En el Comité español de ACNUR recaudamos fondos para atender las necesidades de las personas refugiadas y desplazadas más vulnerables, apoyando los programas de ayuda humanitaria de ACNUR (nutrición, atención médica, agua potable y saneamiento, educación, refugio e infraestructuras básicas, asistencia legal y protección internacional).
En la actualidad, 34,4 millones de personas reciben la asistencia de ACNUR en más de 120 países. www.eacnur.org
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De refugiados a emprendedores
En el campo de refugiados de Zaatari, cerca de la frontera siria en el norte de Jordania, un bullicioso mercado con barberías, tiendas de móviles, panaderías, y mucho más sirve a una población de cerca de 100.000 refugiados.
Amaia Celorrio
Lo que empezó como unas pocas tiendas de ropa de segunda mano se ha convertido en un “centro comercial” de casi 3.000 tiendas diseminadas a lo largo del campo de Zaatari. Para los residentes del campo, pasear por sus “Campos Elíseos”, como así llaman a la avenida principal, es un entretenimiento, en la que se pueden encontrar negocios de lavandería, mascotas, pollos asados, ropa interior e incluso vestidos de novia, entre otros.
Un trabajador de ACNUR que frecuentemente visita el campo dice que todas las tiendas son ilegales pero toleradas, y que el comercio ha traído el beneficio de crear puestos de trabajo así como un campo más dinámico.
Los residentes gastan cerca de 12 millones de dólares en compras en el campo al mes. “Antes, era muy difícil, pero las cosas están avanzando y la gente está mejorando sus negocios”, dice Hamza, el co-propietario de la tienda de frutos secos Zoby. El fotógrafo Shawn Baldwin visitó el campo recientemente para capturar su floreciente espíritu empresarial.
Una refugiada siria pasea con sus compras en los “Campos Elíseos”, la principal calle comercial del campo de Zaatari. En los dos últimos años, el campo ha pasado de tener 100 familias refugiadas a ser la quinta mayor ciudad de Jordania con una población de cerca de 100.000 residentes.
Vestidos de novia colgados en Hala Fashion, una tienda de ropa de mujeres en la principal calle del campo. La tienda vende pantalones, tops, camisas, ropa interior, y alquila vestidos de novia por 35 dólares al día. El dueño, Yusuf, de 22 años, huyó de Siria cuando perdió a sus amigos y familiares y dice que ahora que hay más competencia en el campo sus ventas se están ralentizando.
Zakaria, de 43 años, posa con una bandeja de mini pizzas de la pastelería Salam (Paz). Su famoso negocio emplea a cinco trabajadores refugiados y ofrece sándwiches, cruasanes y samosas, así como platos de carne, cebollas, especias y pan. Zakaria, que ha sido pastelero desde hace 30 años, huyó de Siria en noviembre de 2012.
Dos niñas refugiadas sirias se ven reflejadas en un espejo frente a un negocio en Zaatari. Lo que empezó como unas pocas tiendas de segunda mano se ha convertido en un bullicioso centro comercial con más de 3.000 negocios.
Mohammed, de 31 años, vende zumo de tamarindo en los “Campos Elíseos”. Mohammed es un obrero de Siria que solía servir zumo a su familia y amigos durante Ramadán. Ahora lo hace para alimentar a su familia. “A la gente no le gustan ni el polvo ni el clima, y beben más cuando hace calor”, asegura.
Refugiados sirios llevan a niños en carretillas en frente de tiendas de electrónica, zapatillas, zumo y pañales en los “Campos Elíseos”. Miles de residentes pasean a lo largo de esta calle desde primera hora de la mañana.
Ahmed, a la izquierda y de 19 años, trabaja con Abdullah, de 14, en una tienda de móviles. Ahmed huyó de su pueblo, Sawara, por los constantes bombardeos y ahora trabaja 7 días a la semana descargando aplicaciones para sus clientes. Un buen día de trabajo lleva a casa 6 dólares.
Osama, de 31 años, a la izquierda, trabaja en un taller textil. Según su dueño, Maher, la tienda lleva abierta 3 meses. “En vez de sentarme y no hacer nada, abrí la tienda”, afirma. Sus tres empleados cosen colchas, cortinas y cojines.
Hamza, un refugiado de 43 años de Dara’a, está tras el mostrador de su tienda de frutos secos Zoby. Huyó de Siria cuando los bombardeos comenzaron a ser más frecuentes. “Tengo un bebé y una niña de 5 años”, dice. “Cada vez que un avión volaba sobre nosotros el bebé empezaba a temblar. Para mí esta situación era muy difícil”.
Un refugiado observa los productos que hay en el supermercado Qasim. Propiedad de Qasim Muqdad, de 30 años, la tienda está compuesta de 8 casas prefabricadas unidas por un suelo de cemento. Qasim anteriormente poseía supermercados en Kuwait y Siria, y ahora dice que recibe a cerca de 500-1.000 clientes al día.
Zapatos en línea en las estanterías de una tienda del campo. Según Ahmed, su dueño, cerca de 20 clientes entran para comprar zapatos todos los días y recibe cerca de 150 pares de zapatos a la semana de un proveedor de Irbid. Su mejor clienta es su mujer.
Musa, de 25 años, corta y peina en una barbería. Peluquero desde hace cinco años, ha trabajado aquí durante los últimos 8 meses, pero la competencia es muy dura. Mohammed, de 27 años, que tiene una barbería cerca, está de acuerdo. “Ya hay cerca de 100 barberías en Zaatari”, asegura.
Yusef conecta un cable al tendido eléctrico en los “Campos Elíseos”. Yusef, que era electricista en Siria, conecta desde 1 a 5 casa y tiendas todos los días en el campo, cobrando a cada cliente 5 dólares por el servicio. “Mi sueño es volver algún día a Siria”, afirma.
Mohammed Rafaie, de 30 años, sirve shawarmas de pollo a un cliente en su tienda. Ha trabajado aquí los últimos 3 meses y dice que vende cerca de 500 comidas al día que cuestan 1-1,50 dólares.
Mohammed Salamat, de 12 años y en el centro, hace pan en la tienda de su padre con otros chicos. Mohammed, cuyo padre huyó de Siria por la pobreza y el conflicto, no va al colegio porque dice que no tiene tiempo. Cuatro chicos trabajan en la tienda 3-4 horas al día y hacen 3 tipos de pan.
Sobre este blog
En el Comité español de ACNUR recaudamos fondos para atender las necesidades de las personas refugiadas y desplazadas más vulnerables, apoyando los programas de ayuda humanitaria de ACNUR (nutrición, atención médica, agua potable y saneamiento, educación, refugio e infraestructuras básicas, asistencia legal y protección internacional).
En la actualidad, 34,4 millones de personas reciben la asistencia de ACNUR en más de 120 países. www.eacnur.org