¿Quién ha dicho que la ópera es elitista?
Shakespeare estrenó Macbeth en 1606. Dos siglos después, en 1847, un señor llamado Verdi escribía una opera basada en la obra del dramaturgo inglés.
Eso es un clásico, una obra que con el paso del tiempo sigue resultando interesante, incluso más interesante que cuando se escribió, y que invita a rehacerla desde otros ámbitos artísticos. Los temas sobre los que reflexiona Macbeth —el poder, la ambición, la traición— siguen siendo hoy tan interesantes y tan actuales, o más, que cuando se escribió la obra.
El Teatro Real ofrecerá entre los días 2 y 23 de diciembre nueve funciones del Macbeth de Verdi. El director de escena ruso Dmitri Tcherniakov y el compositor y director de orquesta griego Teodor Currentzis han sido los responsables de su puesta en escena.
Los británicos, al contrario que los españoles, mantienen una relación menos atormentada con sus clásicos, y no tienen ningún empacho en preparar adaptaciones libérrimas de los textos de Shakespeare que aquí escandalizarían. Para los británicos, los clásicos están ahí para tocarlos y jugar con ellos.
Aunque no es británico, Tcherniakov se mueve en esa línea y, por ejemplo, ha convertido a las brujas de la obra en “seres cotidianos y reales, personas normales” capaces de “tentar, manipular y jugar” con el protagonista.
Estábamos pensando en estrenar nuestro carnet de prensa y sacar entradas, pero las palabras de Gerard Mortier, el director artístico del Teatro Real, nos han echado para atrás. El montaje se ha creado —ha dicho— “para un público inteligente”.
Vaya por dios. Ya no podemos ir.