Un Hotel Glam a la inglesa con desempleados como reclamo
Llegué a Hotel GB por equivocación. En lugar de ver la promo –que incluyo al pie- donde ya se atisbaba lo que es: una caricatura, me dejé llevar por la descripción del programa, y el concepto en sí me pareció loable: rostros conocidos de la cadena formarían durante una semana a desempleados en las diferentes tareas que se desarrollan en un hotel. Tras ese periodo de prácticas, dos de ellos tendrían trabajo asegurado con sus mentores (el chef Gordon Ramsay y la empresaria Mary Portas), el resto habría ganado formación, y asociaciones dedicadas a ayudar a parados en su vuelta al trabajo recibirían el dinero recaudado con las aportaciones de los famosos huéspedes.
Sobre el papel, la apuesta de la productora Optomen parecía ser una original respuesta a las altas cifras de paro juvenil (uno de cada cinco británicos de entre 16 y 24 años no trabaja). Y tal vez lo fue, porque se consiguió incluso más de lo esperado, y al término de la semana de programa los 14 participantes acabaron empleados por las personas –directivos de empresas hoteleras- a las que sin saberlo, habían estado atendiendo durante su entrenamiento; en el restaurante, en el spa, en recepción…
Sin embargo, tanta buena acción tuvo su precio en lo televisivo. El constante ir y venir de celebridades, a cada cual más excéntrica -que podría recordar vagamente a nuestro Hotel Glam- creó un popurrí de egos inaguantable. Un caos estresante, y un desorden visual y formal que dejaba exhausto al espectador.
Prueba de ello es que el espacio fue perdiendo adeptos a medida que pasaba la semana, terminando con 1.1 millones de espectadores (5% de share), igualando el dato medio de la cadena. Peor les fue en internet; lugar donde una parte de ese millón plasmó sus críticas.
Y mientras deciden su vuelta a Channel 4, el experimento se vende. Al fin y al cabo tiene dos bazas en auge: famosos y desempleo. ¿Se animará España a comprarlo? Tiemblo solo de pensarlo.
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Llegué a Hotel GB por equivocación. En lugar de ver la promo –que incluyo al pie- donde ya se atisbaba lo que es: una caricatura, me dejé llevar por la descripción del programa, y el concepto en sí me pareció loable: rostros conocidos de la cadena formarían durante una semana a desempleados en las diferentes tareas que se desarrollan en un hotel. Tras ese periodo de prácticas, dos de ellos tendrían trabajo asegurado con sus mentores (el chef Gordon Ramsay y la empresaria Mary Portas), el resto habría ganado formación, y asociaciones dedicadas a ayudar a parados en su vuelta al trabajo recibirían el dinero recaudado con las aportaciones de los famosos huéspedes.
Sobre el papel, la apuesta de la productora Optomen parecía ser una original respuesta a las altas cifras de paro juvenil (uno de cada cinco británicos de entre 16 y 24 años no trabaja). Y tal vez lo fue, porque se consiguió incluso más de lo esperado, y al término de la semana de programa los 14 participantes acabaron empleados por las personas –directivos de empresas hoteleras- a las que sin saberlo, habían estado atendiendo durante su entrenamiento; en el restaurante, en el spa, en recepción…