Si el confinamiento nos ha dejado demasiadas horas de encierro entre cuatro paredes el verano nos da la oportunidad de volver a salir a la naturaleza, de disfrutar de los espacios abiertos y de volver a ver el cielo. De sumergirnos en la vegetación, de subir montañas, refrescarnos en ríos, recorrer valles y reflejarnos en lagos. En definitiva, todo lo que hemos echado de menos cuando no hemos podido salir de casa.
Con estas 10 escapadas verdes podrás olvidar el confinamiento este verano, respirar aire puro y estirar las piernas sin miedo a comprometer el distanciamiento social. Ya sea en Baleares, Canarias o recorriendo la península ibérica de punta a punta, estos destinos en los que reencontrarte con la naturaleza son una apuesta segura a la hora de planificar tus próximas vacaciones.
El Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera
El de Garajonay es uno de los 15 Parques Nacionales de España, está en la isla canaria de La Gomera y ocupa un 10% de su superficie. Tiene el encanto de ser menos visitados que otros parques y esconde uno de los bosques más singulares del país: la laurisilva canaria. Todo un superviviente del Terciario que se mantiene aquí gracias al clima tropical tras haber desaparecido por completo del continente.
Picos de Europa, en León, Asturias y Cantabria
El de Picos de Europa es el Parque Nacional más antiguo de España, declarado como tal en julio de 1918. Es una apuesta segura para quien busca aire puro rodeado de verde, aunque eso también lo hace uno de los más visitados del país. Aquí hay valles, cumbres rocosas, ríos cristalinos y senderos para caminar hasta que las piernas no puedan más. La Ruta del Cares, el Naranjo de Bulnes, los Lagos de Covadonga y el teleférico de Fuente Dé son solo algunas de las visitas imprescindibles de este espectacular entorno natural.
La Sierra de Cazorla, en Jaén
La Sierra de Cazorla pertenece al Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas y es uno de esos lugares que cautivaron a Félix Rodríguez de la Fuente. Un buen lugar para hacer turismo rural, tanto por sus pueblos como por su naturaleza. El nacimiento del Guadalquivir es uno de sus principales reclamos pero los amantes del senderismo no deberían perderse ni la Cerrada de Elías ni la Cerrada del Utrero. Es un entorno excepcional para disfrutar de la vida salvaje pues aquí habitan zorros, ciervos, jabalíes, cabras montesas y un gran número de rapaces.
El Parque Nacional de Monfragüe, en Cáceres
Monfragüe es una opción ideal para los aficionados incondicionales a la ornitología. Además de caminar y desconectar por los montes extremeños, entre alcornoques, quejigos, encinas y helechos, es un lugar perfecto para observar aves de la envergadura de los buitres negros y leonados, las águilas imperiales, las cigüeñas negras, los alimoches y los halcones, entre otras especies. Un lugar para disfrutar tanto de día como de noche, sus cielos son de los mejores de toda la península ibérica para la observación de estrellas y cuenta con un observatorio astronómico pensado para el disfrute de todos los públicos.
La Ribeira Sacra, en Lugo y Orense
En Galicia, entre las provincias de Lugo y Orense, la erosión ha creado profundos cañones cubiertos de bosques en las riberas de los ríos Cabe, Sil y Miño. En la Ribeira Sacra, además de una escapada natural, tienes también en el mismo viaje un importante componente cultural y gastronómico. La alta densidad de monasterios y cenobios que tuvo aquí lugar hace que se conozca como la ruta del románico gallego, y a su vez es el corazón de la ‘viticultura heroica’, con viñedos plantados casi en vertical sobre bancales de piedra a los que en ocasiones solo se puede acceder desde las aguas de sus ríos.
El Valle de Ordesa, en Huesca
Viajamos a otro Parque Nacional, el de Ordesa y Monte Perdido. Aquí la naturaleza se muestra en su estado más puro entre grandes picos, verdes valles y caudalosos ríos. Un lugar idóneo para sentir la inmensidad de las montañas y olvidar los agobios del confinamiento, unos minutos aquí y será fácil volver a sentir la libertad que solo la naturaleza es capaz de transmitir. Entre sus encantos es difícil elegir solo uno, pero si es tu primera visita al parque no deberías pasar por alto ni el Cañón del Añisclo ni la cascada de la cola de caballo. Una vez que hayas cumplido con estos imprescindibles podrás dar rienda suelta a tus botas de montaña.
La Ciudad Encantada, en Cuenca
Un lugar para dejar volar la imaginación, muy entretenido además para un viaje en familia. La Ciudad Encantada se encuentra a media hora de Cuenca y sumergidos en un bosque de pinos podemos buscar curiosas formaciones entre sus erosionadas rocas. Tortugas, osos, focas… Todo vale cuando toca encontrar sentido a las siluetas de sus piedras calizas. Todo el Parque Natural de la Serranía de Cuenca esconde grandes alternativas en plena naturaleza, como el propio Monumento Natural del Nacimiento del Río Cuervo.
La Sierra de Tramontana, en Mallorca
Nos acercamos al mar y viajamos a la isla de Mallorca, donde entre montañas verdes y calas azul turquesa podemos encontrar el lugar perfecto para borrar de nuestra mente las semanas de confinamiento. En la Sierra de la Tramontana, a lo largo de una cordillera larga y estrecha pintada con casas de piedra, con cultivos en terrazas y acantilados, los pueblos de piedra y encanto rural crean una ruta que te llevará por Valldemosa, Deià, Sóller, Fornalutx y Santuario de Lluc hasta llegar al Cabo de Formentor. Una escapada en la que sería tan imperdonable dejarse en casa tanto el bañador como las ganas de probar productos típicos.
La Sierra de Urbión y la Laguna Negra, en Soria
Es uno de los parajes naturales más bellos de la provincia de Soria, si no el que más. La laguna se ubica a unos 1.700 metros de altitud y se rodea de grandes paredes graníticas y frondosos pinares. Los glaciares fueron los encargados de esculpir este peculiar paisaje donde el color oscuro y profundo de la laguna ha motivado misterios y leyendas a lo largo de su historia. En verano, cuando mayor afluencia de visitantes hay, ten en cuenta que no se permite subir hasta la Laguna Negra a los vehículos particulares, por lo que se ha de caminar o recurrir a uno de los autobuses lanzadera en servicio para la ocasión.
El Valle de Arán, en Lleida
El Valle de Arán, o Val d’Aran, se encuentra en el extremo noroccidental de Cataluña, a lo largo de la frontera con Aragón y Francia, en los Pirineos Centrales. Es un paraje natural como pocos y con una oferta al aire libre casi infinita. Entre montañas, bosques y ríos es fácil olvidarse de todo lo demás. Hay rutas para todos, como la de Uelhs deth Joeu, la de Los 7 Lagos o la del Bosque Encantado de Carlac, y pueblos que tampoco se debería pasar por alto, como Vielha (la capital del valle), Bossost, Bausen y Les. Aprovecha y date algún que otro capricho gastronómico, aquí encontrarás sabores que te harán querer volver.