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Opinión - España: una democracia atascada. Por Rosa María Artal

No cuela, señor ministro

El ministro de Energía, Álvaro Nadal.

Rosa Martínez Rodríguez

Diputada y coportavoz de Equo —

La Operación Diálogo, que tan bien ha descrito Josep Ramoneda, ha llegado a la energía. A pesar de la oposición política y la movilización ciudadana, el anterior Gobierno del Partido Popular llevó a cabo todo un programa de medidas energéticas destinadas a consolidar los privilegios del oligopolio y frenar todo el desarrollo de las energías renovables y del autoconsumo en España. Hoy la aritmética parlamentaria es completamente diferente y hay suficientes puntos en común entre los partidos de la oposición como para revertir una parte importante de estas políticas.

Apropiándose de una narrativa y un lenguaje que empiezan a ser parte del sentido común (cambio climático, descarbonización, renovables, eficiencia, etc.), el ministro Álvaro Nadal pretende reunir a todas las fuerzas políticas en torno a un pacto de estado de la energía en el marco de los objetivos de reducción de emisiones y la necesidad de una transición energética. Sin embargo, visto lo visto esta semana en la comparecencia en comisión, el objetivo de esta legislatura es darle unas pinceladas verdes a todo lo hecho, lo justo para cumplir con los deberes que nos ponga la Unión Europea pero sin que suponga ninguna reforma de calado en nuestro modelo energético.

Lo dejé muy claro el pasado martes en mi intervención del pleno sobre la necesidad de una ley de transición energética y cambio climático: no vamos a consentir que el discurso verde sirva para perpetuar los privilegios del actual modelo energético sucio, injusto, especulador y diseñado para apuntalar los intereses del oligopolio. La transición energética tiene un gran potencial transformador para construir un nuevo modelo energético limpio, justo y democrático, en el que la energía sea considerada como un derecho.

Entre algunos de los mensajes que dejó el ministro destacaría el de renovables sí, pero las justas y con calma (amparado en el falso mantra que “son una carga para el sistema”). Un discurso anacrónico que se deja en el camino los múltiples beneficios de apostar decididamente por las energías limpias (empleo, liderazgo en I+D, riqueza industrial, reducción de emisiones). El autoconsumo es, según pudimos escuchar, además de elitista, la mayor amenaza a la que se enfrenta el sistema eléctrico. Detalladas explicaciones técnicas y tecnocráticas interesadamente hiladas y parciales apoyaban la tesis del ministro. Toda una declaración de intenciones de hasta dónde está dispuesto el ministro Nadal a “dialogar” sobre energía.

El esfuerzo por reducir la transición hacia un modelo energético limpio a una cuestión meramente técnica fue muy evidente. Para el Partido Popular la transición energética es un debate que debe centrarse únicamente sobre tecnologías, costes y megavatios donde hay que dejar las ideologías de lado. Falso. Estamos ante una cuestión política de primer orden: la democratización de la energía. La cuestión no es renovables sí o no, sino en manos de quién las ponemos ¿quién va a controlar la producción de energía limpia, la gente o el oligopolio?

Y este es un debate que de ninguna manera se puede robar a la ciudadanía. No hay nada más político que decidir quién y cómo produce la energía, con qué coste social y ecológico, y si prevalece el interés general o el beneficio económico desorbitado de unos pocos.

Estamos ante una oportunidad para transformar nuestro modelo energético y productivo, y sin embargo, tanto usted como el oligopolio la ven como una oportunidad de que todo siga igual. Ni su voluntad de diálogo, ni repetir muchas veces cambio climático, ni hablar de la transición energética como si fuera un invento suyo han conseguido disimular su intención de que todo siga igual, eso sí, con un poquito más de renovables y algo más de eficiencia. Lo siento señor ministro, pero no cuela.

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