Cada temporada de series viene cargada de unos cuantos títulos con la intriga enraizada en su ADN. Algo consecuente con las lógicas de un mercado doméstico cada vez más competitivo y cambiante, que se cuida de producir thrillers con los que asegurarse audiencias estables con enmarañadas tramas.
Estas últimas semanas, por ejemplo, hemos sido testigos del retorno de Top of the LakeTp of the Lake gracias a China Girl, un drama criminal complejo portentosamente dirigido por Jane Campion y Ariel Kleiman. También del taciturno estreno de The Sinner, un thriller psicológico de interesantísima premisa que no parece haber calado como estaba previsto. E incluso hemos tenido tiempo de olvidar dramas criminales de lo más correctos como Ozark, a pesar del empeño de Netflix, ha pasado sin pena ni gloria por nuestras pantallas.
La primera era australiana y seguía la línea poco complaciente de Sundance TV. La segunda podría haber sido la gran apuesta veraniega de USA Network. Y la tercera ha quedado como otra de las series-probeta con las que los gigantes del video on demand estudian el perfil de sus espectadores constantemente.
Este otoño, sin embargo, parece que el thriller británico se ha adelantado en la carrera por la audiencia. Antes del estreno de Mindhunter, esperadísima serie dirigida por David Fincher, HBO España lanza Liar y Rellik. Dos propuestas que recuperan el tono turbio que hizo célebre a producciones como Broadchurch, The Fall o The Missing.
Rellik, la importancia de la memoria
Rellik
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Un asesino en serie, que mata a sus víctimas echándoles ácido en la cara, tiene aterrorizada a la población británica. Un detective llamado Gabriel Markham, atormentado por un rostro desfigurado, lidera un equipo que le sigue la pista. Rellik es un procedimental de los toda la vida que, sin embargo, tiene la particularidad de que está narrado hacia atrás. No en vano Rellik frente a un espejo se lee killer (asesino).
Sin llegar a ser una reinterpretación de la española Cuenta Atrás, catastrófica serie de Cuatro protagonizada por Dani Martín, Rellik también utiliza el flashback como elemento primordial de montaje de una trama unificada. Un recurso limitado en forma y fondo cuyas costuras se ven desde el mismo piloto pero cuyas virtudes apuntan maneras de buen thriller.
Más convencional de lo que cabría esperar en su puesta en escena fría, gris y en constante movimiento, Rellik se reivindica gracias a sus detalles. Ya sea por el poder de algunas de sus imágenes, su calculado avance hacia ninguna parte -germen de la incomodidad del fascinado-, o a la convicción de sus protagonistas. Richard Dormer interpreta a un carismático detective obsesionado con su caso. Alguien capaz de cualquier cosa por encontrar a la persona que le descompuso la cara, que no es lo mismo que alguien obsesionado con el deber de capturar a un asesino de inocentes.
Flanqueado por unos entregados Jodi Balfour y Reece Ritchie, la historia de Rellik se adivina en su piloto bastante tortuosa como para ser tenida en cuenta, pues subyace en ella cierto ánimo reflexivo. La memoria, arma afilada de todo investigador, se convierte aquí en el relato mismo. Estrategia que, gracias a llevar el rebobinado de fábrica, nos descubre cómo el pasado jode y redime nuestro presente constantemente.
Liar, las múltiples caras de la verdad
Liar
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Laura Newell acaba de terminar una larga relación con su pareja cuando conoce a Andrew Ellis. Ella es profesora en un instituto y él, un reconocido cirujano de su misma localidad. Tras una cena romántica perfecta, terminan en casa de ella. A la mañana siguiente, Laura aparece en estado de shock en casa de su hermana y afirma haber sido violada. Andrew defiende que no pasó nada de eso.
Más emocional y dramática que la anterior, Liar narra la historia de una noche de terribles consecuencias sobre la que pivota toda una red de misterio tejida en torno a cada detalle, cada gesto. Un magnífico ejercicio de storytelling que reconstruye un hecho y explora sus posibilidades según quien lo narre.
Lejos de quedarse en lo anecdótico, su suspense se extiende en todas direcciones para convertir su premisa en algo más. Liar es consciente del delicado tema que trata y abraza también las consecuencias sociales de una violación, explorando segura el terreno del drama. El entorno familiar de la víctima, la presión sobre un acusado cuya culpabilidad no se ha demostrado, el uso de las redes sociales como germen del juicio mediático paralelo, o el estigma social que puede suponer haber sufrido problemas psicológicos son parte esencial de su desarrollo.
El resultado es ambivalente y en eso reside su fuerza. El espectador, incapaz de posicionarse entre uno u otro protagonista, tiene la constante necesidad de buscar respuestas que le ayuden a decidirse, a creer una sola versión del hecho. Quiere que le digan qué ha de pensar, pero la ficción no se lo va a poner fácil.
¿Quiénes son Harry y Jack Williams?
Los hermanos Williams nacieron en el seno de una familia burguesa bajo el influjo de un padre dedicado a la industria. Son hijos del novelista y guionista Nigel Williams, el responsable de relanzar la carrera de Helen Mirren con el guión de Elizabeth I que dirigió el hoy reverenciado Tom Hooper.
Aprendiendo desde la cuna, ambos han escrito guiones desde que tienen memoria. Tendrían que esperar hasta entrados los dos mill para que sus manuscritos no debutaran en la pequeña pantalla. Fue, eso sí, escribiendo comedias de poco fuste como Roman’s Empire o Honest, absolutamente alejadas del suspense que les haría famosos. Tras años paseando su talento por todas y cada una de las cadenas británicas que tuvieron a bien recibirles, les llegó el momento de despuntar con The Missing, uno de los mejores mejores dramas policiales que la cadena Starz ha producido en los últimos años.
Alabada por la crítica por su cruda exposición del dolor y su intrincado desarrollo psicológico en torno a la desaparición de un niño de cinco años, The Missing puso a los hermanos Williams en el mapa de las estrellas. Honor que rara vez recae sobre guionista alguno… tristemente.
El rotundo éxito de la primera temporada de aquella les permitió firmar una joya de cuatro episodios, quizás lo mejor que hayan escrito hasta la fecha, llamada One of Us. Una miniserie sobre un doble asesinato que enfrenta a dos familias de zonas rurales de Escocia.
Hoy compiten contra sí mismos, o mejor dicho, se reparten el pastel de la audiencia con nadie, gracias dos series que comparten tono y estilo. Rellik y Liar son la prueba perfecta de su talento. La primera, demuestra su ánimo por la exploración estructural del procedimental británico moderno. Es la parte racional y puramente estilística. La segunda, explora los recovecos sociales y psicológicos de un crimen y sus posibilidades. Es la parte emocional y narrativa. Juntos, pueden deparar grandes sorpresas al thriller británico que está por venir.