Troya: ruinas y museo de una ciudad cargada de historia

El Museo de Troya en Çanakkale, Turquía.

Roberto Ruiz

29 de marzo de 2023 22:50 h

Cerca de la ciudad de Çanakkale, en Turquía, se encuentran los restos de la antigua ciudad de Troya. Ubicada en un entorno privilegiado, a orillas del Estrecho de los Dardanelos, este asentamiento que echó a andar en la Edad del Bronce pasó a formar parte de la historia gracias a la mítica Guerra de Troya. Un conflicto que llegó hasta nosotros a través de la Ilíada de Homero pero cuya veracidad histórica siempre ha estado en entredicho. 

Lo cierto es que si no fuera por la mitología, la literatura y el cine quizá no estaríamos hablando de Troya, pero aquel enfrentamiento que en teoría llevó a los aqueos a la ciudad de Troya con el pretexto del rapto (o fuga, porque eso tampoco está claro) de Helena de Esparta por parte del príncipe Paris de Troya, y su desenlace con el ingenioso Caballo de Troya, es más que suficiente para que hoy utilicemos expresiones como ser ‘el talón de Aquiles’ o nos protejamos ante ‘un troyano’. 

Troya suele ser una visita que se puede llevar a cabo desde Estambul o desde Çanakkale, y no nos llevará más de un día. Aunque estuvo olvidada durante siglos y siglos, las ruinas de Troya fueron descubiertas en las excavaciones realizadas en 1871 por Heinrich Schliemann, un millonario prusiano aficionado a la arqueología que encontró Troya siguiendo los poemas de Homero, entre otras ciudades históricas. Hoy, y tras muchas otras excavaciones posteriores a las de Schliemann, el yacimiento arqueológico de Troya nos cuenta sus cuatro milenios de historia entre piedras, acompañada por un museo que hace justicia a su enorme potencial turístico.

La ciudad de Troya, lo que aún se puede ver

El yacimiento arqueológico de Troya no es especialmente espectacular, sobre todo si lo comparamos con lo que podemos ver en Éfeso sin salir de Turquía. Pero aquí la carga histórica tiene el peso suficiente como para que merezca la pena acercarnos a conocerlo. Se estima que estuvo habitada durante unos 4.000 años y desde 1998 es Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO. 

Se calcula que durante 3.000 años se fue construyendo una ciudad sobre otra, los arqueólogos han identificado entre sus restos hasta nueve niveles superpuestos, y esa es una de las principales razones que ha provocado la difícil conservación de los restos más antiguos. Las diferentes etapas de la ciudad se fueron destruyendo para construir otras nuevas, y así difícilmente podemos obtener una imagen clara, o única, de lo que Troya fue en su momento de máximo esplendor.

El nivel más profundo es conocido como Troya I, perteneciente a la Edad del Bronce (3000-2500 a.C.) y el último, Troya IX, nos lleva ya hasta su época romana. La Troya que conocemos por Homero es la Troya VII, de mediados del siglo XIII a.C., y aunque es difícil de diferenciar entre las demás sí cuenta con varios elementos representativos.

Al entrar en el recinto un gran caballo de madera nos da la bienvenida a Troya, como aquel que según la leyenda introdujo a los soldados griegos dentro de la ciudad guiados por Ulises cuando las tropas habían fingido su retirada. Este, eso sí, está abierto al público y nadie quiere perder la oportunidad de subir a él. 

Conforme vayamos avanzando en nuestro recorrido iremos pasando por diferentes etapas de la ciudad de Troya, unas más antiguas que otras, y podremos identificar varios espacios atribuidos a la Troya homérica, que es la que realmente le interesaba a Schliemann cuando llevó a cabo aquí sus excavaciones. Entre esos lugares que podemos distinguir se encuentran las Puertas Esceas, muy mencionadas en la Ilíada, y frente a las que en teoría murió Aquiles cuando una flecha de Paris le alcanzó en el talón. 

De este modo, una visita a Troya nos llevará por muy diversos periodos y nuestra imaginación será gran responsable de su recreación. En ella se han llevado a cabo infinidad de excavaciones y cada grupo de arqueólogos ha aportado sus conclusiones, sobre su arquitectura y sus habitantes. Y para poner en orden toda la información que recibiremos, nada mejor que visitar el cercano Museo de Troya.

El Museo de Troya, miles de años bajo techo

Para ver lo mejor de lo mejor de Troya, tenemos su museo. Situado a la entrada del yacimiento arqueológico de la antigua ciudad, desde 2018 se recogen aquí miles de años de forma expositiva en una institución que ha recibido elogios por la arquitectura de su edificio.

En un ambiente totalmente musealizado se conservan y exhiben los tesoros mejor conservados de la ciudad. Una parada obligatoria y fundamental para el viajero y un complemento perfecto a las ruinas que podemos ver en campo abierto.

Para que la visita sea lo más enriquecedora posible, las obras se organizan en una estructura de tres niveles en la que los objetos procedentes de las excavaciones se muestran en todo su esplendor. En las diferentes salas de la exposición se explican términos, diagramas, dibujos y textos mediante métodos interactivos para hacer más accesible la información, al mismo tiempo que diferentes historias han sido modeladas en 3D para ganar en profundidad y detalles.

Para ponernos en situación desde el principio, al entrar en el museo somos recibidos por la mismísima Ilíada de Homero. Diferentes pasajes de la Guerra de Troya se representan en seis idiomas y nos llevan por la historia de la antigua ciudad del príncipe Paris. Y conforme seguimos avanzando, la visita nos lleva por secciones como “Arqueología de la región de Troas”, “La Edad de Bronce de Troya”, “La Ilíada y la guerra de Troya”, “Troas e Ilión en la Antigüedad”, “Los períodos romano oriental y otomano”, “La historia de la arqueología” y “Las huellas de Troya”.

Vamos recorriendo el museo y tras nuestros pasos vamos dejando esculturas, altares, sarcófagos, vasijas de metal, inscripciones, armas, miliarios, cerámicas de terracota, oro, monedas y ornamentos, y poco a poco, además de ir empapándonos de historia, vamos comprendiendo por qué el de Troya es considerado uno de los museos arqueológicos contemporáneos más importantes del mundo. Merecedor, por cierto, de premios y reconocimientos como el European Museum of the Year Special Appreciation Award en 2020 o el European Museum Academy Special Award 2020/2021.

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