En la provincia de Cáceres se esconde una villa termal, un tesoro oculto donde convergen la belleza natural, las aguas termales, la historia, la gastronomía auténtica y la hospitalidad, brindando una experiencia para todos los sentidos. Ubicado en el impresionante valle del Ambroz, Baños de Montemayor es un pueblo que cautiva con sus milenarias aguas termales de origen romano y su riqueza cultural. Si no tienes planes este próximo fin de semana, te recomendamos que viajes hasta esta localidad.
Sin duda el principal atractivo de este municipio es su balneario. Está situado en la milenaria Vía de la Plata, rodeado de naturaleza. Sus instalaciones combinan a la perfección innovación y tradición, con 2000 años de historia. El complejo se divide en dos naves: una de nueva construcción del año 1995, y otra que fue reformada en el 2000, construida sobre la edificación original donde se encuentran las termas romanas.
El balneario ofrece aguas sulfuradas, sódicas y oligometálicas, que brotan de dos manantiales próximos entre sí denominados Columna y Arqueta, con una temperatura de surgencia de 43 grados centígrados. A estas aguas se les asocia propiedades beneficiosas para tratar procesos reumatológicos, artrosis, afecciones del aparato respiratorio. Son además tonificantes para la piel.
En época de dominación romana, estas fuentes termales fueron utilizadas por militares y funcionarios romanos entre el siglo I y IV, además de por la población hispano-romana, que veían alivio de sus males en las aguas sulfuradas de este complejo termal. Este recinto termal seguiría utilizándose en épocas posteriores, favorecido por la vía de comunicación denominada Vía de la Plata, una calzada romana que atravesaba Hispania.
A principios del siglo XVII se constata nuevamente la utilidad y fama de los baños termales, pero su auge se evidenciará sobre todo en los siglos XVII, XVIII y XIX, cuando varios obispos mostraron su preocupación por las aguas termales de Baños, contribuyendo a la mejora de sus instalaciones, agrandando y añadiendo más pilas para el uso de los bañistas.
El primer médico-director que tuvo el Balneario fue Francisco Martínez Serrano en 1819, que tras el estudio de las aguas propuso una serie de reformas, y es en 1833 cuando el Ayuntamiento cede la titularidad del balneario a los vecinos, quienes se hicieron cargo de las obras. En este mismo año se crea la Junta Protectora del Establecimiento, hoy en día llamada Probaños. Con estas reformas y las que siguieron a lo largo del siglo XIX y principios del XX, se consiguió un atractivo y acogedor Balneario que hizo que fuera uno de los más visitados en España.
En 1995 se inaugura un nuevo edificio, y además el Balneario fue declarado bien de interés cultural. En el año 2000 se reforma el antiguo edificio, donde se encuentra la Terma Romana, convirtiendo el complejo termal de Baños de Montemayor en uno de los centros termales más modernos y atractivos del país, por el uso de las técnicas más actualizadas de la hidroterapia.
El pueblo del castaño
No solo es Baños de Montemayor famoso por su balneario, también es célebre por su artesanía, en particular por sus trabajos con madera de castaño, una tradición que se remonta a tiempos inmemoriales y es característica de los pueblos del Valle del Ambroz. Dentro del valle cada artesano tiene una técnica característica y en Baños de Montemayor se trabaja la madera en fino, con piezas que se dedican principalmente a las labores de la casa o como objetos de ornamento.
El proceso de elaboración comienza con el cuidado de los castaños, la selección, corte y acarreo de los palos, de los que se obtendrán las lamas con las que se fabricarán los cestos.
También vale la pena dar un paseo por el pueblo, ya que es un excelente ejemplo de la arquitectura popular del norte de Extremadura, con sus viviendas entramadas que consisten en una planta baja de mampostería, sobre la que se levanta el piso superior realizado mediante una trama de madera rellena de adobe.
Otra parada obligatoria es la Iglesia de Santa María de la Asunción, declarada Monumento Histórico Artístico en 1982. Construida entre los siglos XVI y XVII, es muy característica su torre construida en sillería, de planta cuadrada que se transforma en romboidal a partir del segundo cuerpo, adornada con escamas y motivos heráldicos. En la torre hay un curioso remate constituido por cuatro pirámides herrerianas -un estilo arquitectónica muy característico de finales del siglo XVI- de las que nacen dos arcos que se cruzan en medio. Merece la pena contemplar la portada norte que se abre en un arco de medio punto, flanqueado por pilastras sobre las que se organiza un entablamiento con un relieve en mármol del emblema mariano -jarrón con lirios- y floreros a ambos lados.
Recomendamos también visitar la Iglesia de Santa Catalina, construida en el siglo XV y reconvertida en Auditorio Municipal. En la actualidad exponen una muestra permanente de fotografía antigua centrada en el balneario de la localidad. El edificio está edificado en mampostería de granito y sillarejo enfoscado de cal, presenta una cabecera plana donde se adosa la torre campanario, de planta rectangular. La puerta sur es un sencillo arco moldurado de medio punto, enmarcado por un alfiz; a ambos lados puede verse el escudo del Duque de Béjar. En el interior puede contemplarse un retablo de corte renacentista -siglo XVI- donde se representan historias de la vida de Cristo y del martirio de Santa Catalina.