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En la provincia de Salamanca y junto a la frontera con Portugal una vieja vía de tren se ha convertido en un atractivo plan para los amantes de la naturaleza, el ferrocarril y el patrimonio arquitectónico. Un Camino de Hierro que atraviesa las Arribes del Duero, donde antes chirriaban las ruedas de los trenes y ahora solo se oyen las pisadas de los senderistas.
La recuperación de esta infraestructura ferroviaria ha dado lugar a una ruta que nos lleva por el Parque Natural de Las Arribes entre cañones, túneles y puentes metálicos desde la localidad de La Fregenera hasta la frontera con Portugal. Un sendero que nos adentra en la naturaleza salmantina a lo largo de 17 kilómetros y que nos habla del desarrollo que vivió la región a finales del siglo XIX.
Para conocer los orígenes de este Camino de Hierro hay que remontarse muy atrás, al menos hasta 1883, que es cuando comenzaron las obras de construcción. En diciembre de 1887 fue cuando finalmente un convoy español y otro portugués se encontraron en el Puente Internacional del Águeda, que servía de frontera entre ambos países. A partir de ese momento la línea quedó oficialmente inaugurada y en funcionamiento. Con ella y tras el esfuerzo de innumerables esfuerzos portugueses, españoles y de inversores privados se daba una alternativa al transporte fluvial que surcaba el Duero uniendo por tierra Salamanca y Oporto.
Pero aunque las expectativas eran altas la línea en realidad nunca alcanzó la relevancia comercial esperada, y la falta de rentabilidad, y la mejora de las conexiones por carretera, hizo que la línea terminase cerrando en 1985. El ramal español que iba de La Fuente de San Esteban y que llegaba a la localidad fronteriza de Barca d’Alva, de 77 km de longitud, quedó en desuso y en espera de un nuevo futuro. En el año 2000 fue declarado Bien de Interés Cultural y empezaron a surgir proyectos para volver a poner sus instalaciones en valor, hasta que por fin se ha conseguido hacer del tramo de 17 km que va de La Fregeneda a la frontera con Portugal una referencia turística en el noroeste salmantino.
Igual 17 kilómetros no parecen muchos, pero lo cierto es que su construcción supuso una gran obra de ingeniería para abrirse paso por las Arribes del Duero. Hicieron falta 20 túneles y 10 puentes para unir la estación de La Fregeneda con la de Barca D’Alva, pasando de los 527 metros de altitud a los 133 del límite fronterizo.
Si sumamos todos los túneles en total suman 4,3 km de trazado subterráneo, y entre ellos destacan el túnel 1, al ser el más largo con sus 1,5 km de longitud, y el túnel 3, construido en forma de U. Los túneles, horadados en la roca viva, no cuentan con iluminación artificial, por lo que la oscuridad y el silencio acompañarán nuestros pasos por ellos.
Al rodearnos de montañas y zonas boscosas el contraste lo ponen los puentes que salvan los desniveles del camino, enormes viaductos de hierro por los que cruzaron pesados trenes a lo largo de todo un siglo. En total la suma de los puentes alcanza una longitud de 1.040 metros y algunos de ellos se vuelven fantásticos miradores a 50 metros de altura. El de Los Poyos, atribuido a la escuela de Eiffel, y el de Poyo Valiente, construido en curva, son sin duda los más llamativos de todo el recorrido. El último, construido sobre el río Águeda, hace de punto fronterizo entre España y Portugal.
A todos aquellos que pusieron su esfuerzo y dedicación para llevar a cabo esta vía férrea, desde los ingenieros, jefes e inversores, hasta las más de 20.000 personas que llegaron a trabajar a lo largo de sus cuatro años de construcción, les gustaría ver que su obra no ha caído en el olvido y que ahora es todo un referente turístico en Salamanca.
El Camino de Hierro es la única manera de adentrarnos en el Parque Natural de Las Arribes del Duero. Un lugar donde la orografía da lugar a un singular microclima mediterráneo que permite la presencia de flora poco común en la meseta, como chumberas y almendros, que dependiendo de la época del año se encargan de aportar su nota de color. Además, las pendientes de las laderas, escalonadas en bancales, permiten el cultivo de especies como el olivo, el almendro, la vid o los frutales, típicas de climas mediterráneos.
âAl atravesarlo iremos dejando grandes cañones a un lado y a otro, y metidos en plena naturaleza nos adentraremos en el hábitat de aves como los alimoches, los buitres leonados o las águilas reales que sobrevolarán nuestras cabezas. Además, en los túneles 1 y 3 pasaremos por una peculiar colonia protegida de murciélagos, por lo que nuestro respeto al entorno que nos rodea ha de ser máximo.
El senderista tiene dos opciones para conocer el Camino de Hierro. O bien hacer la ruta entera siguiendo el cauce del río Águeda, de 17 km y 6 horas desde La Fregeneda hasta el muelle fluvial de Vega Terrón, el único muelle fluvial de Castilla y León; o bien hacer una ruta reducida hasta el túnel número 3 y regresar por un camino alternativo, lo que supone 8 km en total y un tiempo unas 3,5 horas. Si se opta por la ruta completa el camino se hará bajando una suave pendiente y al final un transporte nos llevará de vuelta hasta el punto de origen, por lo que no hay que caminar también de regreso.
En todo caso el punto de salida se encuentra en La Fregeneda, en su antigua estación de tren, y allí un vagón se encarga de recibir a los visitantes. Es importante tener en cuenta que el horario de entrada es limitado, siendo de 9 a 10 horas del 15 de octubre al 31 de marzo y de 7:30 a 8:30 horas del 1 de abril al 14 de octubre, Todos los lunes la ruta está cerrada por mantenimiento y las tarifas de acceso van de la general de 5 euros a los 4 de la reducida. Los vecinos la pueden hacer por 2,5 euros. Si quieres, aquí puedes ver un mapa orientativo del Camino de Hierro, y tanto si necesitas más información como si quieres reservar tu entrada, puedes hacerlo en la página web de www.caminodehierro.es.
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