La Vía Verde de Ojos Negros: una escapada entre naturaleza por la travesía más larga de España
Lo que en el siglo pasado fue la línea del ferrocarril minero del municipio turolense Ojos Negros hasta Sagunto, en la provincia de Valencia, se ha convertido actualmente en la Vía Verde más larga de España con 170 kilómetros. La senda se habilitó mediante el Programa de Vías Verdes desarrollado por la Fundación de Ferrocarriles Españoles para poner en valor el patrimonio ferroviario en desuso.
A comienzos del siglo XX, dos empresarios fundaron la Compañía Minera de ‘Sierra Menera’ en Ojos Negros para explotar las canteras de hierro del municipio turolense y llevarlo hasta la costa de Sagunt, donde lo transportarían principalmente a través de barcos. La empresa apostó por crear una nueva vía. El primer viaje se realizó en 1907 y estuvo en funcionamiento hasta 1972.
A los pocos años de que el ferrocarril empezase a prestar servicio, se abrió una planta siderúrgica en Sagunt, donde se trabajaba el hierro que no se enviaba al exterior. Por el nivel de producción, en 1972 cambiaron a Renfe el transporte de hierro.
Esta extensa Vía Verde recorre muy diversos paisajes por las provincias de Teruel, Castellón y Valencia, lo que constituye un atractivo único para los apasionados de andar o montar en bicicleta en plena naturaleza. Aunque las Vías Verdes apenas tienen desnivel porque fueron hechas para los trenes, hay que tener en cuenta en qué sentido se realiza la ruta, sobre todo si se trata de la bicicleta.
La Vía Verde de Ojos Negros por Teruel
Ojos Negros es un pueblo en la comarca turolense de Jiloca situado a 1.150 kilómetros de altitud con apenas 300 vecinos. La Vía Verde, propiamente dicha, comienza en en barrio de la Sierra Menera, el poblado y las instalaciones creadas por la compañía minera.
Esta primera parte suma más de 100 kilómetros entre Ojos Negros y Albentosa y también de Barraques, ya en Castellón, donde comienza la segunda parte la vía que transcurre por la Comunitat Valenciana.
Los cerros de rodeno, una roca de arenisca rojizas y violácea, configuran un paisaje muy singular dejan paso también a edificios históricos en los primeros kilómetros, como es el caso de las ruinas del castillo del siglo XIII de la localidad de Peracense, uno de los más originales y mejor conservados de Aragón también construido en rodeno.
Al pasar Santa Eulalia del Campo, una población importante en la ruta que tiene estación de la actual línea de Renfe Sagunto-Zaragoza, se pasa cerca de la laguna del Cañizar, uno de los humedales de agua dulce más grandes de España. Los campos de cereales se van transformando en bosques de chopos que se nutren de las aguas del río Jiloca que nace en esta comarca y a la que da nombre.
Tras atravesar Cella que cuenta con el pozo artesiano, un manantial que comunica con un acuífero de agua, más grande de Europa, nos aproximamos a la capital de Teruel. Realmente, la Vía Verde no la atraviesa, de modo que si quieres acceder a ella tienes que abandonar temporalmente la vía e ir directo al centro de Teruel por el arcén de la N-420a. Al tratarse de un tren minero, no estaba interesado en transportar pasajeros y, por ello, no atraviesa núcleos urbanos.
En el caso de no querer desviarte, este punto está cercal del kilómetro 70 seguir y los parajes de la Vía Verde cambian con los bosques de pinos sobre tierra rojiza. Aquí empieza el mayor desnivel de la Vía Verde, el Puerto del Escandón donde se alcanza los 1.200 metros de altitud con un desnivel del 4%, y que luego desciende hasta la Puebla de Valverde, donde se encuentra la Fonda de la Estación, un hostal en funcionamiento desde finales del siglo XIX.
Tras atravesar varios túneles se accede al viaducto de Albentosa, la mayor obra de ingeniería del antiguo tren minero. Tiene siete arcos y 180 metros de longitud. Estos últimos 20 kilómetros del tramo turolense de la Vía Verde transcurren entre bosques con vistas a las la sierra de Gúdar hasta alcanzar la localidad de Albentosa, el último municipio aragonés en esta primera parte del sendero.
La Vía Verde de Ojos Negros por Castellón y Valencia
Los paisajes empiezan a convertirse en mediterráneos y después de atravesar la Rambla del Barruezo se pasa de Aragón a la Comunitat Valenciana por la localidad valenciana de Barraques, situada en la comarca de l`Alt Palància, con una orografía marcada por las sierras de El Toro, la sierra de Espadán, la sierra Calderona, ambos parques naturales, y el propio valle del río Palancia.
Los parajes están salpicado de pinares de pino carrasco y cultivos de almendros hasta llegar a Caudiel, municipio que marca la frontera con la comarca l’Alt Millars.
En dirección al sureste se llega Xèrica con un impresionante campanario mudéjar, el estilo arquitectónico de buena parte de los edificios más relevantes de esta Vía Verde. Es un buen lugar para pararse a comer y seguir pedaleando por una pronunciada pendiente.
El final de este trayecto es Segorbe, capital de la comarca l’Alt Palància, una localidad histórica y monumental en la que destaca su catedral basílica con su interior neoclásico. Este municipio también ofrece todo tipo de servicios. En el pueblo hay que seguir la avenida de España, que luego se transforma en la N-234, para recuperar la Vía Verde a la altura de la pedanía de Geldo.
Tras pasar por Soneixa y Sot de Ferrer, donde hay un singular castillo-palacio gótico, se llega a Algímia d’Alfara, en la comarca de Camp de Morvedre, ya en la provincia de Valencia. Empiezan a verse los cultivos de naranjos y mandarinos.
Las localidades de Estivella y Albalat dels Tarongers se convierten en las últimas paradas de la Vía Verde de Ojos Negros, muy cerca ya de Sagunt, donde llega la brisa del Mediterráneo y es el final de este sendero.
Más allá de toda la riqueza paisajística y cultural, en Sagunt abrió sus puertas en 2020 un centro de interpretación de la Vía Verde de Ojos Negros, ubicado en la planta superior de la Oficina de Turismo de esa localidad valenciana. El centro recoge una sala expositiva y otra audiovisual en la que se habla de la historia de este itinerario.
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