Esta noche se emite el último de los 3 capítulos del impactante documental sobre el 'Caso Asunta'.
Ha sido la primera apuesta de Antena 3 por el True Crime bajo el paraguas de 'Lo que la verdad esconde' y también la primera vez que la productora Bambú nos demuestra que “la realidad siempre supera a la ficción”.
Así nos lo cuenta Ramón Campos, productor ejecutivo de la miniserie:
¿Qué impedimentos os habéis encontrado a la hora de llevar a cabo el documental sobre el Caso Asunta?
Principalmente con los procedimientos penitenciales. No se nos permitió entrar en prisión a entrevistar a Rosario Porto aunque nos habían aceptado y habían solicitado que pudiésemos entrar en la cárcel.
Desde que en 2011 el señor Ángel Yuste se convirtiera en Secretario General de Instituciones Penitenciarias ningún periodista ha podido entrar en una prisión española.
Algo curioso, en un estado de derecho como el que vivimos, que no se permita entrar a periodistas en las cárceles cuando los presos están condenados a la privación de libertad pero no lo están al silencio.
Además de esta, ¿hubo más dificultades?
En general, todo lo que tenga que ver con el entorno de Rosario y Alfonso ha sido muy complicado acceder a ellos.
Hay que entender también que la gente ha vivido con mucho dolor todo lo relacionado con el caso Asunta. Fue una época muy dura para mucha gente que no quería volver a vivirla; humanamente era muy complicado obligarles a revivir eso.
¿Qué es lo más sorprendente con lo que os habéis topado realizando el documental?
Lo más sorprendente para mí, y más allá de condenas y culpables, fue ver que nos habían contado que aquella era una familia infeliz, pero no era así.
No sabemos qué sucedió en los dos, tres meses del verano antes del fatídico suceso pero lo que sí pudimos constatar, viendo todo el material al que hemos tenido acceso, era lo que esa niña había sido feliz.
Era una niña que había tenido todo lo necesario, que había tenido unos padres preocupados por su formación... Quiero decir, nosotros vimos cuando entramos en la casa de Rosario que era una familia volcada en su hija, una hija deseada. A partir de ahí no sabemos qué sucedió después.
Lo que me sorprendió fue que, de alguna manera, durante meses se nos había construido a dos monstruos (los padres de Asunta) que no habían querido nunca a esa niña.
Y es que a veces pasan cosas horribles, pero eso no quiere decir que todo el proceso haya sido horrible.
Ahora que ha acabado el documental y que lo veis con más distancia, ¿qué es lo más inexplicable para ti?
Nosotros encontramos un hueco en la investigación cuando intentamos entender por qué Alfonso fue condenado los mismos años que Rosario.
Entendemos las razones que da la justicia -colaborador en un asesinato-, pero nos llama la atención el razonamiento de que como Alfonso no está en las cámaras, Alfonso se escondió de ellas; como Alfonso no aparece en el coche, Alfonso iba en el asiento de atrás escondido; y que el jurado dice sí se puede demostrar a pesar de que el Tribunal Superior de Justicia cambió finalmente la sentencia y dijo que eso no se podía probar.
Me llama la atención y me pone un poco nervioso con respecto a caer en manos de un jurado. Eso es para replanteárselo muy seriamente porque son muy fácilmente 'manipulables' tanto por la defensa como por la acusación.
¿Os habéis quedado con las ganas de hacer algo más en el documental?
Sí, de poder entrevistar en la cárcel a Rosario y Alfonso.
De eso y de poder contar con el testimonio de dos personas que para nosotros eran importantes: la madrina de Asunta y la cuidadora.
Manuel, el amante de Rosario, era la otra urgencia del documental y del juicio en realidad; una persona que para nosotros es clave, por lo menos a la hora de entender una parte de lo sucedido, e intentamos entrevistar pero no quería saber nada.
¿Cómo convencisteis a Rosario (por teléfono) y a Alfonso (por carta) para que participasen en el documental?
Nosotros lo que les dijimos desde el principio es que no íbamos a defenderlos ni a acusarlos, solo íbamos a llevar a cabo un análisis objetivo por primera vez de su caso. Y les dijimos que creíamos, desde nuestro punto de vista, que solo tenían cosas que ganar porque todo lo malo que se había dicho de ellos ya se había dicho.
Les presenté quién era Bambú y que, en realidad, nuestro negocio está en la ficción. Entonces, creo que ellos de alguna manera, confiaron en nosotros.
Hablamos con el abogado de Rosario y nos creyó, y luego fue un proceso muy, muy largo durante 14 meses en los que estuvimos quedando, hablando con el abogado, con ellos, y de alguna manera durante ese tiempo fuimos entablando una relación con ellos en la que nosotros éramos muy francos con todo lo que íbamos encontrando.
Acostumbrados a hacer series, ¿qué habéis aprendido de este nuevo género?
Lo que hemos aprendido es que la realidad es mucho más fascinante que la ficción. La emoción es la realidad, y eso es imposible de falsear.
Por último, ¿cómo te has visto en pantalla?
Mayor (risas). Es curioso porque yo me olvidé por completo de la cámara, porque era tan emocionante lo que nos estaba pasando delante (la entrevista telefónica con Rosario Porto) que la cámara era lo menos importante. Cuando lo vi después, hay ciertas caras que ni me reconozco, y lo que hice fue que Elías (director del documental) lo montara.