Timanfaya, un cachito de Marte en la Tierra

“El día 1 de septiembre de 1730, entre las nueve y las diez de la noche, la tierra se abrió en Timanfaya, a dos leguas de Yaiza... y una enorme montaña se levantó del seno de la tierra”. Posiblemente las palabras del párroco Lorenzo Curbelo sean la mejor explicación posible para comprender Timanfaya y hoy, gracias a su crónica, podemos hacernos una idea de cómo lo que ahora es un Parque Nacional un día fue un infierno de explosiones, cenizas, ríos de lava y bolas de fuego.

Lanzarote es para muchos la isla más peculiar de toda España. Su formación volcánica, sus paisajes negros, sus pueblos blancos y sus ricas costas la hacen un destino imprescindible para los amantes de la naturaleza extrema, la vida tranquila y la gastronomía más auténtica, pero nada destaca en ella como su Parque Nacional de Timanfaya, y solo el legado de César Manrique es capaz de seguir su popularidad.

Declarado como Parque Nacional en 1974 tiene una extensión de 51 km2 y es el mayor atractivo de la isla. Es el segundo Parque Nacional más visitado de las Islas Canarias, con permiso del Parque Nacional del Teide, y recibe al año más de 1.700.000 visitantes. Y no, no esperes bosques, cascadas y vegetación a tutiplen como en otros parques, porque aquí lo que te espera nada tiene que ver con todo eso.

Por qué Timanfaya es diferente a todo lo demás

Entre los 15 Parques Nacionales que hay en España no encontrarás ningún otro como éste. Es el único de toda la Red Española de Parques Nacionales de composición eminentemente geológica y aquí, mires donde mires, se te perderá la vista entre los campos de lava. Fueron las erupciones volcánicas ocurridas entre 1730 y 1736 las que crearon todo este entorno junto a las más tardías de 1824, y de él, a pesar de su aspecto árido e inerte, se dice que no es tierra muerta, sino recién nacida.

Una de las mejores cosas que puedes hacer en Lanzarote es perderte por sus carreteras para dejarte empapar por los marrones, negros, ocres, naranjas y rojos de sus paisajes, como si en otro planeta te encontraras. En Timanfaya se concentran 25 volcanes de todos los tamaños y una visita a sus campos de lava, en los que llega a perderse la vista, te hará pensar que estás en otro planeta, tanto que la propia NASA aprovecha sus características para llevar a cabo diferentes pruebas.

Mejor con tus propios ojos

Te podemos contar muchas cosas y enseñarte muchas fotos, pero hasta que no son tus propios ojos los que admiran la belleza negra de Timanfaya cuesta ser consciente de su espectacularidad.

La mejor manera de llegar al Parque Nacional de Timanfaya es en tu propio vehículo. Una vez allí pagarás la entrada en la puerta de acceso (adultos 9€, niños 4,5€) y continuarás carretera arriba hasta llegar al Islote de Hilario. Bajo esta zona central existe una cámara magmática que calienta el subsuelo hasta alcanzar temperaturas extremas, y para comprobarlo podrás ver dos demostraciones muy singulares que se realizan cada pocos minutos. Por un lado, la quema espontánea de arbustos al introducirlos en un hoyo que alcanza una temperatura de 400º y por otro la creación de un geiser al introducir agua en un agujero en el suelo. La temperatura es tal que el restaurante que encontrarás aquí aprovecha el calor proveniente del subsuelo para asar la comida de sus platos.

También desde aquí parte la Ruta de los Volcanes, un recorrido en guagua (autobús) que te llevará por las inmediaciones del parque a lo largo de 14 kilómetros, con explicaciones tanto en español como en inglés, y con el que pasarás incluso por inmensos túneles de lava. Durante media hora y desde lo más alto del Timanfaya podrás apreciar algunas de sus formaciones más espectaculares.

Para comprender mejor aún Timanfaya

Si de verdad quieres comprender como es debido el Parque Nacional de Timanfaya, su origen geológico, su formación y sus características, hay dos visitas imprescindibles que no deberías pasar por alto. Dos complementos gratuitos que marcarán la diferencia entre lo que podría ser una visita turística superficial y una verdadera inmersión, en cuerpo y mente, de lo que realmente es Timanfaya. Si puedes, no te los saltes porque ambos son realmente enriquecedores.

  • Centro de Visitantes e Interpretación de Mancha Blanca

Cerca del municipio de Mancha Blanca y a solo 4 kilómetros desde la entrada al Parque Nacional de Timanfaya se encuentra este Centro de Visitantes e Interpretación de Mancha Blanca. Cuenta con salas de exposiciones permanentes para conocer tanto la geología de la zona como su fauna y flora, así como diferentes proyecciones, miradores, pasarelas sobre coladas de lava e incluso una sala de simulación en la que sentir una erupción volcánica.

  • Visita guiada gratuita de Tremesana

Para atravesar por tu propio pie los campos de lava y que te expliquen los secretos geológicos de Lanzarote, cómo la vida se abre paso y cómo los isleños supieron aprovechar los materiales, no hay nada como la visita guiada de Tremesana. El punto de encuentro es en el municipio de Yaiza, desde allí se va en vehículo hasta el comienzo del sendero y la ruta a pie tiene unos 3 km de longitud. Durante las tres horas aproximadas que dura el paseo aprenderás como nunca sobre vulcanología.