Rafa Mateo llora el caso del asesinato de su novia
El 4 de abril de 2009, la novia de Rafa Mateo era asesinada en Alfaz del Pi. El joven se convirtió en el primer sospechoso ya que fue el último en verla con vida, tal y como ha recordado El Programa del verano en Telecinco. Un mes después, la Guardia Civil detenía a Ramón, el hermano de la joven que, en el juicio celebrado en 2012, aseguró que no quiso matar a su hermana sino que quería darle un susto pero el arma se disparó accidentalmente.
'El programa de AR' habló y recibió a Rafa en plató aquel año durante la celebración del juicio. “El sospechoso era yo porque podía haber un problema de celos. En dos días tenían claro que yo no era y empezaron con él. No nos explicamos cómo ha podido hacerlo. Estaba tranquilísimo el día del crimen, vino a verme a mi negocio. En el entierro estaba roto de dolor. Me quedé muy sorprendido porque es su hermano. Decían que estaba enamorado de su hermana pero no lo noté nunca. Se llevaban muy bien”, dijo Mateo en Telecinco.
* Rafa Mateo en Deluxe recordando el suceso
La historia de la muerte de la joven y el juicio a su hermano
Tal y como informó Efe en mayo de 2012, el joven enjuiciado por matar de dos disparos con una escopeta a su hermana, de 17 años, mientras que ésta dormía en su cama de un chalet de Alfaz del Pi (Alicante), reconoció haber efectuado los disparos aunque aseguró que fue accidentalmente porque su única intención era darle “un susto”.
La fiscalía pidió 21 años de cárcel en el juicio con jurado en la Audiencia alicantina para Ramón G.M., de 25 años, por un delito de asesinato al considerar que, “a sangre fría”, a las 9.30 horas del sábado 4 de abril de 2009 disparó intencionadamente en la cabeza de una de sus dos hermanas, Rocío, después de haber mantenido una acalorada discusión la víspera.
Ramón G.M. se declaró culpable de matar a su hermana, de la que recuerda que “siempre estaba riendo” y a la que echaba “mucho de menos”. Frente a la tesis de la fiscalía sobre que había una clara intencionalidad, mantuvo que fue un accidente ya que su relación era “muy buena”, hasta el punto de que contaba con un tatuaje con el nombre de Rocío.
Relató que después de levantarse, vestirse y desayunar ese sábado decidió que iba a darle un susto a su hermana, que dormía sin que hubiera más personas en el chalet. Todo ello tras haber reconocido que la noche anterior le pidió una cantidad de dinero en el local donde ella trabajaba.
Indicó que, para el susto, cogió la escopeta que su padre guardaba detrás de la puerta de su dormitorio y que le quitó la funda sin comprobar si estaba cargada, tras lo cual fue a la habitación de Rocío. Al apoyarse en la puerta, ésta cedió y apretó accidentalmente los dos gatillos del arma, aunque sólo recordaba “un ruido”.
A preguntas de la fiscal, explicó que, “por miedo” a lo que iba a decir su padre, no se atrevió a acercarse a su hermana (que había muerto en el acto por la pérdida de masa encefálica), aunque en cambio sí “revolvió la casa” antes de envolver la escopeta en una toalla y esconderla en un descampado de las inmediaciones.
Acto seguido, dijo que se dirigió al bar propiedad de su padre para “felicitarlo porque era su cumpleaños”, después fue a su gimnasio en la cercana Benidorm y que también visitó la tienda de coches del novio (Raf Mateo) de su hermana, con quien estuvo “hablando”.
Poco más tarde, en torno al mediodía, recibió la llamada de la mujer que limpiaba su chalet, quien descubrió el cadáver junto a su madre, y acudió a su casa, donde su progenitora le pidió que llevara a Rocío al hospital de Villajoyosa, lo que hizo metiéndola en el maletero.
Culpó al consumo de anabolizantes
Ramón M.G. contó que desde hacía unos seis meses consumía anabolizantes y esteroides relacionados con el gimnasio, sustancias que afectaron su conducta porque hacían que se “enfadara con facilidad”. Rechazó que supiera que el día del crimen su hermana tuviera intención de anunciar a la familia su relación sentimental con su novio, o el hecho de que Rocío hubiera abortado un tiempo antes.
En el juicio, no hubo acusación particular porque los padres y la hermana de la víctima ejercieron la defensa del procesado.
Su letrada aseguró a los miembros del jurado que Ramón M.G. “es una buena persona, un buen tipo y un buen hermano que adoraba a su hermana”, y atribuyó el “desgraciado accidente” al consumo de anabolizantes porque “alteraron y bloquearon su mente”.
La fiscalía apuntó premeditación
En cambio, la fiscalía argumentó que Ramón M.G. montó el arma concienzudamente y que efectuó los dos disparos a “sangre fría” para, posteriormente, revolver cajones, romper la cerradura de la casa “por dentro” y romper el marco de puertas.
Además, citó sus “dotes interpretativas brillantes”, por transportar a su hermana cuando sabía que era cadáver y por asistir días después del crimen al entierro aparentemente “llorando y totalmente afligido”.
Este suceso conmocionó Alfaz del Pi, dado que la familia es muy conocida en el pueblo por tener un bar en pleno centro, y porque la Guardia Civil investigó durante un mes hasta que la investigación condujo a la detención del hermano, que finalmente confesó la autoría y desveló dónde estaba la escopeta.