En el corazón de Segovia se esconde uno de los pueblos más bonitos de Castilla y León. Maderuelo, un municipio de apenas cien habitantes, es un pedazo de historia medieval rodeado de parajes naturales. El pueblo, cuyos orígenes se remontan al siglo X se erige sobre un cerro rocoso, coronado por una iglesia mudéjar en perfecto estado de conservación.
Antes de acceder a Maderuelo lo primero que vemos es su imponente muralla, que cubre alrededor de tres hectáreas y media. En su época dorada tenía cuatro puertas y el castillo integrado en el extremo oriental. La muralla determina la estructura de todo el conjunto, de trazo irregular con predominio de estrechas y alargadas manzanas adosadas.
El acceso más popular al pueblo es a través del Arco de la Villa, uno de los accesos a la muralla que sobrevive a nuestros días. Aún conserva los cerrojos, la poterna y unas gruesas puertas de madera acorazada, con adornos y policromía del siglo XV. Hasta principios del siglo XX, esta parte defensiva de Maderuelo conservaba un foso y puente de acceso.
La puerta de acceso está coronada por un alto arco de medio punto en el interior y un arco apuntado en el exterior. Adosado al arco exterior hay otro de medio punto, más alto, con un gran hueco central o buhedera que servía para proteger el acceso. En ese espacio se apostaban vigilantes, que aprovechaban el agujero del arco para atacar a visitantes indeseados si era necesario.
Paseando las calles del pueblo veremos que las manzanas son irregulares, añadidas durante siglos de historia. El callejero se distribuye sobre dos ejes irregulares que convergen en las puertas de los extremos del recinto y que se enlazan por múltiples callejones transversales abiertos a lo largo del tiempo.
Durante nuestro recorrido veremos una bifurcación presidida por la pequeña Plaza de San Miguel. Una escalinata se abre para subir al patio o atrio elevado de la ermita. Los altos edificios que la circundan conservan la atmósfera medieval, destacando dos portadas románicas y una gótica con escudo de estilo rococó.
Tras una pequeña subida encontraremos la iglesia-palacio de San Miguel, reformada en el siglo XVI conserva una nave de una construcción anterior de estilo románico. La iglesia-palacio se caracteriza por sus gruesos muros y las aspilleras, que le otorgan un perfil defensivo y hacen pensar en que formaba parte de un recinto amurallado diferente al actual. Fue abandonada en el siglo XIX y reconstruida en 1981 por el Ayuntamiento de Maderuelo y la Junta de Castilla y León. Actualmente la iglesia no tiene culto, y parte del conjunto es una vivienda privada a la que no se puede acceder.
En su interior está la conocida como momia de Maderuelo, los restos de una joven del siglo XV. Según la leyenda, vivían en el pueblo un noble y su hija, llamada María, que murió durante un viaje para rendirle pleitesía al rey. La mujer, según cuenta la leyenda, fue ataviada con sus mejores galas —“parecía un ángel dormido la losa de pizarra cubrió su sueño—. Cuando una reforma en la iglesia durante el siglo XX obligó a destapar la fosa quedó al descubierto una momia bien conservada, que actualmente está expuesta en el interior de una vitrina.
Bajo el atrio fortificado de la iglesia nos sorprende el cielo abierto, con el espectacular mirador Arcarcel y Barbacana. El nombre de arcarcel indica que esta extensión de terreno se usó para sembrar cebada que se segaba verde y servía de forraje para los animales de transporte del párroco. Se sabe que originalmente se construyó como estructura defensiva, aunque se desconoce qué función podía cumplir. Sirvió de osario de la parroquia hasta épocas recientes. En este mirador está la Plaza del Baile, dedicada a un benefactor del pueblo
Podremos salir de Maderuelo por la Puerta del Barrio, nombrada así por estar situada cerca de la judería o barrio judío. Este nombre podría deberse también a que da acceso al camino procedente del barrio donde se asentaba la parroquia de Santa Coloma, de posible origen mozárabe. Es una entrada abovedada enmarcada entre dos sólidos arcos de medio punto, a los que se adosa un antiguo torreón que posteriormente hizo las veces de vivienda. Tras esto se utilizó como hospital o albergue de peregrinos y necesitados.
Fiestas cargadas de historia
No solo es popular en Maderuelo su arquitectura, también sus fiestas populares, numerosas y enraizadas en su historia medieval. Muchas son una cita imprescindible si visitas el pueblo, convirtiendo la experiencia en única: las festividades se reparten alrededor de todo el año, por lo que es probable que el pueblo esté de fiesta cuando lo visites:
Santa Águeda
Una fiesta por y para mujeres. Se trata de una procesión cargada de danzas y música, que se enfervoriza cuando las Águedas —las mujeres que participan en la festividad— salen a la entrada del pueblo para bailar mirando al Alcázar. En Maderuelo las mujeres eligen cada año una alcaldesa para esta fiesta quien coordina las preparaciones y dirige las diferentes actividades durante el fin de semana. Santa Águeda se celebra durante la primera semana de febrero.
Feria medieval
Cada año, en el último fin de semana de agosto, se celebra Maderuelo Siglo XII, una gran fiesta medieval en la que los vecinos explican de un modo visual y sencillo distintos aspectos de la sociedad medieval castellana en dicha época. Las recreaciones de todo tipo de escenas cotidianas de aquellos residentes se suceden durante un fin de semana en que también se invita a los visitantes a ataviarse con ropas de la Edad Media y cruzar esa pared imaginaria que separa al público de los actores.
Fiestas patronales
Esta celebración de raíces católicas transciende las murallas con una mezcla de devoción y baile. En Maderuelo las fiestas patronales se celebran el último domingo de septiembre en honor de Nuestra Señora de Castroboda, la virgen local. El resto del año la efigie se aloja en una ermita con su mismo nombre, construida colectivamente por los vecinos a finales del siglo XVIII, de estilo neoclásico con interior barroco decorado con yeserías.