En las últimas semanas el Partido Popular apoyaba, por un lado, al PNV para que se pudieran aprobar los presupuestos de la Diputación de Vizcaya y, por otro, se veía fuera de la Diputación de Barcelona por su posición antinacionalista. El mismo partido respondía de forma diferente a dos realidades políticas distintas. Hasta aquí nada anormal; es lógico que los partidos adapten su estrategia a las realidades sociales, culturales o políticas donde compiten. La búsqueda de aliados políticos es norma en las democracias más proporcionales y se puede satanizar a los partidos nacionalistas, como el PNV, aunque seguidamente pactes con ellos. Pero no sabemos por qué extraña razón los cambios de pareja o las inconsistencias en el discurso del Partido Popular no generan ruido mediático y en cambio el PSOE es objeto de ataques externos e internos en cuanto sus líderes autonómicos marcan una posición diferenciada en su territorio.
Los partidos saben que para hacer daño electoral al adversario tienen que tener algún grado más de credibilidad en el tema objeto de debate y discusión. Por ejemplo, el debate de la corrupción no parece que compense a ninguno de los dos grandes partidos, ya que los ciudadanos perciben que ambos son igual de corruptos. En cambio, si hay un debate donde el PP se ha sentido poderoso y donde el PSOE no ha sabido articular una respuesta acertada es el de la necesidad de que los partidos estatales mantengan el mismo discurso en todo el territorio del Estado. Solo hay que ver la alegría con que los dirigentes populares celebran las periódicas discusiones entre el PSC y el PSOE, llamando la atención sobre los líos que tienen los socialistas para defender lo mismo en toda España. De hecho, en las pasadas elecciones vascas y catalanas uno de los discursos más repetidos por los candidatos del PP se basaba en la exclusiva españolidad de su partido y en su preocupación -no compartida- por la vertebración de España.
No es objeto de este post discutir si es bueno o es malo que el mismo partido defienda posiciones diferentes para realidades sociales, económicas o políticas distintas. Eso sería otro artículo. Lo que vamos a presentar son datos que confirmen si es verdad que el Partido Popular es más consistente y coherente en su discurso que el PSOE y si, como defienden orgullosamente sus líderes, dicen lo mismo en cualquier parte del territorio español. Para ello hemos analizado todos los programas que ambos partidos presentaron a las últimas elecciones autonómicas de todas las CCAA entre 2011 y 2012, midiendo la posición de ambos partidos en los dos ejes principales que articulan la competición política en nuestro país, la dimensión izquierda-derecha y la que mide la distribución preferida de poder entre el centro y la periferia. La metodología empleada es la del Regional Manifestos Project de la Universidad de Deusto y la construcción de las escalas se puede consultar en el Zoom Político nº 15 donde también se pueden encontrar más datos sobre nuestra investigación.
Dentro del eje izquierda-derecha, hemos medido la posición que defiende cada partido respecto a la intervención del Estado en la economía. En primer lugar, el Gráfico 1 muestra claramente que PSOE y PP no se presentaron a las últimas elecciones autonómicas defendiendo el mismo modelo económico. El PP fue en general menos partidario de la intervención estatal que el PSOE. Por otro lado, sólo en un caso, el PSOE de La Rioja, este partido se posicionó en el lado pro-Mercado de la escala, mientras que el PP se posicionó en el lado pro-Mercado en ocho de las 16 CCAA analizadas y del lado pro-Estado en otras ocho. Por tanto, los datos muestran una inconsistencia ideológica en el Partido Popular que no se percibe en el lado socialista. Mientras algunos brazos autonómicos del PP se mostraron partidarios de la intervención estatal otros, en cambio, se posicionaron pro-Mercado. Igualmente, observamos en el PP una dispersión territorial (desviación típica respecto a la media) claramente mayor que la de los socialistas, aunque las diferencias entre los programas socialistas también son significativas. El PP varía y modula su ideología en función de la audiencia. Los datos que mostramos en el siguiente gráfico tampoco certifican el sello de coherencia territorial que se atribuyen a sí mismos los dirigentes populares.
Como se puede ver en el Gráfico 2, que mide la posición en el eje centro-periferia, tanto el PSOE como el PP presentan un alto grado de dispersión interterritorial, ligeramente mayor en el caso del PSOE (la desviación típica del PSOE fue 1.8 frente al 1.7 del PP). Si nos atenemos a los programas que presentaron en las últimas elecciones autonómicas, ninguno de los dos partidos logró definir una única posición sobre el modelo territorial que sirviera para todas las CCAA donde se presentaban. Las posiciones de ambos partidos se movieron a lo largo de un abanico muy amplio. El Partido Popular del País Vasco y el de Cataluña se situaron en unas posiciones claramente centralistas (-1.63 y -1.65, respectivamente) frente a la posición pro-periferia de los populares gallegos (3.4) o valencianos (3.5). Por su parte, el rango del PSOE fue del -0.5 de la Comunidad de Madrid al 6.7 en la Comunidad Valenciana. El PSOE mostró mayor coherencia ideológica que el PP, ya que en ninguna región (con excepción de Madrid) su posición cayó del lado centralista, mientras que el PP se mostró centralista en el País Vasco y Cataluña mientras que en el resto de autonomías defendía un incremento del poder autonómico.
El Partido Popular no puede decir que mantiene el mismo discurso en todos los rincones del Estado español, porque no se corresponde con la realidad. La realidad es que el PP, al igual que el PSOE, varía sus posiciones a lo largo de toda la geografía, con el objetivo de satisfacer sus intereses electorales atendiendo a las características sociológicas de los distintos electorados, tanto autonómicos, como nacionales.