La primera edición de anónimos de Secret Story: la casa de los Secretos arrancó en Telecinco a lo grande con Carlos Sobera como maestro de ceremonias, Sandra Barneda tocando la guitarra a ritmo del 'Ti amo' de Ricchi e Poveri y Toñi Moreno bailando. Todos de fucsia como las letras del formato: “Lo que esperábais desde hace tiempo, una nueva edición con personas anónimas como tú”, aseguró el presentador para dar paso a un adelanto del curriculum de los concursantes.
Tras ello, saludaron a unos colaboradores muy distintos a los habituales: Mario Vaquerizo, Cristina Boscá y Xuso Jones, además de la sí tradicional Nagore Robles. Y algunos familiares de los concursantes.
Seguidamente empezaron con los vídeos presentación de los nuevos inquilinos de la casa y, en cuestión de segundos, supimos que habíamos echado de menos a los anónimos. Más de lo que creíamos. Que traían aire fresco y volvían a hacer de un reality (con una sola entrega) las delicias de los espectadores amantes de lo imprevisible.
Novedades llamativas y un casting tan vibrante como emotivo
Al arrancar la gala, Sobera ya adelantó las novedades que traía el formato: “Votaréis para expulsar y elegir al ganador de manera gratuita”. Y no solo eso, sino que en la primera entrega ya habría un nominado. ¿Cómo? Poniendo a los concursantes en situaciones complejas que les definan en cuestión de segundos por las reacciones y decisiones que tomaran.
Y todo se ha cumplido, en horario y con un sentido. Por fin, hemos estado ante una gala con todas las piezas del puzzle encajadas y un engranaje perfecto antes del pistoletazo de salida. Haciéndonos olvidar la sensación de hacerlo todo sobre la marcha de aquellas Casas fuertes o, incluso, de la anterior edición de Secret Story. Este ha sido un arranque con un guion adictivo a favor de que el espectador pudiera conocer, empatizar o distanciarse de cada uno de los participantes desde el primer minuto.
Sin pasado conocido, ni apellidos pesados, los escogidos supieron resumir sus vidas en poco tiempo, demostrando que el trabajo del equipo de casting sigue siendo vital en este formato. Y sí, lo han vuelto a bordar: logrando perfiles poco vistos anteriormente, con un exterior llamativo y una historia emotiva. Una sucesión de protagonistas que impidieron al espectador que se aburriera, que se despegara de la trama y hasta casi le obligaron a querer a todos.
Echábamos de menos a los anónimos, tras tanto famoso predecible. Como echamos de menos las series originales, tras tantos revival reboots, secuelas y precuelas. La televisión y los espectadores nos nutrimos de nuevas ideas. Y para que eso funcione en los realities hacen falta fichajes desconocidos, capaces aún de abrir caminos no transitados. Capaces de preferir vivir, a marcharse con 40.000 euros en un maletín.
Dos mellizas, separadas durante años con una difícil decisión
Laila, 27 años, secretaria: de padre alemán y madre marroquí, es musulmana “moderna”. Se define como “empoderada”, le gusta bailar y “llamar la atención”. Tiene un hijo que es el “amor de su vida”. No sabe que su hermana melliza entra también a la casa.
Nissy, 27 años, camarera: de Murcia, con la impulsividad e impaciencia como defectos. Es hermana melliza de Laila y llevan tres años sin verse.
Al reencontrarse ambas hermanas se abrazaron y besaron con entusiasmo hasta que Sobera les informó de que no podían quedarse las dos a concursar pero serían ellas las que decidirían cuál debía seguir. “Se queda Laila” decía Nissy mientras la otra se quedaba temblando y llorando.
Horas después comunicaron a Nissy que no estaba expulsada y que concursarían juntas con su hermana como una sola unidad. No se lo podía creer y entró corriendo para explicarle lo ocurrido.
Dos “revoluciones” ante sus fobias
Carlos, 27 años, de Madrid: “Me identifico como una persona no binaria”, explicó. La relación con sus padres fue compleja. Tiene pareja en la actualidad, por primera vez es un hombre. Viene a romper etiquetas y normalizar esta realidad.
Carmen, 26 años, estudiante de matemáticas, de Badajoz: un nervio puro que no deja de relatar su vida en redes. Durante el confinamiento empezó a grabarse y eso acabó siendo su rutina. Ama las matemáticas y odia las lagartijas.
El programa les juntó ante dos urnas: una con insectos voladores y otra con lagartijas y dentro estaba la llave para entrar en la casa. Les dieron 90 segundos para decidir quién metía la mano para encontrarla.
Adrián, el profe guaperas que escogió entre dinero o reality
Adrián, 26 años, profesor educación primaria: Viene de una familia humilde y es el crush de las madres de los colegios. Explicó que antes tenía la autoestima baja pero la ha trabajado y ahora es “transparente y feliz”. No tiene pareja pero “nunca se sabe”. En 2014 un amigo falleció en un accidente de tráfico y le cambió toda la mentalidad. Un relato que le hizo llorar al recordarlo. Seguidamente, le pusieron junto a él un maletín de 40.000 euros y le hicieron elegir si llevárselos o rechazarlos para vivir la experiencia.
“Prefiero entrar en la casa de los secretos”, dijo incluso antes de empezar la cuenta atrás. Por lo que renunció a 40.000 euros para disfrutar del reality.
Una teniente de alcalde que decidió entre los votos o ella
Marta, de Teruel, 27 años, teniente de alcaldesa y trabajadora social: lucha por la igualdad en la política y no descarta ser alcaldesa. “Empoderada y feminista”, reivindica los pueblos de la España vaciada.
Con toda esa descripción, el programa le puso una urna delante con los votos ficticios de su pueblo, y le preguntaron si está dispuesta a acatar lo que sus vecinos hayan decidido: “Yo no me voy, acabo de llegar. Es algo que me influye a mí”, sentenció.
Cora y Elena, el día y la noche, destruyeron sus pertenencias
Cora 25 años, esteticista de Barcelona: “Una pantera de barrio con ganas de dar perreo a la casa” y con un hermano que dejó asombrado hasta a Sobera. Se define como “personaja, impulsiva, con parte angelito y parte dinamita”. Su padre falleció a los 2 años pero tuvo una infancia feliz junto a su madre y hermano.
Elena, 26 años, consultora de ventas: vive en Berlín, es “luchadora, independiente, aventurera, inestable y con muchas ganas de vivir la vida”. Ha vivido en varios países y sabe siete idiomas. Le encanta darse caprichos y ella misma es el amor de su vida. Va a los mejores clubes y restaurantes.
Las dos mujeres con perfiles tan distintos coincidieron en la misma sala para decidir qué maletas salvar y cuáles destruir en la apisonadora. La que se quede sin maletas podrá vestirse con la ropa de la otra y si no se ponían de acuerdo, lo destruyen todo y se vestirían con lo puesto. Finalmente se quedaron con las de Elena porque Corita había llevado “demasiada ropa de fiesta y ella tiene más de todo”.
El fontanero que escogió entre dormir o Bertín Osborne
Rafa, 28 años, fontanero de Cuenca: estudió química pero nunca lo desarrolló. Falsificó curriculums, trabajó en logística, vino el Covid, le despidieron y ahora es fontanero. Le gusta conocer gente y culturas diferentes, es intrépido, no le gustan las discotecas, le da igual lo que piense la gente de él.
Además de su vídeo de presentación, Sobera explicó que le costaba dormir y le propuso ponerse un pijama, meterse en una cama y escuchar a Bertín Osborne. Al ponerle una de sus rancheras, él no pudo reprimir la risa. La decisión que tuvo que tomar es elegir entre dormir como un angelito solo en una habitación pero a sus compañeros les despertarían cada hora, o sacrificarse por ellos y que duerman tranquilos pero él escuchar constantemente a Bertín. “Decido no escuchar a Osborne, no le quiero escuchar 8 horas”.
Vidas duras con una elección que tocaría la fibra
Brenda, 40 años, barrendera: “Mi oficio es más difícil de lo que la gente se cree. Llevo desde los 15 años porque la vida no me lo ha puesto fácil. La gente me considera una luchadora, soy mamá de dos enanos y estoy casada conmigo misma. Me flipa el esoterismo y la astrología”, explicó mientras aparecía el Maestro Joao.
Kenny, 20 años, modelo: crea contenido en redes sociales para hacer a la gente “feliz”. Es cubano y su vida en España le encanta pero echa de menos a su madre a la que lleva años sin verla. Su sueño es poderla traer aquí.
Los dos se encontraron con cartas de sus remitentes más queridos. Él tenía una misiva escrita por su madre y ella una de sus hijos a los que no ve desde hace 10 días. Debían decidir quién podía leer la carta mientras el otro tendría que romperla en pedazos. “Quiero que lea la carta ella, porque yo tengo una conexión con mi mamá y sé lo que dice la carta sin tener que abrirla. Y sé lo importante que son los hijos para una mamá”, decidió Kenny y ella se quedó emocionada. Ambos se abrazaron tras leerla.
Dos viciosos que sacrificaron su mayor perdición
Alberto, 36 años, comercial: se definió como “extrovertido, tontaco y con mucha labia”. Solo tiene un “amigo verdadero”. Estuvo 15 años de relación y 6 meses casado. Sin tácticas para ligar y sueña con montar su propia empresa de café.
Virginia, 27 años, guía turística: ama el color rosa, se dedica a diferentes profesiones depende de la semana y el mes. Es muy feminista y le encanta viajar y comer.
Tras confesar sus vicios, el programa les hizo decidir que uno de los dos pudiera saborear todo el concurso su mayor pasión mientras el otro no pudiera probarla. Así que uno tendría que renunciar al café o las croquetas. “Voy a ser yo la que deje las croquetas porque ya viene siendo hora”, se sacrificó Virginia.
Amores perros entre dos animalistas
Alatzne, 44 años, técnica de emergencias: no se viene abajo ante la adversidad y luchó en primera línea de fuego en la pandemia. “Fue muy duro pero ha aprendido mucho de ello”. Advierte que tiene “mecha corta” pero sabe pedir perdón. La opinión que le importa es la suya y la de su familia y la de su perro Lolo. Se siente libre y sin miedos.
Colchero, 24 años, trabaja en un desguace: se considera un buscavidas, con una infancia compleja. Le encantaría hacer un voluntariado para salvar tortugas. Se considera guapo y como se lo dice todo el mundo pues lo tiene “un poco subido”. Es bisexual.
Ambos tienen perro y son parte de su familia. Por lo que el programa les planteó el dilema de vivir el programa con su perro pero se tenían que poner de acuerdo en cuál de los dos. Ella simplemente pidió ser ella y él aceptó: “Yo sé que Dobby va a estar cuidado estupendamente con mi madre”, explicó el joven, mientras ella no se podía creer ver a su Lolo.
¿Dejar tu destino en manos del otros o decidir el destino de otro?
Durante toda la entrega un hombre con máscara de caballo estuvo observándoles a todos y sin hablar. Y cuando ya estaban todos, el programa le propuso dos opciones: que los compañeros intentaran adivinar cuál de las tres fotos que aparecían en pantalla era él y si se equivocaban se marcharía o ser él quien decidía quién se marchaba.
“Escojo que ellos adivinen quién soy”, dijo dejando en manos del destino su futuro en el reality... y ¡acertaron! Él lo agradeció y se presentó a sus nuevos compañeros sin máscara.
Héctor, 42 años, fotógrafo de Tenerife: se le da “súper bien pasárselo pipa, es súper activo, súper sociable y tiene súperpoderes”. Se ha recorrido medio mundo y quiere transmitir que cualquier persona normal puede ser especial.
Final del estreno con moraleja incluida
Eso sí, finalmente, todos los que se habían sacrificado por su compañero tuvieron recompensa. Kenny pudo escuchar la carta de su madre y Cora recuperó sus maletas. Así como Virginia podría comer croquetas y Lolo no entraría a la casa. Ni Rafa iba a dormir con Bertín, ni Adrián habría encontrado dinero en el maletín.
Sin embargo, el comportamiento y las decisiones que tomaron sí que tuvieron consecuencias y la audiencia pudo votar al primera nominado de la edición: “El público ha decidido con sus votos que el primer nominado sea Carmen”.
Ella se derrumbó sin entender la decisión y algunos se acercaron para reconfortarla.