, cuando ese capítulo era para acabar la serie tres capítulos después”, comenta Pardo.
La sensación de tener que estar reinventándose constantemente para sacar adelante las que iban a ser, a priori, las últimas temporadas de Los Simpson, se difuminó con el nuevo milenio y el regreso de Al Jean como showrunner a partir de la temporada 13. Él fue el primero en creer que podía durar para siempre, así que se propuso “estabilizarla” en un punto intermedio entre lo que era hasta ese momento y lo que tenía que ser en el siglo XXI. Pero según Pardo, lo que consiguió fue llevarla a “20 años de mediocridad estable”. “Todo es tan sencillo como que en un momento deja de hacer gracia, deja de ser buena”, añade.
Entonces, ¿por qué Jean duró dos décadas en el cargo? El experto tiene una teoría al respecto. “Hay que pensar que el trabajo de Los Simpson es muy loco porque tienes que hacer tandas de 22 capítulos de animación sin parar. Básicamente tienes que hacer cada 15 días un capítulo de 20 minutos de animación el resto de tu vida. 20 años haciendo eso sin parar y sin perder comba. Si hay una persona que consigue hacer eso, aunque sea con un resultado mediocre... A lo mejor simplemente querían que, mientras siguiera funcionando la maquinaria de dar dinero, no querían meterse en eso [un cambio de showrunner] porque ya habían visto que en otras circunstancias habían acabado más quemados”.
Ese hastío se multiplicó a principios de siglo, cuando el equipo tuvo que compaginar la producción de los nuevos capítulos con la producción de Los Simpson: La película, que allá por 2007 se convirtió en la segunda cinta de animación más taquillera de la historia, solo por detrás de El Rey León. De paso, también se convirtió para muchos espectadores en el punto final de su historia con la familia amarilla. “Da la casualidad de que se convierte en el punto de referencia de que a partir de 2007, 2008, 2009, Los Simpson deja de molar o deja de ser necesario hablar de los capítulos nuevos. Ya no hay un debate de si son buenos o malos, sino que la gente deja de verlos”, opina el entrevistado.
La “primera herida de muerte” y 'El problema de Apu'
Solo unos años después, en 2011, la familia amarilla vivió un amago de cancelación porque a Fox ya no le salían las cuentas. Los Simpson era cada era más cara y las ganancias que daba fuera del merchandising, cada vez más bajas. Yanto era así, que “hay un capítulo del futuro que está creado con la intención de que acabe la serie”, cuenta Pardo, aunque entonces no hizo falta sacarlo del cajón. Bastó con acordar una importante bajada de presupuesto. Aquello fue, en palabras del experto, “la primera herida de muerte” de la serie: “Fox de repente les dijo: 'Oye, no sois lo que erais antes, hay que apretar el cinturón o esto se va a pique'. Aquí se demuestra que el equipo quiere seguir con la serie y seguir ganando dinero sea como sea, porque podrían haber dicho: 'No, si no la hacemos en estas condiciones, se acabó'. Pero no, no, Dicen: ¿Cobramos la mitad? Pues cobramos la mitad”.
En 2017, los inquilinos del 742 de Evergreen Terrace se enfrentaron a otro contratiempo: el documental El problema de Apu denunció la cuestionable representación que el dueño del Badulaque hacía de la comunidad hindú. Según el entrevistado, esto “hizo mucho daño” a una serie que hasta ese momento era intocable dentro de Hollywood. “Quitando Padre de familia, que ha hecho dos o tres chistes que no se han emitido, no hay series o programas que hayan hecho chistes de Los Simpson. No lo hay. Que de repente saliera un documental, y que además fuese de los más comentados de ese año, diciendo básicamente que Los Simpson es una cosa rancia desde que se estrenó y una cosa mediocre desde hace 20 años, le hizo mucho daño a efectos prácticos. Porque ya no podían decir 'bah, estos son tres frikis hablando en Internet'. No, no, ahora somos la comunidad de Hollywood que huele a mierda”.
Para deshacerse de ese olor, Hank Azaria renunció a seguir poniendo voz al personaje y la sala de guionistas, copada históricamente por hombres blancos heterosexuales, empezó a recibir a mujeres y gente racializada para dotarla de mayor diversidad. Para el autor, esta es una de las cosas “que le han venido muy bien a Los Simpson para mantenerse”. Otra es el primer cambio de showrunner de la serie en dos décadas, pues Matt Selman cogió el testigo de Al Jean a partir de la temporada 31: “Yo creo que el plan era seguir ad eternum con Jean como showrunner principal y Selman como showrunner de tres o cuatro capítulos por temporada [labor que venía desempeñando desde la temporada 23], pero de repente se dan cuenta de que tienen que cambiar y aprovechan para hacer esta ruptura”.
La compra de Disney+ da otra vida a la serie
Este relevo en el puesto de mando y la renovación de la sala de guionistas han dado a Los Simpson “un repunte de calidad y de querer buscar cosas nuevas”, según Pardo, que la acerca más a su etapa clásica que a la desidia de los últimos 20 años. “No creo que ahora la serie sea magnífica, ni mucho menos, pero sí tiene un nivel digno y un nivel bastante superior a lo que ha sido la serie en los últimos 15 o 20 años, dependiendo de a quien le preguntes”, afirma.
Lo que no ha cambiado es su relevancia dentro de Fox, que la sigue teniendo como una pieza clave de su programación, como apunta el autor: “Como este año no tienen más series por la huelga de guionistas, Fox se ha quedado solamente con las series de animación. Ha tenido que mover Padre de familia para tener dos anclas, porque las tres únicas series populares que tiene las emite los domingos. Fox casi que usa a Los Simpson de ancla. Es una marca conocida que les permite poner cosas nuevas alrededor”.
Sin embargo, el presente y el futuro de Los Simpson ya no pasa únicamente por la televisión tradicional. El streaming ha abierto un nuevo panorama para ella. “En Disney+ tienen su propio logo, puedes ver la serie completa, te anuncian los capítulos nuevos... Para Los Simpson es una visibilidad distinta, evidentemente. Ahora es una serie de Disney+ y se anuncia como tal. Recuerdo que salieron los de Pantomima Full anunciando que se estrenaba la temporada 32, y que de repente había carteles por la calle de la temporada 32. Eso no había pasado en los últimos diez años”, explica Pardo. Por supuesto, la plataforma también se aprovecha de tenerla en su catálogo: “A Disney+ le viene bien Los Simpson porque todas las plataformas de streaming necesitan una serie de comedia con muchos capítulos, porque son las que más se ven y porque son lo que más se revisionan. Es el Friends de Disney+”.
'Los Simpson', un icono tan imperecedero como Superman
Con una nueva ventana de emisión y un nuevo showrunner al mando, parece que Los Simpson ha recobrado parte del vigor que un día perdió. Pero ¿esto es suficiente para justificar la producción de nuevos episodios después de 35 años? Pardo compara su situación con la de otro mítico referente de la cultura popular: “La lógica de las propiedades intelectuales funciona así. ¿Por qué siguen sacando cómics de Superman? ¿Podrían sacar historias de otro superhéroe? Sí, evidentemente, y seguro que sería más interesante que Superman, pero la cuestión es que hay pijamas de Superman y otros muchos productos de Superman. Pues Los Simpson funciona igual. Es una serie en la que se pueden contar mil cosas”.
Aunque parezca mentira, alguna de esas cosas las está contando ahora Los Simpson por primera vez. “Por ejemplo, te encuentras que en las temporadas actuales casi la mitad de capítulos están protagonizados por Marge, por Lisa o por ambas, cuando hasta la temporada 16 no hay un capítulo protagonizado enteramente por Marge y Lisa en toda la serie”. “Es una cosa muy loca y que nunca se le ha achacado a la serie. Creo que nadie se ha dado cuenta de eso para haberle importado”, revela el entrevistado.
Por lo tanto, ¿podemos decir que Los Simpson no va a acabar nunca? “Cuando yo titulo al libro Los Simpson nunca acabarán, aparte de ser una referencia a la canción They'll never stop The Simpsons, lo pienso porque tengo la sensación, aunque puedo estar equivocado, de que la serie que va por la temporada 35 acabará o cuando mueran Brooks y Groening o cuando mueran uno de los seis actores principales. Es mi teoría desde hace tiempo”, señala el experto. “Pero cuando pase eso”, continúa, “no me cabe duda de que a los dos años o así tendríamos cortos, un spin-off de Moe, del profesor Frink o de cualquier cosa que se les ocurra. No veo posible en el estado actual en el que está no solo la serie, sino la cultura de masas, que Los Simpson de repente acabe para siempre”.
“Como digo en el libro, pensar en que van a acabar definitivamente me parece tan absurdo como pensar que van a dejar de salir cortos de Bugs Bunny o cómics de Superman. Los Simpson ha llegado ya a ese punto de permearse en la cultura. Ya estaba en ese punto, pero ahora, además, les ha absorbido el fenómeno de las IP. Que puede que explote dentro de poco, pero para mí es impensable que Disney diga que una IP como Los Simpson no siga”, sostiene Pardo.
Parece, pues, que los habitantes de Springfield van a seguir viviendo nuevas aventuras por tiempo indefinido. Una buena noticia para sus fans más fieles, pero no tanto para quienes llevan años pidiendo que la serie original acabe para no manchar su legado. Una petición que ya ha caducado, según el autor de Los Simpson nunca acabarán: “Cuando se comenta que la serie debería acabar ya para no estropear la memoria de las temporadas favoritas de la gente, creo que ya ha llegado a un punto en que si en la temporada 35, después de 20 temporadas malas, no se ha cargado ese recuerdo, ¿de verdad crees que llegar a la 38 se lo va a cargar? Ese barco ya ha zarpado. Si la intención era que la serie acabara sin un capítulo malo, llegas 20 años tarde”.
Para lo que nunca es tarde es para ver Los Simpson. Puedes hacerlo desde el principio, si eres un centennial con curiosidad, o justo ahora, en pleno repunte de calidad, si eres un millennial que se bajó del barco hace muchos años. Total, hay donde elegir: 'solo' son 762 capítulos (y los que quedan).