- El origen, contenido y evolución de la campaña Catalonia Is Not CiU, responde a una lógica que se aleja de la tradicional comunicación partidista
Las campañas electorales son votos…pero las campañas electorales son también la batalla pacífica entre imaginarios y modelos de sociedad. Es probable que esta definición sea discutible y abra la puerta a una reflexión más profunda sobre qué sentido tiene hoy una campaña, su coste, cuál es su finalidad, qué diferencia real hay entre 15 días frenéticos y el resto de una legislatura que ya es una campaña permanente. O, puestos a debatir, si damos apoyo institucional a un partido político en unas elecciones (financiación y presencia en medios de comunicación, por ejemplo), ¿por qué no se lo ofrecemos también a movimientos sociales cuando hay un debate público sobre un determinado tema?
No son preguntas aisladas, ‘cosas de los políticos’. Son, en definitiva, una de las muchas cuestiones a resolver en el marco de un debate más amplio: cuál es la calidad de nuestra democracia. Sin duda, las campañas electorales no son la clave, pero cabe preguntarse, no obstante, si el debate es campañas sí, campañas no, o si es más apropiado y más oportuno decir campañas sí, pero radicalmente diferentes.
Un ejemplo de ello es la campaña Catalonia Is Not Ciu. Su origen, su contenido, su evolución, responde a una lógica que empieza a alejarse de la tradicional comunicación partidista, siempre en primera persona, a menudo jerárquica y autoreferencial.
El origen: una campaña que no nace en un despacho.
Unos días antes de empezar formalmente el periodo electoral, un grupo de jóvenes, simpatizantes de ICV (Iniciativa per Catalunya Verds), y concretamente de su organización juvenil (Joves d’Esquerra Verda), crean una campaña sin logos ni imagen corporativa alguna y, sin más, la empiezan a difundir. Sin órdenes, sin cuarteles de campaña que lo tengan todo planificado.
Y de repente… una campaña viral.
Cualquier persona que tenga unos mínimos conocimientos de comunicación política sabe que lo que hace que una acción sea viral no depende en exclusiva del ingenio y la estrategia de quien la inicia, sino que será la gente la que decidirá si lo mueve y lo difunde. En este caso, esta imagen en Facebook ayudó a generar el movimiento… Una imagen de un cartel que nunca ha existido, que nunca se pegó, que nadie fotografió. Todo, puro Photoshop.
Una imagen que expresó un sentimiento.
A la mayoría de catalanes o catalanas, el contenido simbólico del concepto ‘Catalonia Is Not CiU’ le activa dos percepciones o sentimientos. El primero es que se acuerda (al menos, quienes vivimos las Olimpiadas de Barcelona 92) de la campaña original, ‘Catalonia is not Spain’, una exitosa iniciativa de CiU que trató de aprovechar los días olímpicos para reivindicar ante todo el mundo que Cataluña era una nación. Por tanto, partimos de la ironía, de un guiño. De la utilización del lenguaje de unos para girarlo en sentido contrario por parte de otros.
Pero, fundamentalmente, ‘Catalonia Is Not CiU’ expresa el sentimiento compartido por muchos catalanes y catalanas, voten o no a ICV, de que Cataluña es plural, diversa, de todos y todas, y que nadie puede pretender confundir un partido, CiU, con un país. Aquellos que no son convergentes convencidos sufren cada día la propaganda de una maquinaria muy potente que equipara a Artur Mas con un Mesías y a CiU como un pueblo elegido. Y a eso se respondió.
Empezó 2.0… y saltó al mundo real.
La campaña está pensada para la Red, Twitter y Facebook fundamentalmente. No se prevé que salga del mundo 2.0. Por supuesto, no hay recursos económicos para pensar en una acción publicitaria e incluso no se contemplan ni modestos carteles o similares soportes. Su coste económico es ridículo, el precio de la compra de un dominio en Internet. Sin embargo, el éxito de la iniciativa genera una demanda inesperada: “¿dónde se pueden encontrar adhesivos? ¿Hay carteles, chapas, algo...? ¿Por qué no hacéis camisetas?, quiero una…”.
La campaña no es del partido, es de la gente.
Finalmente, el éxito de la campaña nos obliga a hacer la siguiente reflexión: esta iniciativa nace de personas vinculadas al partido, pero desde un principio la gente se la ha hecho suya, simpaticen más o menos con ICV. Creímos honesto explicar de dónde salía, quién la había hecho y por qué. Pero era evidente que ya no era ‘nuestra’ campaña, sino que era de la gente. Eran ellos los que le habían dado credibilidad y reconocimiento. Así pues, lo explicamos en una rueda de prensa, y decidimos no poner ningún logo que la vinculara al partido. Y así sigue.
Es evidente que esta campaña no cambiará la política. Que, probablemente, tenga escasos efectos electorales; pero sí demuestra que los partidos políticos, discutidos hoy con intensidad, deben cambiar toda su estructura de pensamiento respecto a la sociedad: pasar de ser representantes de la sociedad a ser, simplemente, parte de ella.
Por cierto, nuestra campaña oficial es ésta.