Saray se convirtió en la última entrega de Masterchef en una de las concursantes más controvertidas de la historia del talent culinario. Tras haber faltado al respeto en reiteradas ocasiones y haberse mofado de la mecánica del concurso, culminó su cuarta entrega negándose a presentar un plato decente en la prueba de eliminación. Por contra, exhibió al pájaro muerto con algún adorno, que terminó con su expulsión. Entre los jueces, que no dieron crédito, Jordi Cruz tomó la palabra para además de decirle que “se quitara el delantal”, pedir “perdón” por haberla dejado “entrar a estas cocinas”.
“Lo volvería a hacer. No tenía ninguna posibilidad se salvarme”, afirmó la propia Saray al día siguiente, dejando claro que defendía su actitud mostrada en el formato. La cordobesa ha seguido pronunciándose sobre su participación en talent. “Desde que empezó el programa, me sentí que yo era el punching ball de Masterchef. Desde el primer día se veía que todos iban contra mi”, ha lamentado al Diario Córdoba, donde ha concretado que “el pájaro muerto fue una forma de protesta, yo sabía que me querían echar y que me iba a ir hiciera lo que hiciera porque ya lo habían decidido, pero no estaba dispuesta a darles el gusto de cocinar”.
“No me presenté al casting de 'Masterchef”
Saray, que desde la presentación del programa explicó que era de etnia gitana y transexual, preguntada al respecto ha defendido que por ello no se siente representante de nadie. “Es demasiado peso sobre mis hombros, yo no me represento más que a mí”, ha compartido.
Su perfil llamó la atención desde el inicio de la edición, al no contar con precedentes en adiciones anteriores. Macarena Rey, CEO de la productora del telent Shine Iberia, reconoció al respecto en El País: “Me he equivocado. Mi intención era meter a alguien trans para normalizar, pero no ha sido así. Lo bonito de la integración es tratar a todo el mundo por el igual y MasterChef es un programa estupendo para dar visibilidad. Saray no lo ha utilizado”.
La directiva lamentó que “en vez de contar lo difícil que ha sido hacer su transición, al ser de etnia gitana y con una familia conservadora, ha salido por otro lado. Por su personalidad, el esfuerzo le cuesta, y según avanzaba el programa iba bajando los brazos. Al final montó ese numerito”.
Saray, sobre su entrada en el programa, ha expuesto: “Yo no me presenté, ni lo había pensado en ningún momento”. La aspirante ha manifestado que “una redactora que se dedica a buscar perfiles contactó conmigo, les dije que sabía cocinar lo típico de una casa, pero nada más y como insistieron, decidí presentarme”. De hecho, ha añadido que fue “la primera sorprendida cuando entré, después de un casting de más de 30.000 personas”.
“Ni soy chef ni he querido serlo en mi vida”
Lejos de hacer autocrítica, ha defendido que se ha “visto haciendo lo que sé, lo que no puedo es hacer cosas de chef porque ni lo soy ni he querido serlo en mi vida”. La aspirante ha reconocido que se planteó abandonar el programa, y que no lo hizo porque “tenía un contrato, no podía irme, tenía que esperar a que me echaran. Lo que sí creo que está claro es que el jurado tenía dos formas de juzgar, una para Saray y otra para el resto”.
Tras la emisión de televisión de su salida, y que su expulsión se hiciera viral, la cordobesa y ha visto multiplicados sus seguidores de Instagram... y las recepción de mensajes. “He recibido muchos mensajes tránsfobos de 'travelo, te vamos a cortar el cuello', o '¿qué se puede esperar de ti siendo gitana?'”, ha revelado, aunque reconoce que también le han llegado “de apoyo”.