El 20D se juega en el plasma. La política espectáculo ha superado a la de las propuestas y ahora es más fácil ver a un candidato cocinando o bailando que debatiendo. Los programas que cuentan no son los electorales sino los de televisión. En este blog, Isaac Rosa repasará los mejores momentos de este 'show' en la campaña de las elecciones generales 2015.
Y Rajoy en el sofá, viendo la tele
“La televisión es un medio fundamental de socialización política. Son más importantes los platós que los parlamentos”, dijo Pablo Iglesias el viernes, entrevistado por Pedro Piqueras en Telecinco. Lo ha repetido muchas veces, pero mientras hace un año sonaba animado, el otro día lo soltó con fastidio, como suspirando por llegar al Congreso de los Diputados y no tener que coger la guitarra en cuatro años.
Que la televisión es decisiva lo saben en Podemos y en todos los partidos, en estas elecciones más que nunca. Y a eso dedicaremos este blog de aquí al 20D: a comentar la fiebre catódica de los candidatos, a los que estos días solo les falta salir en Clan, y no lo descarto. Fiebre de los candidatos, y de los espectadores (a.k.a. votantes): si hace cuatro años, en plena ola de indignación y repolitización, nos hubieran dicho que en 2015 no estaríamos discutiendo en las plazas sino tuiteando desde el sofá la tertulia del sábado noche… Pero claro, se nos olvida que la mayoría de ciudadanos vio el 15-M… por la tele.
La telepolítica es el nuevo fútbol: la vemos a todas horas, la comentamos en la pausa del café, repetimos las mejores jugadas, y cada semana hay un partido del siglo. Y si de deporte televisado hablamos, ahí está el campeón del sofá: Mariano Rajoy, confeso espectador de cualquier cosa olímpica que echen por la tele. ¿A qué se dedica estos días Rajoy, mientras otros candidatos se queman bajo los focos? Obviamente, a ver la política desde el sofá, como cualquier hijo de vecino.
Mientras sus rivales sudan, cantan, ríen y hasta hablan de política, él los sigue con el mismo entusiasmo que al Madrid o el Tour. Y como nosotros, discute a voces con la tele, comenta el ridículo de uno, el zasca de otro, salta en el sofá y da collejas a su hijo llevado por la emoción.
El fin de semana deportivo de Rajoy empezó el viernes, con otro partido del siglo, que no era en la tele pero sí en streaming: el Iglesias-Rivera de la Carlos III, segunda vuelta de aquel partido del siglo que vimos en Salvados. Si el arbitrado por Évole pilló despistado y bajo de forma a Iglesias, esta vez se había entrenado, observado vídeos de su rival y ensayado unas cuantas jugadas. Le salió mucho mejor, frente a un Rivera que va a llegar al día 20 pidiendo la hora.
Los “abuelos” también votan
El sábado, en horario futbolero, Rajoy merendó viendo a Pablo Iglesias en ¡Qué tiempo tan feliz! Para el de Podemos, la entrevista de María Teresa Campos fue como un partidillo relajado entre la pelea en el barro con Rivera y el pressing catch que le esperaba el domingo con Ana Pastor. Iglesias eligió unas cuantas “canciones de mi vida”, pero nada de Krahe ni Los Chikos del Maiz: el eficacísimo equipo de comunicación de Podemos había estudiado bien el target del programa. Además de elegir canciones aptas para toda la familia, Iglesias no paró de dirigirse a los “abuelos”, esos votantes que no acaban de conectar con Podemos.
Rozó la gerontofilia de tanto amor hacia quienes “van a votar con sus nietos” y “están recuperando la ilusión” de la transición y del 82. Abuelos y mujeres, le soplaron antes de entrar: si con los primeros dijo estar en deuda, a ellas les mostró su “sensibilidad femenina” y les dedicó las primeras medidas. Aguantó media hora sin fruncir el ceño, que tiene mérito, y solo se le agrietó la frente cuando María Teresa, pasados los efectos de la nana, aparcó el tono meloso y preguntó por Venezuela. La pregunta era tan torpe que Iglesias escapó fácil, pero para que los abuelos no se alterasen, echó mano del comodín de los fichajes: “En nuestra lista hay un general, un guardia civil, jueces…” Un partido de orden, vaya.
Soraya le hace el Camino a Rajoy
Después de quedarse dormido el sábado viendo a Pedro Sánchez (que sonreía muy fuerte a los ciudadanos que le preguntaban en La Sexta Noche), el domingo Rajoy se cenó el yogur siguiendo a su vicepresidenta, esta vez en deporte de riesgo. La prueba de que Sáenz de Santamaría es la sucesora no es que Rajoy la mande en su lugar al debate de candidatos, sino a Planeta Calleja. Y ya que iba como sustituta, Soraya se aplicó en ser Rajoy. No es sea de habitual muy flamenca, pero nunca la habíamos visto tan sosa, tan gris. Tan Rajoy. ¿Era la misma mujer que le partió la cadera a Pablo Motos?
Lo malo de la política espectáculo es que el espectador cada vez necesita más emociones y más fuertes. Una vez has visto a Pedro Sánchez trepar por un molino y a Rivera volcar en un rally; cualquier cosa sabe a poco. Un todoterreno salpicando barro y un paseo en globo no es lo que uno espera a estas alturas de la temporada. Y menos con una vicepresidenta tan insípida. A falta de riesgo, recochineo: a Soraya le tocó hacer un tramo de Camino de Santiago, que sería la prueba que le habría caído a Rajoy de haber participado. Y para más sorna, hablaron por teléfono con el presidente, que nos regaló una autocaricatura: con voz de recién despierto o recién dormido, dijo que estaba viendo el fútbol (“aquí, con mi hijo Mariano”), y hasta retransmitió el tercer gol de Neymar. Ella se vengó hablando en correcto inglés con todos los peregrinos que se le cruzaban.
Iglesias con el piloto automático
Ya con los dientes lavados, Rajoy se quedó dormido en el sofá viendo la entrevista de Ana Pastor al líder de Podemos, cierre de un intenso fin de semana. No fue el único dormido ante un Iglesias que parecía haber preparado la cita con un simulador de entrevistas: menos espontáneo, con mucho piloto automático y demasiadas frases que repite idénticas en cada ocasión (en casa tomamos un chupito cada vez que dice que “ninguna encuesta anticipó el cambio en las europeas ni en las municipales…”). Contagió de su automatismo a la propia Pastor, correcta pero más rutinaria que otras veces; y a los espectadores, que hace meses no habríamos podido dormir en toda la noche de la excitación, pero ayer dábamos cabezadas como Rajoy, que se fue a la cama temprano, que hoy lunes hay otro partido del siglo.
“La televisión es un medio fundamental de socialización política. Son más importantes los platós que los parlamentos”, dijo Pablo Iglesias el viernes, entrevistado por Pedro Piqueras en Telecinco. Lo ha repetido muchas veces, pero mientras hace un año sonaba animado, el otro día lo soltó con fastidio, como suspirando por llegar al Congreso de los Diputados y no tener que coger la guitarra en cuatro años.
Que la televisión es decisiva lo saben en Podemos y en todos los partidos, en estas elecciones más que nunca. Y a eso dedicaremos este blog de aquí al 20D: a comentar la fiebre catódica de los candidatos, a los que estos días solo les falta salir en Clan, y no lo descarto. Fiebre de los candidatos, y de los espectadores (a.k.a. votantes): si hace cuatro años, en plena ola de indignación y repolitización, nos hubieran dicho que en 2015 no estaríamos discutiendo en las plazas sino tuiteando desde el sofá la tertulia del sábado noche… Pero claro, se nos olvida que la mayoría de ciudadanos vio el 15-M… por la tele.