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De un dinosaurio a la Venus de Milo: convierte tu casa en un museo con una impresora 3D

El equipo de digitalización del Smithsonian realiza la captura en 3D de un fósil en el yacimiento de Cerro Ballena, en el desierto de Atacama

Cristina Sánchez

El ser humano tiene deseos absurdos, como el que nos obliga a tocar todo irracionalmente. En los museos, nos estorban las cintas de seguridad y las vitrinas que nos separan de las obras de arte. Nos molesta no poder fotografiar algunos monumentos. Nos enfadamos cuando no podemos hacernos un 'selfie' para captar nuestra estúpida sonrisa al lado de las esculturas más famosas de la historia. Con una impresora 3D, podemos cumplir gran parte de ese sueño posesivo.

Algunos museos están comenzando a promover la difusión universal de esos modelos en 3D. El Instituto Smithsonian de EE.UU. (con sus 19 museos, 9 centros de investigación y 137 millones de obras) es uno de ellos, a través del proyecto Smithsonian X 3D. Las máscaras de Abraham Lincoln, el Wright Flyer (el primer avión del mundo) o una reconstrucción de la supernova Cassiopea A en plena explosión son algunas de las digitalizaciones en 3D que pueden contemplarse e imprimirse desde su página web. Incluso Barack Obama tiene ya su copia tridimensional gracias al equipo de digitalización del Smithsonian, aunque este modelo no está disponible para su descarga.

Los amantes de la paleontología también disfrutarán con las digitalizaciones del Smithsonian. La réplica de un mamut lanudo de la Edad de Hielo permite a investigadores y curiosos estudiar la biomecánica del gigantesco animal a golpe de clic o imprimirlo como elemento decorativo. También podemos viajar virtualmente a la impresionante cueva Liang Bua en la Isla de Flores (Indonesia). El equipo de digitalización se desplazó hasta allí para escanear el lugar en el que vivió el llamado 'hobbit' de la evolución, el Homo floresiensis.

¿Quién no quiere tener una ballena mioceno?

La mayor digitalización del Smithsonian es la del yacimiento de Cerro Ballena, en el desierto de Atacama (Chile). Cuarenta esqueletos de ballena del Mioceno tardío (de entre 6 y 9 millones de años) fueron descubiertos en 2010 al construir un tramo de autopista. Los fósiles de estos enormes cetáceos, que pudieron perecer por la ingesta de algas tóxicas, permanecían casi intactos.

Hasta allí se desplazaron Adam Metallo y Vincent Rossi, los conocidos como 'cowboys del láser' por sus colegas del Smithsoniancowboys del láser. Tardaron cinco días (un récord para el tamaño del lugar) en recoger la información que necesitaban, a través de la combinación de un gran brazo láser con la técnica fotogramétrica. 22.000 fotografías de los fósiles les sirvieron para después crear los modelos en 3D. En el Museo de Historia Natural de Washington ya se puede disfrutar de una gran réplica de una de las ballenas, impresa en 40 bloques40 bloques, que se encajaron después cual piezas de LEGO.

Un esqueleto de Tyrannosaurus rex de 11,6 metros y más de 66 millones de años es la última digitalización del Smithsonian. Próximamente gozaremos de la posibilidad de imprimirlo cómodamente en 3D. ¿Cómo no fantasear con convertirnos en el pequeño Tim de 'Parque Jurásico' y jugar a ser devorados por uno de los mayores depredadores del Cretácico?

Vincent Rossi, uno de los artífices de estas digitalizaciones, explica a HojadeRouter.com que el escaneado en 3D es una técnica más segura para los yacimientos paleontológicos. “Envolver un fósil en escayola implica mucho contacto y riesgo. El 3D se convierte en un método de documentación sin contacto y permite además que todo el mundo tenga acceso a ese modelo”.

El sueño de los 'cowboys' del Smithsonian es crear una gran colección digital. “Es una experiencia emocionante y descomunal al mismo tiempo. Nuestro trabajo es asegurarnos de que los modelos en 3D que creamos sean accesibles en los próximos siglos. Es uno de los mayores retos en los que estamos trabajando”, señala Vincent Rossi, que ha pasado de la escultura tradicional al modelado en 3D.

Solo el 1% de los fondos del Smithsonian pueden ser visitados por los afortunados que puedan viajar a Washington. Por eso se pretende que los fondos estén disponibles para investigadores, profesores y cualquiera que desee conocer la historia de una forma distinta. Pero, con un personal reducido, la labor parece, al menos por el momento, demasiado lenta. Rossi puntualiza que están investigando nuevos métodos de captura en 3D para agilizar el proceso.

Descubrir un platosuaurus con rayos X e impresión 3D

El Smithsonian no es el único que quiere abrir sus fondos al público. El Servicio Geológico Británico y otros museos de Reino Unido han creado una base de datos que recoge más de 20.000 fósiles en 3Duna base de datos. Podemos contemplarlos con unas gafas adecuadas o imprimirlos descargando los archivos bajo licencia Creative Commons. Ya es posible tener en la palma de la mano nuestro propio trilobite de más de 400 millones de años o un fósil del pulgar con forma de garra de un Iguanodon.trilobiteIguanodon.

Además de preservar el pasado, el 3D ayuda a la investigación. Un bombardeo destruyó parte del archivo del Museum für Naturkunde (el Museo de Historia Natural de Berlín) durante la II Guerra Mundial. Los fósiles quedaron desordenadamente enterrados en el sótano del museo, aunque preservados en yeso.

Ahora, y gracias a la utilización de escáneres de tomografía computarizada (CT) de rayos X y a la impresión 3D, un equipo de investigadores alemanes ha podido identificar un hueso de Plateosaurus y reproducir una réplica en 3D. La vértebra estaba mal catalogada: se pensaba que procedía de Tanzania y, tras esta pionera investigación, se ha constatado que en realidad fue hallada en Halberstadt (Alemania) hace un siglo. Lo más sorprendente es que han conseguido clasificar al dinosaurio alemán sin ni siquiera tener que abrir el molde de yeso que preservaba el fósil original, según han explicado los investigadores en la revista Radiology.

Ahi Sema Issever, investigadora del Charité Campus Mitte de Berlín, ha destacado que esta técnica revolucionaria les permitirá tanto evitar que los fósiles se dañen al retirar el molde como reproducirlos para que otros investigadores ayuden a su identificación. “Así como la imprenta de Gutenberg abrió el mundo de los libros al público, los datos digitales y las réplicas de fósiles en 3D pueden ser distribuidos ahora globalmente, mientras preservamos el fósil original”, declaró Issever al presentar su hallazgo. El museo se democratiza para preservar su memoria.

Presume de Venus de Milo en la estantería

La utilización de la fotogrametría para la digitalización en 3D también ha hecho surgir nuevos artistas. Cosmo Wenman es uno de ellos. Desde hace dos años, su obsesión es animar a museos y coleccionistas a compartir sus obras para el interés público. Este californiano ha digitalizado con ese fin algunas de las esculturas más famosas del mundo: la Venus de Milo o la Victoria alada de Samotracia tienen su fiel modelo en 3D imprimible en ThingiverseThingiverse. Wenman no acudió al Louvre, sino al museo Skulpturhalle de Basilea, donde obtuvo permiso para realizar cientos de fotografías a réplicas de esculturas griegas de los siglos XVIII y XIX.

Sus copias de las más célebres esculturas griegas han sido un éxito. Su diosa de la victoria ha sido descargada más de 30.000 veces. La de la belleza, 20.000. Wenman recibe decenas de correos de personas anónimas que le dan las gracias o que le muestran sus propias réplicas. “Es muy gratificante ver que la gente no solo quiere mis archivos, sino también un recuerdo real de la persona que los ha creado”, explica a HojadeRouter.com.

Wenman nos cuenta que, además de utilizar una impresora 3D, para conseguir una Venus de Milo a escala real podríamos utilizar el archivo para programar una fresadora industrial y tallarla así en mármol. También se ha enfrentado a esculturas más grandes: las 7,25 toneladas del busto colosal de Ramsés II del British Museum han sido fielmente retratadas por la cámara de Wenmanbusto colosal de Ramsés II, que incluso ha impreso su réplica a escala 1/10.

Wenman no tiene una réplica preferida. “Capturar, preparar y publicar estos trabajos es una tarea muy absorbente, así que la obra en la que estoy trabajando se convierte en mi favorita”. Los resultados que obtiene son tan evocadores, tan escalofriantemente precisos, que asimila su labor a la magia negra. Cada réplica es para él única. Aplicando pátinas, consigue además atractivas esculturas de bronce.

Y no piensa solo en la impresión, sino también en que sus modelos digitales se usen en videojuegos, museos virtuales o estudios académicos. “Los artistas pueden usar la materia prima para nuevos trabajos, los estudiantes estudiarán con ellos y los amantes del arte podrán simplemente admirar las obras en sus nuevas formas”.

Este artista espera que el 3D tenga efectos a largo plazo en el arte y la cultura popular y que se potencien sus usos más inesperados. La creatividad no tiene límites. Aunque no sabemos qué opinaría Vincent van Gogh si supiera que sus girasoles han superado las dos dimensiones y pueden admirarse impresos y con un acabado dorado gracias a una pareja de artistas. Incluso una réplica en 3D de su oreja, con el ADN del tataranieto de su hermano, se ha expuesto cual obra de arte. En la posmodernidad todo es posible.

El museo real, el museo virtual y el museo en casa

¿Son las obras impresas en 3D un complemento del museo real? Vincent Rossi, experto del equipo de digitalización del Smithsonian, cree que “ver un modelo en 3D online puede animar al visitante a ver la obra real en el museo, o después de ver la pieza, puede querer saber más sobre ella y acudir a la web”. Considera así que el 3D se suma a la experiencia global del museo: no supone el final de las exposiciones, sino que favorece que la gente se diseñe su propio templo del arte en el salón.

Cosmo Wenman, por su parte, cree que el 3D afectará a cada museo en distinta medida. “Los menos famosos podrán darse a conocer gracias al 3D. Los grandes museos podrían utilizarlo como una forma de promover su misión pública o de recaudar fondos gracias a donantes ricos que compitan por patrocinar la publicación de las obras”.

Pero más allá de los beneficios para el propio museo, Wenman pone el acento en el público. Cree que es el momento para que el arte salga de los edificios y sea globalmente compartido. Iniciativas como la del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, que unió a artistas y programadores en un evento para digitalizar y compartir sus obras en 3D, supondrían un primer paso a imitar en esta democrática senda.

La posesión del arte

Con la fotogrametría y los avances tecnológicos, pronto todos podremos llevar dispositivos de captura 3D en el bolsillo. “Contemplar las obras de un museo es genial, pero la gente quiere tener su propia obra, controlarla, manipularla e identificarse con ella”, señala Cosmo Wenman. Él mismo ha experimentado sociológicamente con los deseos de posesión de los turistas en el Louvre. Sus experiencias con la Venus de Milo estaban mediadas por la tecnología. La fotografiaban sin parar. Pero también fotografiaban sin descanso la réplica de Wenman situada en el 'hall'.

Para Cosmo Wenman, esas fotografías permiten a la gente llevarse un pedazo de la obra a casa. El 3D se convertiría así en una nueva vía para plasmar la unión entre el yo y la obra. Incluso los narcisistas fotográficos lo tienen más fácil. Podrán salir en las fotos abrazando a su particular Venus.

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Las imágenes de este reportaje son propiedad, por orden de aparición, de Programa de Digitalización del Smithsonian, Juanjo Castellano, Radiology y Cosmo Wenman

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