Pásalo de miedo este Halloween en TV: del maratón de TCM a La Niebla de AMC
La noche de Halloween cae ya sobre nosotros, y ya que las cadenas generalistas y de TDT han recibido con escepticismo a la tradición terrorífica que se cierne sobre este día, las cadenas de pago sí que han preparado, en mayor o menor medida, una programación especial repleta de títulos de miedo.
Las apuestas son múltiples y variadas para este 31 de octubre de 2017, pero si hemos de destacar unas ofertas sobre otras, apuntaremos dos: por un lado, el ciclo dedicado al cine de género que TCM propone a partir de las 18:55 horas y hasta bien entrada la madrugada; por otro, la emisión a las 23:30 horas en AMC de La niebla de Stephen King (The Mist, Frank Darabont, 2007).
De Fisher a Amanpour, viaje por el terror de TCM y Paco Plaza
Ya que una velada como esta reclama una sesión continua para acompañarnos hasta que el cuerpo aguante, la mejor baza la encontramos en TCM. Lo que nos encontramos en el canal especializado en cine clásico es un variado catálogo que abarca desde la década de los sesenta hasta la actualidad. El responsable de esta sesión no es otro que el cineasta Paco Plaza (Verónica, [REC] 3: Génesis) ha elaborado con sus cintas indispensables.
Siguiendo una línea cronológica (a la que no se atiene, por otro lado, la disposición en la parrilla de los filmes), hay doble hueco para dos de las referencias más ilustres de la Hammer, a cargo del maestro Terence Fisher, La momia (The Mummy, 1959 – 18:55 horas) y La maldición del hombre lobo (The Curse of the Werewolf, 1961 – 22:00 horas); habrá lugar también para que las notas de Bernard Herrman vuelvan a rasgar la cortina de la ducha en la indispensable Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960 – 23:35 horaws) y para que actualicemos nuestros votos en el culto a mayor gloria de El hombre de mimbre (Wicker Man, Robin Hardy, 1973 – 1:20 horas); una de las cortantes picas en la génesis del slasher, Viernes 13 (Friday The 13th, Sean S. Cunningham, 1980 - 6:05 horas) antes de entrar en los noventa, con esa revolución entre el gótico y el grunge que trajo consigo la adaptación de El cuervo (The Crow, Alex Proyas, 1994 – 20:30 horas y 4:25 horas); y, finalmente, una de las más estimulantes propuestas del género en los últimos años, y la evocadora carta de presentación de Ana Lily Amanpour, Una chica vuelve sola a casa de noche (A Girl Walks Home Alone At Night, 2014).
Esta última sirve para cerrar la noche sobrenatural sin interrupción. Pero si nuestros lectores no han desfallecido al alba, la sesión fantaterrorífica continúa durante el resto del 1 de noviembre: La mano, El resplandor, El pueblo de los malditos, La caída de la casa Usher, Los crímenes del museo de cera... En total, más de 30 horas dedicada a matarnos (simbólicamente) de sustos.
Abandona toda esperanza y sumérgete en La Niebla
Sin embargo, y ya que este Halloween no nos encuentra precisamente bien avenidos ni con motivos para mirar a nuestro exterior con ánimos o júbilo, nada mejor que sintonizar con AMC a las 23:30 horas y dejar que entre La niebla de Stephen King a nuestros hogares (si no les es posible, TCM tiene la gentileza de ofrecerla dentro del maratón anterior el 1 de noviembre).
Estrenada trece años después que Cadena perpetua (Shawshank Redemption, Frank Darabont, 1994), funciona en perfecta oposición a aquella. Si la fábula de Andy Dufresne nos convenció de la existencia de un resquicio de esperanza aun en el más largo túnel de mierda, Darabont se desdice con este otro relato de gente nuevamente encerrada por las circunstancias no entre los muros de un supermercado. La luz neblinosa que entra por los cristales no les promete la posibilidad de una vida nueva más allá de esas paredes, sino que más bien certifica lo diminutos que son (que somos) como especie a todos los niveles, ante el catálogo de abominaciones pulposas llegadas de dios sabe dónde.
Como en la seminal La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, George A. Romero, 1968), el horror espera al otro lado, pero el mal yace dentro: en las inquinas, en los señalamientos personales, en las disputas y los bandos. Aunque en apariencia civilizados, los humanos no dudamos en recurrir al tribalismo y en reclamar las deudas de sangre. A falta de respuestas en el exterior, la religión se torna herramienta indispensable para que cunda la política del miedo.
El director se esfuerza por hacernos sentir uno más de todos esos individuos, mediante una fotografía granulosa y urgente (originalmente concebida en blanco y negro), cortesía de Rohn Schmidt, que asalta y embiste literalmente a los protagonistas para reclamar su hueco en la contienda; y, una vez asimilados en la turba, nos empuja al abismo emocional con un desolador desenlace que reescribe el que firmó King en el relato original.
Advertimos, puede que ya no queden ganas de celebrar nada tras el visionado de La niebla. Pero por otro lado, ¿quién puede tener ganas de nada? Ea, feliz en vuestro día, difuntos.