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El riesgo del ‘doble fracaso’ en la lucha contra el ébola

El artesonato y amodiaquina se usan como tratamiento y como prevención. En el contexto de una epidemia de Ébola, es una eficaz herramienta para evitar que se colapse el ya debilitado sistema de salud. Fotografía: Anna Surinyach / MSF

Gonzalo Fanjul

Artículo en colaboración con IS GlobalIS Global

Mientras la crisis del ébola continúa laminando las vidas y las economías de millones de personas en África occidental, la respuesta de la comunidad internacional corre el riesgo de convertirse en el “doble fracaso” del que advirtió Médicos Sin Fronteras hace casi tres meses: llegar tarde y reaccionar de manera equivocada. La cifra de casos se acerca peligrosamente a los 20.000 infectados y 7.000 muertos –sin visos de remitir en el corto plazo-, pero el esfuerzo de muchos países se ha concentrado más en protegerse a sí mismos que en detener la epidemia en origen.

El plan de Naciones Unidas ha sido definido en función de tres círculos concéntricos de intervención: las víctimas directas del ébola y la contención de la epidemia; los daños colaterales derivados del colapso de los sistemas de salud y las fuentes de ingreso de las familias; y la reconstrucción de la región en el medio y largo plazo. Sin embargo, los países donantes solo han entregado hasta ahora 995 de los 1.500 millones de dólares necesarios para la estrategia a corto plazo. Tres de ellos (EEUU, Reino Unido y Alemania) cargan con más de la mitad de todas las contribuciones. Con 2 millones de dólares (1,6 millones de euros) desembolsados, España ocupa el puesto 32 de esta lista, por debajo de Venezuela y Brasil, y con una contribución similar a la de Filipinas.

Cuando se trata de blindarse frente a la epidemia, el orden de prioridades se trastoca. De acuerdo con una estimación hecha pública recientemente por el Instituto de Salud Global de Barcelona, los fondos comprometidos por el Gobierno para preparar nuestro sistema sanitario frente al ébola superan los 17 millones de euros, diez veces más de lo invertido en África y alrededor de 6 millones por cada uno de los tres infectados que han pasado por nuestro país.

No hay nada cuestionable en los planes y los presupuestos para proteger a la sociedad española frente al ébola. Lo que llama la atención es la desproporción con las contribuciones que ha realizado España a la lucha contra la epidemia en origen, el único modo definitivo de blindar a la población nacional y a cualquier otra. Hasta que el último de los países africanos se vea libre de la epidemia y capaz de contener futuros brotes, ninguno de nuestros ciudadanos está a salvo.

ISGlobal ha pedido al Gobierno español que acelere la distribución de los 9,5 millones de euros comprometidos en programas de cooperación, sobre todo aquellos orientados a sostener la salud y los medios de vida de las poblaciones castigadas colateralmente por el ébola. Estas medidas deben tener continuidad en el largo plazo con recursos orientados a la reconstrucción económica de países que estaban saliendo con mucho esfuerzo de una situación post-bélica y cuyos indicadores sociales y sanitarios avanzaban a paso firme antes de esta crisis.

Pero no se trata solo de enviar dinero. España ha mirado para otro lado cuando las agencias humanitarias han solicitado que las infraestructuras de la ONU en Gran Canaria se conviertan en una lanzadera para las operaciones que tienen lugar en África occidental. Una manera peculiar de entender el reparto de riesgos al que obliga esta emergencia internacional. También podría eliminar las trabas administrativas a la incorporación sobre el terreno de profesionales sanitarios voluntarios, uno de los cuellos de botella en esta crisis.

Es difícil no interpretar la epidemia del ébola como una ilustración extrema de los riesgos y las responsabilidades compartidas en materia de salud global. Ahora solo queda que actuemos en consecuencia.

 

ISGlobal ha presentado un un documento online infográfico que incluye el detalle de estos argumentos y la posibilidad de descargarse información actualizada sobre la crisis del ébola.

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