Una semana después de su nacimiento, el conflicto llegó a su barrio. Durante los 18 meses siguientes su familia apenas salió y pasó la mayoría del tiempo en una habitación central de su casa, lejos de las ventanas. Algunos días el ruido de los bombardeos no cesaba y otras veces el silencio era inquietante. En esos días tranquilos la madre de Ashraf aprovechaba para correr al centro de salud para conseguir vacunas.
Los padres de Ashraf aseguran que nunca hubieran dejado su casa si hubieran tenido alguna otra opción. Cuando Ashraf tenía cerca de 18 meses, su tía, su tío y su primo fueron asesinados en su casa. Aterrorizados porque ellos podrían ser los siguientes, la familia escapó en un solo coche, llevándose sus certificados escolares y unos pocos objetos.
Dejaron atrás su casa, construida por el padre de Ashraf y por su tío. En pocos días la casa fue reducida a escombros, saqueada y quemada. A pesar de ello, su padre y su tío volvieron a construir otra casa, esta vez en el valle de Bekaa, en Líbano, cerca de un campo lleno de lodo. Una casa hecha de lonas plásticas, trozos de metal y otros materiales. El suelo está cubierto de mantas y colchones que la familia recibió como parte de la ayuda de emergencia de ACNUR. La familia ahora se enfrenta a la batalla diaria de mantener a los niños calientes y protegidos de las ratas.
Tres años después de que empezara el conflicto, Ashraf todavía se asusta cuando escucha ruidos fuertes. Su madre lo llevó al médico que le aseguró que Ashraf se recuperará.
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En el Comité español de ACNUR recaudamos fondos para atender las necesidades de las personas refugiadas y desplazadas más vulnerables, apoyando los programas de ayuda humanitaria de ACNUR (nutrición, atención médica, agua potable y saneamiento, educación, refugio e infraestructuras básicas, asistencia legal y protección internacional).
En la actualidad, 34,4 millones de personas reciben la asistencia de ACNUR en más de 120 países. www.eacnur.org