“Quería hacer una serie que no hiciera daño a la gente e hiciera pasar un buen rato”. Alejandro Amenábar ha ganado nueve Premios Goya y un Oscar. Siete películas después, estrena su primera ficción televisiva con una premisa aparentemente sencilla, pero que convierte a La Fortuna en una producción altamente disfrutable, entretenida e inspiradora.
Su germen es el cómic de Paco Roca y Guillermo Corral El tesoro del Cisne Negro que, para el cineasta, “tenía una evocación de la aventura con mayúsculas”. Al director le atrajo “su concepto 'Tintinesco', el juego de ajedrez entre personajes, la mezcla de géneros y una historia que se remonta a dos siglos atrás”, como nos cuenta en esta vídeo-entrevista que puede ver sobre estas líneas.
La Fortuna, cuyos dos primeros episodios ya están disponibles en Movistar+ y su tercera entrega llegará a la plataforma el próximo jueves, sigue a un joven diplomático y a una entusiasta funcionaria dispuestos a demostrar que un tesoro submarino encontrado por una empresa norteamericana pertenece a España. “Al buscar referentes, Spielberg siempre ha sido para mí una guía espiritual”, reconoce sobre el tono de su serie, en el que “flota ese espíritu lúdico y de hacer algo con un punto no me atrevería a decir naif, pero sí inocente”.
En la ficción hay impresa una clara voluntad conciliadora. “Nos pareció interesante darle ideas políticas a los dos protagonistas que acaban enamorándose”, explica Amenábar al respecto, añadiendo que considera positivo “que ponga mi granito de arena y reivindique la convivencia y la mezcla entre culturas e ideologías”.
Menos cómodo se siente con que La fortuna sea concebida como “patriótica”. “En el momento en el que un gobierno reclama un pecio como parte de su patrimonio histórico frente a una gran superpotencia como Estados Unidos, entra el tema de la nación”, afirma, “está reflejado ese contraste entre las dos culturas, pero lo quería retratar con sus luces y sombras”.
“Lo último que habría pensado es hacer una serie patriótica sin más”, asegura, y añade: “Es una serie donde unos personajes funcionarios anónimos luchan por una causa justa. En ese sentido sí puedes decir que es patriótica, pero defender lo patriótico sin más es algo que no comparto, quizás porque mi apellido es vasco, he nacido en Chile y me he criado en Madrid”.
La ficción se adentra igualmente de lleno en la institución pública a través del Ministerio de Cultura. “Está bien sacar del pedestal”, opina, “los políticos e incluso nosotros, los personajes públicos, tenemos una imagen que es la que damos públicamente, pero a veces hay una trastienda y hay humor. Me apetecía que lo hubiera en la serie y en concreto en el personaje del ministro, ¿por qué no?”.
Tras su debut en el mundo de la ficción televisiva, Amenábar no descarta repetir en el futuro. “Nunca le digo que no a una buena historia”, asegura, “así como sí he dicho que no a instalarme en otro país o hacer carrera fuera, siempre me ha llevado la historia que puede llevarte a otros lados o te exige un cambio de formato”.
De hecho, explica que en un principio concibió La fortuna como un largometraje, pero fue al estructurarla en el guion que ha escrito junto a Alejandro Hernández cuando comprobaron que “daba para seis episodios”. Y de paso, que entre ellos, “tuvieran distintos tonos y entidad por sí mismos”. “Es un formato que puedo concebir como director, escritor y espectador”, reivindica.