“Siempre he pensado que el caso de Rocío Carrasco podría hacerse con cada una de las víctimas de este país”. Ana Bernal-Triviño es profesora de la Universitat Oberta de Catalunya y periodista. También la persona que, en cada entrega de la docuserie, explicó con precisión cómo se articula la violencia machista, puso sobre la mesa conceptos como la violencia vicaria y permitió que se entendiera qué es lo que sufren sus víctimas. Y todo ello en el prime time de Telecinco, la cadena más vista de nuestra televisión.
El pasado 21 de marzo el estreno de Rocío: contar la verdad para seguir viva marcó un antes y un después a nivel televisivo y social. La hija de Rocío Jurado y Pedro Carrasco conmocionó con su desgarrador relato sobre el infierno que ha vivido en los últimos 20 años. Rocío rompió su silencio para acusar a su exmarido Antonio David Flores de maltrato físico y psicológico, y de haber puesto a sus hijos en su contra. Mediaset despidió al ex guardia civil de forma fulminante aunque, como ya hemos analizado, no por ello ha renunciado a su voz.
A estas alturas, es evidente que la la producción ha contado con una dañina cara B que Ahora, Olga, la entrevista a Olga Moreno tras su victoria en Supervivientes para “responder a todos y a todos”, ha terminado por constatar. Como ya argumentó nuestra compañera Laura Pérez, la entrega con la ganadora de Supervivientes 2021 es un error por cómo banaliza el testimonio de Rocío Carrasco solo por la audiencia.
Ahora bien, si ponemos el foco únicamente en lo que implica que una víctima de violencia de género haya tenido el espacio y tiempo de narrar su experiencia, su trascendencia es absoluta. En esencia, como explica Eva Carmona, responsable de Comunicación de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, “ha permitido que muchas mujeres se hagan conscientes de su propia situación a partir de su identificación con lo expresado por Rocío Carrasco”. “Nada más salir el primer episodio, tuvimos más de 40 llamadas de mujeres pidiendo ayuda”, comparte Gregorio Gómez Mata, secretario y cofundador de la Asociación Alma contra la Violencia de Género. No en vano, las llamadas al 016 para víctimas de violencia machista subieron un 42% tras la emisión de 'Rocío'.
Contra el “déficit de comprensión sobre la violencia de género”
En 2020 hemos asistido también al lanzamiento de Nevenka en Netflix. Documental que repasó la historia de la primera mujer que denunció a un político por acoso sexual. La propia Nevenka Fernández fue quien contó mirando a cámara lo que supuso para ella aquel episodio. Más adelante, Mireia Montávez, concursante de Operación Triunfo 1, acudió al plató de Sálvame para denunciar públicamente el maltrato que ha recibido y recibe por parte de su expareja. “Porque dejes de querer a una persona no tiene derecho a arruinarte la vida”, sentenció entrevistada por Paz Padilla.
“No me gustaría decir que hay una tendencia de víctimas hablando en televisión”, sostiene Bernal-Triviño, “es que lamentablemente la violencia de género es cotidiana. Sobre lo que tenemos que concienciar es en que las mujeres denuncien, hablen y rompan el silencio. Tendencia me suena a moda y no. Estamos muy carentes de que estas mujeres rompan el tabú que existe en torno a este tipo de violencia”.
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Y más, teniendo en cuenta que, al contar sus experiencias en pantalla, “se están exponiendo a un juicio mediático que no siempre se acompaña. No siempre hay una sensibilización social suficiente para la violencia de género en todas las dimensiones”. La profesora y periodista incide en cómo “el programa de Rocío Carrasco ha demostrado que la gente tiene un déficit de comprensión sobre lo que es la violencia de género y cómo se opera. Seguimos teniendo la visión solamente del maltrato físico”. Olvidando, como consecuencia, “el psicológico o el mediático, que es el que ha recibido Rocío”.
Gómez Mata señala como fundamental ya no solo que se dé voz a estas mujeres, sino que “esté acompañada de expertos que hagan comprender a la sociedad de qué estamos hablando”. También propone que el trabajo que se haga desde los medios sea continuo. Para ello, propone que exista “una figura que asesore a las cadenas en todos sus programas. Que pudiera decir 'os estáis equivocando aquí'”. Del mismo modo, lamenta que no siempre “nos dan el tiempo necesario para poder explicar las cosas. Participamos por el documental de Rocío en Socialité, pero apenas 20 segundos”.
Un arma contra el negacionismo de la violencia de género
El testimonio de Rocío Carrasco supuso, según describe Carmona, “un enorme altavoz al rechazo a la violencia machista por parte de la mayoría de la sociedad”. Y que llegó, además, en un momento el que “el negacionismo de la violencia de género confluye con la existencia de una vocería al alcance de una mayoría: las redes sociales”. La responsable denuncia las polémicas declaraciones del tiktoker Naim Darrechi, afirmando que “tienen que ser contrarrestadas con educación en igualdad y afectivo sexual desde las escuelas; y a través de un tratamiento adecuado de estas cuestiones en los medios”. Bernal-Triviño coincide en su postura, y lamenta que “estamos en una situación delicada y complicada”.
La docuserie de Rocío abrió otra puerta. “Los medios han podido aprender que incluso de lo que se conocía como un formato de entretenimiento, se puede plantear de una manera seria y hacerle llegar a la gente un contenido de contexto sobre esta violencia”, reflexiona la periodista.
La responsabilidad en formatos informativos y de entretenimiento
Pero el trabajo no termina ni mucho menos aquí. “De nada sirve que hablen de machismo en un programa concreto si continúan utilizando estereotipos de género en el resto de la parrilla”, expone Carmona, “si siguen sin contar con expertas en los informativos, si no le dan peso a los deportes femeninos, si aceptan publicidad sexista y un largo etcétera”.
Y del mismo modo, apunta “el riesgo de que la violencia de género se banalice y el sufrimiento de las mujeres maltratadas se acabe convirtiendo en un espectáculo, lo cual sería lamentable”. De aquí a que el especial Ahora, Olga, constate los muchísimos deberes que en esta materia queda por hacer en televisión y, concretamente en este ejemplo, en Telecinco. Pero no son los únicos. “He visto tratos nefastos en informativos”, juzga Bernal-Triviño, “auténticas aberraciones en programas como Espejo Público y debates feministas fuera de contexto en TVE”.
Por ello, indica que “no depende tanto del formato como de la propia ética del periodista que en ese momento está al frente”. Como consecuencia, defiende que “las buenas prácticas hay que implantarlas en cualquier medio de comunicación y cualquier tipo de formato, ya sea informativo o de entretenimiento”.
La lucha contra todos los tipos de violencia ejercidos contra las mujeres no debe ser un compromiso individual, sino colectivo. Así que no, no puede depender de la conciencia de cada profesional. Este un problema demasiado importante y demasiado serio. No valen ejemplos sueltos, no sirven los 'lavados de cara' singulares, no ayuda acordarse solamente en las efemérides.
Cuesta comprender que después del impacto del testimonio de Rocío Carrasco y cómo ayudó a visibilizar, a identificar la violencia con la que podemos estar conviviendo en nuestro día a día, a animar a pedir ayuda y a, por lo menos, adentrar en los hogares conceptos como la citada violencia vicaria, la “luz de gas” y la revictimización; no sean motivos suficientes como para entender que este es el camino a seguir para ser cómplices de las víctimas y no de sus agresores. La televisión está para esto.