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Nantes, la capital del Loira, puede convertirse en una sorprendente escapada de fin de semana. Y si es verano, mejor aún, porque la ciudad se transforma en un verdadero museo a cielo abierto. Desde finales de la década de los 80, cuando se cerraron sus astilleros y vio desaparecer su motor industrial, Nantes decidió reinventarse a través de la cultura. Desde entonces, la ciudad ha sacado punta a la creatividad de artistas, arquitectos, paisajistas y otros poetas urbanos para que sus calles, sus plazas, sus jardines y hasta su río sean únicos en el mundo.
En Nantes podrías empezar por lanzarte a la calle y dejarte empapar por todo lo que te rodea, ya sea en el centro histórico, en el moderno barrio de la creación, el coqueto Trentemoult y su antiguo barrio de pescadores o en la recuperada isla de Nantes, donde tras el cierre de los astilleros en 1987 se potenció la cara alternativa de la ciudad. Pero si buscas un punto de inicio concreto ese puede ser el Château des ducs de Bretagne (Castillo de los duques de Bretaña), que además de ser de lo poco medieval que queda en Nantes junto a la fachada de la catedral, desde 2007 alberga en su interior el museo de la historia de la ciudad. Un lugar muy interesante para ponernos en situación.
Cuando decimos que el verano puede ser el mejor momento para visitar Nantes, nos referimos a esto. Al menos para los amantes al arte, pues durante los meses de julio y agosto se celebra Le Voyage à Nantes y las obras artísticas toman la calle. Pero no te preocupes si vas en cualquier otro momento, porque Le Voyage Permanent , como su nombre indica, siempre está ahí. Te lo aclaramos enseguida.
Le Voyage à Nantes nació en 2011 como un concepto de turismo 360º alrededor del arte y la sostenibilidad. Al principio comenzó como una bienal de arte contemporáneo que repartía por la ciudad obras de diferentes artistas, pero pronto se convirtió en un festival anual que transforma la ciudad cada verano. Durante todos estos años algunas de las obras expuestas han sido elegidas para permanecer para siempre en su lugar, y ahí es donde aparece Le Voyage Permanent, un itinerario que cuenta ya con más de 50 obras repartidas por toda la ciudad y sus alrededores.
Para dar forma a este viaje por las calles de Nantes está la línea verde que, trazada en el suelo, nos lleva por las obras de arte, diferentes puntos de interés y también la gastronomía del lugar. Con cada edición de Le Voyage à Nantes esta línea verde se modifica acompañando la transformación de la ciudad, ya mide unos 24 km y nos acompaña por barrios como los de Bouffay, Feydeau, Graslin, Gare, Viarme Talensac, la Île de Nantes y Chantenay.
Seguir la línea verde nos llevará por la actual edición de Le Voyage à Nantes y por todas las obras que Le Voyage Permanent mantiene en su sitio. A nuestro paso iremos encontrando numerosos puestos de información, con mapas y catálogos de cada obra para que conozcamos su origen, su sentido y su autoría. Obras todas ellas que desafían a lo común y que buscan marcar la diferencia entre lo original, la excentricidad y lo imposible.
De manera que podemos encontrar desde estatuas que se escapan de su pedestal (Éloge de la transgression) u otras que lo empujan para desplazarse por la ciudad (Éloge du déplacement), hasta proyecciones de vídeo sobre el agua del canal (Nymphéa) o los famosos arcos de colores de Les Anneaux en el Quai des Antilles de la isla de Nantes. Estas entre muchísimas otras piezas que hacen de Nantes una ciudad totalmente diferente y rebosante de cultura.
Además, nos guste el arte contemporáneo o no, la línea verde es una herramienta perfecta para recorrer los puntos más bonitos de la ciudad y descubrir también Les Tables de Nantes, una guía con la que conocer la cocina y los vinos locales a través de una selección de restaurantes elegidos por un jurado de personas voluntarias amantes de la gastronomía.
Si quieres ir un paso más allá, no tienes más que seguir el curso del Loira para encontrar obras tan espectaculares como La Maison dans la Loire, una casa de tamaño real medio hundida en el río o Misconceivable, un barco doblado como si se derritiera, y así recorrer todo el Estuaire obra tras obra hasta llegar al espectacular esqueleto de la Serpent d´océan (la serpiente del océano).
Toda visita a Nantes, sea cuando sea, nos tiene que llevar a Les Machines de l'île (Las máquinas de la isla). Lo que aquí verás en los antiguos astilleros se ha convertido en una de las imágenes más icónicas de la ciudad, se trata de un proyecto artístico totalmente inédito. Fruto de la imaginación de François Delaroziere y Pierre Orefice, combina la inspiración en Julio Verne con el universo mecánico de Leonardo da Vinci y la historia industrial de Nantes.
En Les Machines de l’île, durante todo el año, te esperan diferentes criaturas mecánicas que parecen tener vida. Sin duda, su principal protagonista es su gran elefante, un majestuoso paquidermo mecánico de 12 metros de altura, ocho de ancho y 48,4 toneladas de peso que sale a pasear como si de una catedral de acero se tratase. Un espectáculo único en el que te puedes subir, aunque siempre es divertido dejarse mojar por su trompa desde el suelo.
En su camino el elefante se acerca al Carrousel des Mondes Marins (Carrusel de los mundos marinos), una especie de tiovivo enorme de 25 metros de altura y 22 de diámetro en el que a lo largo y ancho de sus tres pisos diferentes criaturas marinas mecanizadas giran interpretando los abismos marinos, el fondo y la superficie invitándote a dar unas vueltas en ellas. Además, siempre es interesante entrar en La Galerie des Machines (La galería de las máquinas) para descubrir los últimos proyectos de la compañía, como su enorme araña mecánica, su camaleón, su colibrí, su garza o su hormiga, que los visitantes pueden manejar por sí mismos. Mientras que en la nave de al lado, a solo unos metros, podemos admirar el trabajo de los constructores en el taller de este universo de madera y acero.
Desde aquí puede resultar muy agradable recorrer todo el antiguo barrio de los astilleros para ver cómo se han recuperado los espacios industriales con ofertas de ocio, disfrute, exposición y restauración al otro lado del Loira.
Y en un ambiente tan artístico como el que nos envuelve en Nantes, no deberíamos perdernos su museo de arte. La colección del Musée d’arts de Nantes nos lleva desde el siglo XIII hasta nuestros días, destacando como una de las mayores de toda Francia. El museo fue creado por Napoleón Bonaparte en 1801 y su actual edificio merece una mención aparte, pues aunque fue construido como museo en 1900 nos recuerda más bien a un lujoso palacio.
Su colección cuenta con unas 13.000 obras, de las que unas 900 están expuestas al público entre pinturas, esculturas, fotografías, vídeos e instalaciones. Sigue un orden cronológico y entre sus firmas encontramos algunos de los artistas más importantes del mundo, destacan nombres como La Tour, Gentileschi, Champaigne, Soulages, Kandinsky, Monet, Coubert, Tissot, Picasso, Delacroix, Cattelan o Kapoor, entre muchos otros. Además, cada año ofrece tres grandes exposiciones temporales.
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