María mira a la muerte a los ojos en 'Cuéntame', que impactó con las 48 horas de ETA a Miguel Ángel Blanco
Uno de los grandes superpoderes de la juventud es el de la inconsciencia sobre la finitud. La falsa creencia de que somos eternos nos hace viajar por la vida por encima de los límites de velocidad permitidos, afrontando el camino con las ganas y las ilusiones a rebosar. Sin embargo, hay un día en el que la realidad nos da de bruces y emprendemos otro camino, una senda hacia la madurez en la que aquello del tempus fugit hace saltar por los aires todas nuestras certezas. Un instante en el que sentimos que el reloj comienza a avanzar, empujándonos de forma irremediable hacia el abismo.
A María Alcántara el cronómetro se le activa un 10 de julio de 1997, cuando la benjamina de la familia, con 26 veranos a sus espaldas, mira por primera vez a la muerte a los ojos en su incipiente carrera profesional en el mundo de la medicina. También aquel día arrancó otra cuenta atrás: la de las 48 horas que ETA dio como ultimátum al Gobierno de Aznar para que cumpliera con sus exigencias a cambio de la vida de Miguel Ángel Blanco. Un secuestro con fatal desenlace que mantuvo a España en vilo y que ha sido plasmado con maestría por Cuéntame cómo pasó en un agónico capítulo (titulado María. La Rebeldía) que ha tenido al personaje interpretado por Carmen Climent como principal protagonista.
La hija menor de Antonio y Mercedes se enfrenta a un momento crucial cuando, a las puertas del MIR, sufre la pérdida de su primer paciente. Todo ello, tras un bloqueo en quirófano que la hace sentirse culpable, poniendo incluso en duda su propia vocación. Tiene que ser su abuela Herminia -quién si no- la que coge las riendas de la situación, 'sacudiendo' y poniendo los pies en la tierra a María en otra impecable escena con María Galiana al frente.
De este modo, la serie de TVE refleja a través de la más joven del clan ese momento vital inherente a cualquier ser humano, que un día se da cuenta de que esto de la vida va en serio. Que no hay que dar nada por sentado. Que estamos obligados a actuar en la esfera pública como si tuviésemos un poder real sobre nuestro destino. Y María, con ese espíritu terco que heredó de su abuela Pura, se ve dispuesta a remar a contracorriente, planteándose tirar la toalla y ponerlo todo patas arriba. Que Antonio la apodase 'La Torva' no fue casualidad.
María y las dudas de la juventud
Y de nuevo... la muerte. El episodio 410 de Cuéntame arranca, una vez más, con la parca presente. Primero, al recordar los fallecimientos de Lady Di y de María Teresa de Calcuta que colocan la trama en aquel trágico verano de 1997. Después, en el hospital en el que María está haciendo las prácticas en la recta final de su carrera. Tras un día entero de guardia, reciben a una joven en estado crítico tras un grave accidente de moto a la que Jorge, su pareja, debe operar. Este decide contar con la ayuda de María, que sufre un colapso que entorpece la intervención, llevando a la paciente a una irreversible muerte cerebral.
La culpa y el miedo se apoderan entonces de ella, alimentando ese síndrome del impostor que la lleva a pensar que no está capacitada para el desarrollo de este entregado oficio. Y es en medio del caos donde María empieza a encontrar la luz, sacando su lado más humano. Así, se arma de valor y decide ir corriendo al hospital para hablar con el novio de la joven accidentada e informarle de su situación. Allí, lo acaba convenciendo de que si autoriza la donación de sus órganos, estará a tiempo de salvar otras vidas. Un refuerzo de su vocación en la medicina, donde la ética, la empatía y la asertividad son casi tan importantes como cualquier otra área del conocimiento.
Pero, sin duda, el terremoto que paradójicamente acaba colocándolo todo en su sitio tiene su epicentro en Herminia, que decide sentar a su nieta para, como ya hizo con Inés, cantarle a gritos las cuarenta: “La muerte es parte de la vida, tienes que asimilarlo. ¡Te tienes ya que dar cuenta! No dándole vueltas y vueltas a la cabeza. ¡Déjate de tonterías! Yo creo que tienes que madurar de una puñetera vez”, le empieza diciendo la matriarca. “A lo largo de tu carrera vas a ver a mucha gente morirse, incluida yo. Claro que me voy a morir, y tú no vas a poder evitarlo. A mí me queda ya muy poquito, pero tú vas a salvar muchas vidas”, le advierte a la joven, sabedora de que más pronto que tarde su contador llegará a cero.
La genial escena entre abuela y nieta deja en evidencia que mientras son ellos (Toni y Carlos) los destinatarios de esa polémica herencia en vida de Antonio y Mercedes que está a punto de quebrarlo todo, son sus hermanas Inés y María las que se terminan llevando el más importante de los legados: el de los trascendentales consejos de una matriarca de la familia que se acerca al ocaso preocupada por el futuro de las mujeres de las generaciones venideras. Un verdadero ejercicio de empoderamiento que Herminia despliega para que sus nietas terminen de coger el timón de sus vidas.
María Alcántara, un personaje para cinco actrices
En los últimos compases del capítulo, y con la canción ¿Qué se siente al ser tan joven? de La Casa Azul musicalizando el colofón de la entrega, vemos a una María que, envalentonada, se entrega de lleno a su oficio y se atreve a participar de forma activa en un trasplante de riñón de la joven fallecida en el accidente de moto. Las dudas se disipan y todo comienza a tener sentido. Enseguida, una sucesión de imágenes de la pequeña de los Alcántara en diferentes etapas de la serie pone de manifiesto la singularidad de su personaje, que desde su nacimiento en 1971 (en la quinta temporada de la ficción) ha sido interpretada por un total de cinco actrices.
Dejando a un lado a la gran Silvia Abascal (María en 2021), Esmeralda García, Celine Peña, Paula Gallego y, por último, Carmen Climent han ido cediéndose el testigo de un miembro de los Alcántara cuya personalidad ha tardado más en definirse. Una indeterminación que, por contra, se ve más que justificada como fruto de la inexperiencia ante las vivencias que terminan limando los vértices de nuestra identidad. Por el camino, cada una de las actrices acabó apoderándose del personaje para brindar de forma impecable la esencia de María en cada una de sus etapas vitales.
La última de ellas le ha correspondido a una Carmen Climent a la que descubrió y recomendó el propio Imanol Arias. En 2019, en el arranque de la temporada 20, la bilbaína sucedía a Paula Gallego en un momento en el que la pequeña de la familia alcanzaba la mayoría de edad. Las exigencias del guion, con una María con tramas más adultas, obligaron a Cuéntame a dar relevo a la joven intérprete, aún adolescente. Desde entonces, Climent acabó haciéndose con un personaje que encontró en la medicina de forma fortuita (tras aquel incidente en la boda de Toni y Déborah) la gran pasión de su vida.
“Han sido son cinco años, que no son pocos. Creo que es un personaje que no tiene fin y siempre puedes descubrir cosas nuevas, tanto como actriz como dentro del personaje. Me he quedado con ganas de más pero bueno, con esta temporada hemos cerrado todo desde el corazón. Con este broche final hemos cerrado bien el personaje. Me he quedado con ganas, pero mucho más feliz”, ha reflexionado Climent en una extensa entrevista con verTele. Cuéntame cómo pasó ha sido sólo el comienzo, y de qué manera, para una actriz a la que, como a María Alcántara, le queda toda una vida (y una carrera) por delante. “¿Qué se siente al ser tan joven?”, nos repetimos.
Un capítulo coral para honrar a Miguel Ángel Blanco
Probablemente, el hecho de que María sea la protagonista con menos background ha propiciado que el capítulo centrado en ella sea realmente el más coral de los que la serie ha emitido hasta ahora en esta temporada final. A diferencia de lo que ha ocurrido en las entregas anteriores, el metraje de este episodio está repartido de manera más equitativa entre los personajes principales de la ficción. Pero lo es con una buena excusa: contar a través de cada Alcántara el impacto social que causó el secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco. Porque, como sucede con determinados acontecimientos traumáticos, todos recordamos dónde y con quién estábamos durante aquellos días de julio.
La familia Alcántara al completo estaba en San Genaro, con Antonio y Mercedes preparando un viaje a Punta Cana que acaban cancelando por decisión del personaje de Imanol Arias, atormentando con lo que estaba ocurriendo en Ermua. A Antonio se le aparecen entonces los fantasmas de un pasado no muy lejano, cuando recibió una carta de ETA que lo amenazaba de muerte si no pagaba 5 millones de pesetas correspondientes a aquel famoso “impuesto revolucionario”. Su empatía con el caso lo lleva a actuar, movilizando a la gente del barrio y a su propia familia. Mientras él pegaba carteles por la zona, Mercedes y Herminia realizaban crespones azules, símbolo histórico de protesta contra la violencia terrorista de la banda.
Mientras tanto, la serie coloca a Toni, con su recién estrenado periódico digital, cubriendo minuto a minuto el avance del secuestro. En pleno seguimiento del suceso, al que se une su hijo Santi en una de sus primeras incursiones en el periodismo, el personaje de Pablo Rivero recibe una llamada inesperada que podría colocar su medio en el mapa de la comunicación en España: la de un etarra arrepentido que condenaba desde la cárcel lo que la banda estaba haciendo con Miguel Ángel Blanco. Se trataba de Mario, su viejo amigo de la mili, al que termina dando voz, provocando un nuevo cisma en su familia, que no ve con buenos ojos (especialmente Antonio) la maniobra de Toni.
La cuerda en los Alcántara se sigue tensando y un nuevo conflicto con Inés por culpa de la dichosa herencia pone al límite a todos los miembros del clan. La hija mayor del matrimonio, ajena aún a que Mike ha terminado de desarrollar la enfermedad del sida, se ve en la necesidad de pedirle a sus padres parte de la herencia que hace unos años le habían ofrecido para poder afrontar la producción de una nueva obra de teatro. Pero ya es demasiado tarde. Antonio y Mercedes atraviesan un complicado momento económico y no están dispuestos a darle a su hija una gran cantidad de dinero para un proyecto en el que no confían. La brecha, cada vez más abierta.
Pero la familia, como una siempre polarizada España, dejó en aquellos agónicos días sus diferencias a un lado para unirse en las movilizaciones sociales que se llevaron a cabo en muchas ciudades del país para pedir la liberación del concejal del PP. Una de ellas, en la víspera del asesinato, una emocionante vigilia nocturna en medio del barrio junto al resto de sus vecinos. Otra, la gran manifestación celebrada en Madrid en la que millones de personas se plantaban ante el terrorismo. “ETA mató como siempre, España respondió como nunca”. ETA había perdido la calle.