Crítica/Crónica del debut

'TardeAR' de Ana Rosa Quintana se estrena como un magacín del pasado con una forzada apariencia de futuro

TardeAR ha arrancado este lunes 18 de septiembre en Telecinco, proclamaba Ana Rosa Quintana, como un homenaje a “las pioneras de la pequeña pantalla que ya se fueron”, con especial recuerdo a María Teresa Campos, y con una pretendida mirada al futuro, por medio de las nuevas tecnologías que han transformado el entorno en el que la presentadora y colaboradores se relacionaban. Una mirada a lo que estuvo antes y a lo que está por venir, en resumen.

Eso precisamente es lo que puede decirse del estreno del nuevo magacín de tarde: durante sus tres primeras horas, el nuevo magacín de Unicorn Content ha estado bamboleándose entre el empeño por implementar la realidad aumentada y la IA, mientras sus contenidos, e incluso ciertos comentarios, podían remitir a lo ya conocido y visto.

El inicio, que ya hemos recorrido, ha servido para presentar el planteamiento escénico del programa: un escenario con una puerta de entrada, por la que salía la presentadora, y un pantallón abatible. La escenografía estaba dominada por tonos dorados y ocres, que ya apuntaban a una cierta sensación de elegancia y clase, además de calidez, que supone un cambio drástico con los tonos mucho más vivos de Así es la vida y el antecedente a batir, Sálvame.

Un espacio con ecos al pasado, con tecnología del futuro

De recordar a otro espacio de tarde como referencia para este, quizás debiéramos remontarnos a Channel Nº4, el programa que condujeron Ana García Siñeriz y Boris Izaguirre en los inicios de Cuatro. Aquel era un programa ligero, fresco y con humor y entrevistas, y encontraba un balance entre sus dos presentadores, más comedida ella, más explosivo y espontáneo él. Ahora bien, hablamos de un programa que desapareció en 2008, apenas un año antes de que Sálvame trastocara el tono de las tardes.

La tertulia VIP con la que se iniciaba el programa, de hecho, remitía en parte a Channel Nº4 por la presencia de Vicky Martín Berrocal como tertuliana. Xavier Sardá, Alaska y Mario Vaquerizo y Angela Rozas (Madame de Rosa), asistidos por Jorge Luque y Beatriz Archidona.

El gran reclamo del estreno era la presencia de Ivana Andrés, jugadora de la selección española femenina de fútbol, para hablar del complejo escenario de la RFEF. Eso permitía la entrada en escena durante los primeros minutos de Manu Carreño, para dar el parte deportivo tras la primera convocatoria de Montse Tomé como seleccionadora del combinado español; y de Laura Madrueño, con la información meteorológica, que permitía hacer un uso ciertamente llamativo, y por momentos incluso cómico, de la realidad aumentada. La también copresentadora de Supervivientes se veía en medio de una inundación, para jolgorio de los presentes en la mesa.

El Ovejas: “Daos todos por besados, no vaya a ser...”

Jolgorio era lo que pretendía transmitirse de esta primera hora de espacio. Con el jolgorio, también, se intuía un afán por bordear temas espinosos partiendo de una visión inocua y humorística. El carrusel de noticias incluía la condena a una mujer por agresión sexual a un hombre, que incitaba a los colaboradores a hablar con desigual fortuna o tino sobre el acoso; o la o la concentración en Alemania de un grupo de personas que piden ser “identificados” como perros, que llevaría a pensar en los debates sobre la identidad de género presentes en la sociedad.

Lo más importante de todo es que informar y entretener no todo el mundo lo sabe hacer”, manifestaba Vaquerizo, el más visible y locuaz de esta primera hora precisamente junto con Alaska. El enfoque de esta sección parecía ser el entretenimiento, sí, como evidenciaba el hecho de que se pusiese al líder de Nancys Rubias a traducir del inglés al español, siguiendo la moda de la aplicación de inteligencia artificial que traduce vídeos a otros idiomas.

Y lo mismo puede decirse la aparición de El Ovejas, el personaje de El Pueblo interpretado por Javier Losán, con su papel ahora de Defensor del pueblo: “Daos todos por besados, no vaya a ser que me denuncie alguien”. Tal vez el chiste partía del extrañamiento de tener a un hombre “a la antigua” en este mundo moderno que pretende transmitir TardeAR, pero en el contexto previo, cuesta saber si realmente se buscaba jugar con tal ambigüedad.

Marlasca y el corazón ponen 'TardeAR' sobre los raíles

Más allá del tono, este primer bloque terminaba con sensación de atropello y de desajuste, algo achacable por otro lado a cualquier estreno. No ocurría lo mismo con la siguiente media hora, la dedicada a la información de sucesos, Expediente Marlasca. Ana Rosa se levantaba de la silla para situarse junto a Manu Marlasca durante este segmento, mucho más rodado y familiar. No en vano, recuperaba aquella marca que trató de popularizar laSexta dándole al periodista de investigación un programa propio.

El esquema no era distinto al de lo que venía haciendo el comunicador en Atresmedia y hacía ganar enteros a TardeAR en este lanzamiento como formato. No era nada novedoso, al contrario; acaso no forzar la experimentación o la frescura le venía bien al programa para asentarse.

A partir de las 18:30 horas, se recuperaba la mesa ahora para la información del corazón, con nombres habituales, aquí sí, de los espacios de Quintana: Paloma Barrientos, Marisa Martín Blázquez, Leticia Requejo... Como ocurriera en la sección Fresh de Ya es mediodía, Miguel Ángel Nicolás tomaba la voz cantante organizando y coordinando los temas, ejerciendo pues como copresentador de la periodista. El esquema no dejaba de ser el mismo, y daba de nuevo sensación de continuidad, de producto reconocible y testado.

La autocrítica evidente y necesaria

Tras una segunda hora de seguridad, el comienzo de la tercera y última partía de nuevo del interés por renovar la fórmula. Ana Rosa interrumpía el bloque de corazón para subir a la “fila cero” de las gradas, donde la presentadora tendrá a diario a “alguien de mi vida que no sea conocido”. En el debut, las dos personas eran Juan Serrano Cabello, productor ejecutivo del programa, y Kike sobrino de la presentadora.

El objetivo es tener la autocrítica en directo. “Nos hemos gastado un dineral con la realidad aumentada y estos productos, en Marlasca y los colaboradores VIP, y aquí no se ha visto nada”, indicaba el director, sobre la mala disposición de los monitores para el público. Mientras tanto, el sobrino de la presentadora parecía muy cómodo y muy suelto señalando defectos del espacio; algunos, de tipo escenográfico, como la mesa que Marlasca empleaba para su sección, a su juicio demasiado pequeña: “No sé si como viene de laSexta se lo quieres hacer pagar”.

Si algo hacía este aparte, de apenas cinco minutos, era para señalar lo evidente: el traje de TardeAR, el de la tecnología y la innovación, no tiene un encaje claro ni concreto. Pasadas dos horas de emisión, y salvando el editorial inicial y el intervalo de Madrueño, esa tecnología no parecía encontrarse.

A las 19:15 horas comenzaba la primera entrevista de TardeAR, con la anunciada sorpresa de Ivana Andrés. La futbolista se adelantaba a las previsiones, que avanzaban el concurso de Lolita, Maribel Verdú y Manuel Díaz “El Cordobés”, y protagonizaba una entrevista larga, que se alargaba hasta el final de emisión. La entrevista enfatizó en el carácter histórico de la gesta deportiva de la selección, una vez resuelto la controversia con la RFEF y el propio comentario sobre la actitud del ya expresidente Rubiales: “Queremos que haya una federación que nos dé un trato igualitario y de respeto a las mujeres”, declaraba la futbolista.

Tras una pausa publicitaria (la segunda de la tarde, sobre lo que volveremos), Quintana se veía en la tesitura de repreguntar e incidir sobre temas acuciantes, si bien su entrevista iba más a lo emocional. Eso se conseguía con la llamada telefónica de la esposa de la entrevistada, por ejemplo. También con la presencia de tres exfutbolistas y exintegrantes de la primera selección femenina y con las jugadoras infantiles del club deportivo Breugan, con las que pudo escenificarse el encuentro del pasado y futuro. “Las que vienen lo van a tener más fácil por una parte, pero se lo tienen que currar”, advertía Ana Rosa antes de cerrar.

No hubo en esta ocasión el anunciado monólogo editorial de despedida, la “Firma AR”: la muerte de Pepe Domingo Castaño, llevó a que la madrileña tuviera un sentido recuerdo para aquel. En lo temático, el presente y el futuro eran una constante explícita en las declaraciones a pantalla de la presentadora, por más que esa nueva realidad no explotase, más allá que en el inicio, para no volverse a ver: el trabajo de cámara, más vivo de lo normal, hacía seguimientos por plató a la presentadora y planos huidizos y caprichosos que revelaban las tramoyas, desconcertaban con el resto de una propuesta por otro lado relajada, cómoda.

Cómoda porque, para Telecinco supone replicar el modelo de la mañana, ya patentado por Unicorn, con variaciones más leves de lo esperable. Tal vez su eficacia se deba a que va sobre seguro, por más que se trate de vestir a TardeAR como algo diferente. Puede reconocerse que ninguna sección dura lo suficiente para encallar, eso sí.

Por parte de la cadena, las dos pausas publicitarias de alrededor de seis minutos, esparcidas en tres horas de emisión, denotan la necesidad de proteger una apuesta que ha de ser duradera, a la que hay que dar rodaje y transmitir paciencia. Curiosamente, estas se dejaron para las partes más rodadas: un primer corte a las 18:15, en pleno Expediente Marlasca, y una durante la entrevista, pasadas las 19:30. Acaso los dos puntos más encarrilados, ya fuera por oficio o por temática.

En todo caso, conviene recordar la frase que pronunciaba Quintana desde la socorrida fila cero, cuando escuchaba las críticas de sus allegados. “Esto no depende de mí”. “Algo sí, que esto es tuyo”, le replicaban rápidamente. Unicorn Content tiene una enorme responsabilidad, al encargarse del daytime de Telecinco por entero, con una mañana continuista ya desde los decorados, y una tarde que tampoco persigue romper esquemas, más allá de la apariencia. ¿Será suficiente con lo ya conocido para que el programa pueda asegurar ese futuro, y responder a la comparación con lo que han sido las mañanas durante 18 años? Será cuestión de salir de esa burbuja en la que se encuentran sus programas. Pero desde luego, depende de Ana Rosa.