Tras los pasos de Edvard Munch, la cara del arte noruego

El Museo Nacional de Oslo, en Noruega.

Roberto Ruiz

Noruega tiene muchas caras. A su belleza paisajística le ponen cara monumentos naturales tan espectaculares como el Preikestolen. A sus ciudades de colores le ponen cara barrios como el de Bryggen en Bergen. E incluso las islas Lofoten ponen cara a una de las imágenes más emblemáticas del país. Pero si hay una cara indiscutible cuando se habla de cultura y arte en Noruega, esa es la de Edvard Munch.

Munch es uno de los artistas más característicos y representativos de la pintura noruega. Su repertorio es amplio y obras como El Grito son mundialmente conocidas. Estuvo en activo durante más de 60 años y sin lugar a dudas fue uno de los mejores representantes del Modernismo.

Sus trabajos se inspiraron tanto en las personas de su vida como en los paisajes donde vivió y trabajó, de manera que ahora podemos, casi 80 años después de su muerte y coincidiendo con el estreno de un largometraje noruego sobre su vida, seguir sus pasos por museos y entornos que dieron forma a su pintura.

Oslo, para conocer a Munch en profundidad

Como no podía ser de otra forma, la capital de Noruega alberga la mayor colección del mundo sobre Edvard Munch. El museo MUNCH, en Bjørvika, presume de ser uno de los museos sobre un solo artista más completos del mundo y en él se encuentra más de la mitad de las pinturas de autor modernista y toda su obra gráfica. El museo tiene 13 plantas y 11 salas de exposición, y aquí podemos ver obras de reconocida fama como El Grito, Madonna, La danza de la vida, La pubertad y La niña enferma, así como otras obras de todas las etapas de su carrera artística. 

Otra parada la tenemos en el Museo Nacional. Aquí, entre las obras de otros artistas, los cuadros de Munch ocupan un lugar especial. Algunas de las primeras versiones de El Grito, así como Muchachas en el puente, El broche y Melancolía son algunas de las obras que podemos ver aquí del autor noruego.

Después, si pasamos por el Ayuntamiento de Oslo podemos ver su obra Vida, ubicada en la denominada Sala Munch, y tampoco deberíamos pasar por alto el Auditorio de la Universidad, pues en 1911 Munch ganó el concurso para decorar las paredes del salón de ceremonias y, aunque en su momento la obra resultó polémica, hoy es considerada una de sus expresiones más monumentales.

A las afueras de Oslo en 1916 Munch adquirió la propiedad de Ekely, de unos 45.000 metros, y residió allí durante 28 años hasta su muerte el 23 de enero de 1944. La casa fue derribada en 1960, y sólo queda el taller de invierno, que suele estar abierto en verano y durante exposiciones y actividades programadas.

Si lo que queremos es admirar el mismo paisaje del que Munch sacó la idea para El Grito, entonces no tenemos más que dirigirnos a The Munch Spot en Ekeberg, cerca del parque de esculturas Ekebergparken. Y para finalizar la ruta por la capital, siempre podemos visitar la tumba de Munch en el cementerio Vår Frelsers Gravlund, fácilmente reconocible por el busto del artista que la acompaña.

Ramme, un lugar de descanso

A unos 40 minutos en coche al sur de Oslo se encuentra Ramme, un destino lleno de cultura. Aquí Munch tuvo una casa de campo desde 1910 hasta su muerte. Podemos seguir los pasos del pintor visitando la galería de arte Ramme, donde hay exhibiciones temporales y permanentes, o a lo largo de un sendero cultural que nos lleva a su antigua casa, conocida como Nedre Ramme. Muchos de esos paisajes que inspiraron sus obras los encontraremos aquí a nuestro alrededor.

Åsgårdstrand, la casa de verano

Tras un trayecto de una hora y veinte minutos desde Oslo llegamos a Åsgårdstrand, una pequeña ciudad costera donde en 1898 Munch compró una pequeña casa para pasar los veranos. Lo que fue su hogar es ahora un pequeño museo sobre Munch abierto al público en el que todo se ha mantenido intacto desde la época del artista. El edificio del estudio original fue derribado, pero se ha levantado otro en el mismo lugar para recordar que aquí se pintaron obras como El puente, Cuatro chicas en Åsgårdstrand y La danza de la vida.

Jeløya, una isla llena de inspiración

En la orilla opuesta del fiordo Oslofjord se encuentra la isla de Jeløya, a la que se llega tras hacer un breve trayecto en barco entre Horten y Moss, y donde Munch también pasó un tiempo de su vida. Aquí, en uno de esos paisajes noruegos que enamoran, el pintor encontró inspiración para algunas de las obras más famosas de su carrera. 

Para encontrar algunas de sus huellas no tenemos más que pasarnos por Refsnes Gods, un histórico y precioso hotel de 1767 situado junto al fiordo, que cuenta con una colección de arte única con obras de más de 90 artistas, incluidas algunas de Munch. En su Restaurante Munch encontraremos cuatro litografías originales de Munch, así como acuarelas y otras obras gráficas, entre las que se encuentran Autorretrato de 1895 y Mujer joven.

Kragerø y el recorrido Munch

Y para terminar, a hora y media al sur de Åsgårdstrand, se encuentra la ciudad de Kragerø, donde Munch pintó varias de sus obras más famosas. Para seguir sus pasos y encontrar los lugares que le inspiraron, en la oficina de turismo hay disponible un mapa que nos llevará por muchas de esas localizaciones que dieron forma a sus cuadros, lo que resulta un interesante plan para recorrer algunas de las calles con mayor encanto de esta pequeña y coqueta ciudad portuaria.

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