Paloma del Río pone rumbo a sus últimos JJOO: “Si no pones deporte femenino en TV, malamente la gente se va a aficionar”
En 1988, Paloma del Río cubrió sus primeros Juegos Olímpicos en Seúl. Después llegarían Barcelona, Atlanta, Sydney, Atenas, Pekín y Londres. Entre medias, ha comentado otros seis Juegos de Invierno y ahora, en Tokyo, sumará su decimoquinta y definitiva cobertura. Su voz se ha colado en los hogares españoles como narradora de la gimnasia rítmica, la gimnasia artística, el patinaje y la hípica.
Férrea defensora de los deportes minoritarios, y el femenino en todas sus disciplinas, ha sido premiada con la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo, dos veces galardonada por la Asociación Internacional de Periodistas Deportivos, en 2019 se alzó con el Ondas a la Mejor Presentadora y acaba de ganar el Premio Iris de la Crítica.
Otro calificativo que va intrínsecamente unido a su nombre es el de pionera, ya que para cuando comenzó su carrera, apenas había mujeres en las redacciones deportivas. También es un referente LGTBI y ha publicado tres libros. El último, Más que olímpicas, escrito junto a Juan Manuel Surroca, en el que repasa la historia de las grandes figuras del olimpismo femenino.
El próximo viernes 23 de julio arranca su última aventura olímpica -ya que para los siguientes, París 2024, espera estar jubilada-, con la misma “ilusión y entrega” que los primeros. Del nivel de nuestros deportistas dependerá que revivamos narraciones épicas como las de las medallas de Gervasio Defer y Almudena Cid.
Encaras tus últimos juegos olímpicos como comentarista, en unas olimpiadas que, debido a la pandemia, van a ser diferentes. ¿Cómo las afrontas?
Muy ilusionada. No contaba con que RTVE pudiera emitir estos juegos porque hace cinco años en Río sabíamos que los derechos para los siguientes, tanto de invierno como de verano, los tenía Discovery para Eurosport. Es verdad que había que emitir, según el contrato del Comité Olímpico Internacional, 400 horas en abierto para difundir los valores del olimpismo. Esto les obligaba a negociar con alguna cadena para ofrecerlo. Ahí es donde estamos nosotros. El acuerdo estaba cerrado prácticamente antes de la pandemia, pero luego se aplazó todo. Hasta marzo de este año no ha podido cerrarse.
Era algo que había quitado de mi cabeza. Ya me despedí en la Ceremonia de Clausura de los Juegos de Río, pero tener esta prórroga es fenomenal. La competición va a ser exactamente igual, aunque las circunstancias no sean las mismas. Van a estar los mejores atletas del mundo y a mis efectos de comentarista, voy con la misma ilusión e intriga para ver a los mejores. Habrá mucha rivalidad entre ellos.
Pese a que finalmente sí que podrás comentar estos Juegos en RTVE, serán tus últimos. ¿Por qué has decidido que este sea el momento?
Cuando me despedí de la ceremonia de Río y dije “hasta siempre”, empecé mi trabajo de pasar el duelo sobre los Juegos Olímpicos. Me convencía de que había sido muy bonito y bueno, de que había tenido la oportunidad enorme de mi vida profesional de cubrir, disfrutar y conocer tanto el mundo del olimpismo, que no contaba con esto. Serán mis últimos porque espero jubilarme en 2023 y los siguientes serán los de París 2024.
Dentro de tu cobertura de los Juegos, ¿cómo recuerdas los primeros?
Me sorprendió mucho la grandiosidad de todo, porque cuando te dicen que vas a ir a unos Juegos Olímpicos no sabes a lo que te enfrentas. La cantidad de periodistas, de medios de comunicación, el IBC [Centro Internacional de Prensa] tan enorme, esa Torre de Babel de periodistas, lo que es la zona olímpica donde podíamos transitar por el Parque Olímpico, entremezclados con los deportistas… Recuerdo de cruzarme por la calle con Steffi Graf, cosa que no hubiera tenido la oportunidad de hacer nunca porque si no es unos Juegos no hago tenis; y antes viajábamos pero ahora no.
También tienes que aprender a moverte porque hay muchas restricciones; a ser autónomo porque no tienes a nadie que te tutele. Sabes donde duermes, donde trabajas y donde está el IBC pero todo lo demás depende de ti, los traslados, las distancias las comidas. Entiendes que tienes que desayunar fuerte porque es la única comida que vas a tener asegurada. Aprendes a cogerle el aire a lo que es la singularidad de unos Juegos Olímpicos y toda su cobertura.
Y también hacerse a comentar. Por ejemplo en la gimnasia artística, que ocurren tantas cosas a la vez, ¿cómo te manejas?
Tienes que aprender a organizar tu ojo. Los espectadores ven el ejercicio que les ha elegido el realizador, pero en el pabellón, en la categoría masculina hay seis aparatos y seis deportistas a la vez. Por eso se da muchas veces la circunstancia de que tú estás viendo a un ruso en casa, pero el español está compitiendo en otro de los aparatos. Estando en el pabellón, me da tiempo a ver por el rabillo del ojo lo que está haciendo el español, si lo hace bien, si lo hace mal, si tiene algún problema, si ha hecho bien la salida, la nota, etc. E informar de los espectadores de lo que está pasando en la competición española.
Cuando lo hacemos desde el locutorio, que han pasado ya 11 años desde que entró la ley de financiación y no hemos vuelto a viajar a unos Juegos Olímpicos, ves lo que está viendo el realizador y no tienes ni idea de lo que está pasando ni con el español, ni con el francés, ni con otros candidatos que son opciones de medalla. En la gimnasia rítmica no, porque van de uno en uno. No pueden coincidir porque se mezclarían las músicas.
Desde que comenzaste, ¿en qué ha mejorado la visibilidad de deportes minoritarios y femeninos y qué retos quedan por delante?
Quedan muchísimos retos. Si echo la vista para atrás, desde que comencé las retransmisiones claro que hemos avanzado, muchísimo. Pero todavía la brecha entre la competición masculina y la femenina es enorme. Como digo en el libro Olímpicas, los hombres empezaron en la Grecia Antigua, nos llevan 21 siglos de ventaja, frente a aproximadamente 50 años del deporte femenino. Han conseguido unas metas de las que las mujeres estamos muy lejos; en igualdad, salarios, entidad, vestimenta, condiciones de entrenamiento, horarios de entrenamiento y en visibilidad en los medios de comunicación.
"Los hombres empezaron a competir en la Grecia antigua, nos llevan 21 siglos de ventaja frente a 50 años de deporte femenino"
La televisión se rige por la audiencia, lo que implica que entremos en un círculo en el que las cadenas necesitan datos para tener publicidad; y que a la vez, si solo te basas en eso, hay cosas que se quedan fuera porque el público no está acostumbrado a verlas y seguramente no prueba. ¿Cómo se detiene esta rueda?
Metiendo. Como dices, si no lo ves, no tienes posibilidad de poder patrocinarlo. Hay que hacer el gesto valiente de atreverse a programar deporte femenino y esperar a que haya patrocinadores que se unan. Que de hecho, se han unido en los últimos años y hay patrocinadores que buscan exclusivamente patrocinar deporte femenino. Cuando empezamos a ver golf, que estaba Severiano Ballesteros, ¿cuánto público conocía las reglas? Me hablaban de un boogie o de un par, y no tenía ni idea. Pero a base de ver y programar un poco a ciegas, la gente va aprendiendo, conociendo y se va interesando por este deporte.
Con el femenino pasa lo mismo. Si no lo pones, malamente la gente se va a aficionar a ver deporte femenino. Pero claro, es verdad que en un primer momento no es rentable. Las empresas y marcas se están sensibilizando y lo están añadiendo a su lista de responsabilidad social. Algo que además, fiscalmente es rentable en España. Si el deporte o la competición se declara acontecimiento de especial interés, te devuelven el 90% de la inversión. Con lo cual, no solo apoyas el deporte femenino, sino que fiscalmente te lo van a devolver en impuestos. Al final, lo que has invertido es el 10%, siempre y cuando sea acontecimiento especial.
También es algo que ocurre cuando llegan los Juegos Olímpicos y el público es fan de todas las disciplinas deportivas. Sin embargo, durante los tres años siguientes, no lo sigue.
La gente tiene una falsa impresión sobre lo que hacemos los comentaristas que estamos en Juegos Olímpicos. Como si después nos congelaran, metieran en un armario y sacaran cuatro años después. Pero ni mucho menos. Todos los deportes olímpicos, especialmente los cuatro fundamentales, que son la natación, el baloncesto, la gimnasia y el atletismo; todos los años tienen Campeonato de Europa o Campeonato del Mundo. Eventos que seguimos retransmitiendo.
Los Juegos tienen la grandeza de tener esta especie de burbuja y celofán que lo envuelve y hace atractivo a personas que cuando no son juegos olímpicos no les interesa en absoluto. También son en verano, cuando la gente está de vacaciones y tiene más tiempo libre para ver televisión. Todos los medios estamos hablando de lo mismo, nos retroalimentamos y lo hace más interesante.
Las Olimpiadas son el sueño de cualquier deportista, ¿lo son también para cualquier periodista deportivo? ¿Lo sientes así?
Sí. Para un periodista que se dedique a la política nacional, cubrir unas elecciones nacionales o europeas, tiene que ser lo más. Para un periodista deportivo, los dos grandes acontecimientos que sueña con cubrir serían la final de la Copa del Mundo de Fútbol y unos Juegos Olímpicos. Fútbol nunca he hecho, por lo que no me queda nada pendiente porque nunca me he visto dentro del fútbol.
Con los Juegos sí he tenido la oportunidad. Estoy en el ranking de las periodistas mundiales que mas Juegos Olímpicos ha cubierto, el Comité Olímpico Internacional me ha premiado dos veces, estoy encantada. No tengo más que agradecimientos a la suerte que he tenido en la vida de poder hacerlo.
También son una forma de conocer y convivir con periodistas de todo el mundo, ¿cómo es el ambiente? ¿Hay margen de tiempo para socializar?
Por lo menos con los de gimnasia tengo la suerte de que muchos de ellos también hacen patinaje. Somos como una especie de familia que vamos en la carreta de los Juegos Olímpicos, las competiciones y el deporte. Nos une más el deporte que los Juegos Olímpicos. Al final terminas por conocerte, intercambias opiniones, hablas con ellos, te cuentan de sus deportistas, tú les cuentas de los tuyos. Obtienes también información de ellos. Es muy bonito.
Hablamos hace un año a propósito del Orgullo, y defendiste que "cada paso que dan los deportistas de élite es un paso para la sociedad". Este año hemos visto que Carl Nassib se ha convertido en el primer jugador de la Liga de Fútbol Americano en reconocer públicamente que es homosexual y a su vez, estamos viviendo una etapa terrible de agresiones y asesinatos homófobos. ¿Puede el deporte seguir poniendo su granito de arena en visibilizar y concienciar?
El mundo del deporte debe estar tan concienciado como el resto de la sociedad. No somos una burbuja. El colectivo LGTB también tiene que tener su espacio tranquilo y hacer vida normal sin sentirse amenazado. Muchas veces me preguntan de qué vale que un deportista visibilice y diga que es homosexual. Seguramente, para una persona que no ha pasado por el trance de saber que tu vida es diferente, que quieres a una persona de tu mismo sexo y que eso está fuera de lo que la gente te ha metido en la cabeza de lo que tiene que ser la familia estándar; hacer pública tu condición es como una liberación. También para los deportistas.
Pero hay muchas personas, deportistas o no deportistas, que todavía tienen miedo y son señalados en sus casas, en sus familias, y no quieren pasar por ese trance. Cuando una persona que tiene cierta popularidad da un paso de este tipo, para esas otras personas que todavía están en ese proceso de miedo y de sentirse acobardados, es muy importante. He conocido a gente que lo ha criticado y luego, por pasar en su propia familia es cuando se ha sensibilizado. Pero hasta entonces, han sido reacios, poco partidarios y poco generosos con la manera de entender la vida de la otra persona. Pero como siempre pasa, hasta que no te toca de cerca, no reaccionas.
Es algo muy frecuente. Igual que cuando el año pasado asesinaron a George Floyd y España clamamos al cielo por el racismo presente en Estados Unidos. O cuando ahora criticamos la ley de Hungría que prohíbe hablar de homosexualidad en los colegios, con la situación que tenemos aquí.
Estamos para ponerles pegas a otros, cuando nosotros estamos en casa haciendo lo mismo.
Para acabar con algo más positivo, hablemos de tu reciente libro, 'Más que olímpicas', ¿cómo surgió la propuesta de hacerlo?
Ha sido a trompicones, como el deporte femenino en general. Ha sufrido los mismos movimientos y golpes. Empezó en 2019 con la idea de Leticia Sánchez, editora de Libros Cúpula, una firme defensora del deporte femenino. Planteamos sacarlo un mes antes de los Juegos Olímpicos. En octubre de ese año me entregaron el Premio Ondas y mi vida cambió completamente porque tuve una carga de trabajo tremenda y no me daba la vida. Me parecía que lo más honrado era decirle que no podía.
En ese momento me llamó Juan Manuel Surroca para felicitarme y le dije que estaba escribiendo un libro sobre deportistas femeninas. Él está jubilado y es un experto en olimpismo también, me dijo que tenía un listado. Propusimos hacerlo a cuatro manos, a la editorial le pareció bien y en julio del año pasado lo teníamos listo. Con la pandemia, decidimos posponerlo hasta este junio. De momento, todo bueno.
¿Podríamos decir entonces que el Ondas no es como a veces los Goya, que hay personas que los ganan y han contado que luego no les llama nadie?
Qué va, qué va [ríe]. Este es el tercer libro que saco después de Enredando en la memoria y una publicación para Santillana. La editorial quiso dar protagonismo a las mujeres en todos los aspectos y fases de la vida, porque encontraron que en los libros de texto del colegio no aparecía el papel de la mujer. Por ello, hicieron la colección de El papel de la mujer en… el mundo de la filosofía, el arte, la ciencia, etc. A mí me encargaron el del deporte. Aprendí muchísimo escribiéndolo.
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