En abril, la Troika (Comisión Europea, BCE y FMI) se reunió por enésima vez en Atenas para evaluar los avances de las reformas y el desarrollo económico de Grecia. Al parecer la Comisión Europea trajo buenas noticias de regreso a Bruselas, ya que, según reza su informe de evaluación, los datos apuntan a que la recesión ha tocado fondo. Como prueba de ello se arguye que la economía griega solo cayó un 2,3% en el primer trimestre de 2014, a diferencia del 6% de caída registrado en el mismo periodo de 2013.
Para el año 2014 en su totalidad se espera incluso un crecimiento del 0,6%. Pero atención: la Troika ya pronosticó que la economía griega crecería en 2012 y la realidad fue muy diferente, ya que la economía descendió un 6,4%. En 2013 también se preveía un crecimiento del 2,0%. Y lo que se produjo fue una nueva caída del 3,9%. E incluso en el caso de que esta vez se dé realmente el crecimiento pronosticado, un 0,6% es solo una gota en medio del océano, en vista del descenso del casi 25% que ha sufrido la economía griega desde 2008.
Reforma del mercado laboral y desempleo
La Comisión Europea también prevé un aumento del empleo. Después de que el porcentaje de desempleo pasara en pocos años del 7,7% al 27,3% en el curso del llamado salvamento de Grecia, se prevé en 2014 un descenso del paro del 0,6%. Tampoco este pronóstico supone una base fiable para proclamar el final de la crisis, sobre todo teniendo en cuenta que incluso la Comisión Europea cree que la drástica bajada de sueldos de los últimos años continuará también en 2014.
En su informe de evaluación la Comisión Europea responsabiliza de esta bajada de sueldos a los moderados acuerdos salariales. En el mismo informe incluye algunos ejemplos de importantes medidas para la reforma del mercado laboral impuestas por la Troika. Entre ellos se mencionan la suspensión de acuerdos salariales, la permisión de pactos salariales a nivel de empresa sin intervención de los sindicatos, la limitación de plazos de vigencia máximos de los acuerdos salariales, el descenso y la congelación de los salarios mínimos, la creación de contratos de formación por debajo del salario mínimo interprofesional, la prórroga del tiempo de prueba a doce meses, la rebaja del plazo de despido y del pago de indemnizaciones, la facilitación de los despidos en masa, ampliación del empleo temporal, etc. Ante este trasfondo no es de extrañar que los acuerdos salariales sean moderados.
A menudo se argumenta que los sueldos en Grecia crecieron durante años de forma desmesurada y que ahora se requiere un ajuste de los mismos. En Alemania este argumento incluso lo utilizan aterradoramente los mismos sindicalistas. Sin embargo este argumento no es cierto. Si se compara la evolución de los salarios en Grecia con la evolución de los precios y de la productividad en el país desde la introducción del euro, se puede constatar que los sueldos tendieron a aumentar demasiado despacio y no demasiado deprisa. El problema es más bien la presión económica ejercida por países como Alemania, con una evolución salarial aún peor.
Salvamento a la banca y remodelación absoluta de la sociedad
¿Y qué pasa con la deuda? En ella se centró presumiblemente toda la política de salvamento. En 2007 el Estado griego había acumulado una deuda de 239,3 millardos de euros, lo que suponía el 107% de la producción económica. En ese momento llegó la Troika. Desde entonces la deuda se ha incrementado hasta alcanzar los 318,7 millardos de euros, o lo que es lo mismo, el 175% de la producción económica. La causa de esta evolución radica en que los créditos de la Troika no llegaron a Grecia sino que más del 90% de los mismos se concedieron directamente al sector financiero internacional para saldar deudas griegas. Con el dinero de los contribuyentes rescatamos a los bancos acreedores de Grecia. No se trató por lo tanto de un salvamento de Grecia sino de un salvamento internacional de bancos, por el que el pueblo griego pagó un alto precio, tal como se desprende del informe de evaluación anteriormente mencionado:
- Grecia fue convertida en mercadillo para inversores internacionales. Gran parte de las empresas públicas fue transferida a un fondo de privatización. Todo se ha puesto a la venta: la lotería del Estado, el abastecimiento de gas, el ferrocarril, los puertos, los aeropuertos, el abastecimiento de agua, el correo y más de mil inmuebles. - Todo esto se vende a precio de ganga, ya que el apremio por vender abarata los precios.
- Se va desarticulando el sector público. En este sentido, Grecia se comprometió a reducir 150.000 empleos en el servicio público hasta 2015 y según la Comisión Europea está cumpliendo los planes previstos al respecto. Asimismo, los empleados que han conservado su puesto de trabajo han sufrido considerables rebajas salariales.
- El sistema de salud fue llevado al colapso. Primero se redujo drásticamente el gasto sanitario y después se limitó al 6% de la producción económica, con lo cual una reducción de la misma implica automáticamente la disminución del gasto. Actualmente se está llevando a cabo una reforma hospitalaria que prevé, entre otros, la restricción del derecho a especialistas y de los servicios de urgencias con el objetivo de reducir costes elevados e innecesarios. Además, se pretende limitar los gastos por medicamentos al 80% del nivel del año anterior.
- De forma igualmente radical se atacó al sistema de jubilaciones. Ya en el marco del primer programa de salvamento se impusieron unos duros recortes de las jubilaciones de más del 30%, una reducción de la pensión básica a 360 euros mensuales y un aumento de la edad de jubilación. Actualmente las reformas negociadas están encaminadas a que las pensiones queden en un nivel bajo de forma duradera.
Esta lista se podría ampliar aún más. El programa de reformas abarca muchas otras áreas, como el seguro de desempleo, la política fiscal, la educación, la energía y los transportes. La Troika no deja piedra sobre piedra.
La crítica de la globalización Naomi Klein acuñó el término doctrina del shock para describir acertadamente lo que está ocurriendo aquí. Aprovechando la conmoción por la crisis se transforma completamente todo un modelo social a favor de los intereses de las élites financieras y económicas. En lugar de afrontar la crisis de manera efectiva, mediante inversiones públicas, programas de empleo, regulación del mercado financiero, poniendo barreras a la fuga de capital y repartiendo la carga de la crisis también entre los ricos, se aprovecha la ocasión para debilitar los sistemas de seguridad social, acabar con derechos sindicales y laborales y vender propiedad pública a precio de saldo.
Todo ello se agudiza por supuesto con la crisis económica y financiera. Los recortes permanentes son la causa principal de la recesión incesante y del desempleo en masa. Además, la orgía de recortes ha provocado una profunda crisis social y humanitaria: un 60% de los jóvenes griegos no tienen trabajo ni perspectiva de futuro. El porcentaje de pobreza aumentó del 20,1% en el año 2008 al 35,8% en 2012. Hoy en día todavía es mayor.
La destrucción parcial del sistema sanitario ha conllevado un aumento del 32% de las infecciones por el virus VIH, el regreso de la malaria, la falta grave de abastecimiento de medicamentos en zonas rurales, un aumento del 21% de la mortinatalidad y del 43% de la mortalidad infantil. 800.000 griegas y griegos no perciben ninguna prestación por desempleo ni disponen de seguro de enfermedad. En las ciudades se puede observar en todas partes una indigencia en masa.
El shock que se exige a la población queda también plasmado en la triplicación de los casos de depresión y en el aumento en un 45% de las tasas de suicidios.
Malas perspectivas o cambio radical
No se vislumbra el final de esta crisis, aunque la Comisión Europea no se canse de banalizar la situación. El Estado griego continúa acumulando una deuda de millardos de euros. Más del 30% de los créditos de bancos griegos son considerados tóxicos. Y hasta la fecha no parece que el capital evadido de Grecia durante los últimos años retorne al país.
Por consiguiente, cada vez ganan más terreno las consideraciones sobre un tercer programa de reformas para Grecia y la ampliación de los plazos de los créditos a 50 años. Esto significa, administrar a Grecia más dosis de la medicina que ha provocado un retraso de décadas en el país y ha socavado los derechos democráticos y sociales conseguidos tras la dictadura militar.
Lo que Grecia de verdad necesita es un cambio radical de curso, un abandono de la vía neoliberal impuesta por la UE, la Troika y el gobierno de Samaras. Por eso cabe alegrarse del triunfo de la coalición de izquierda Syriza en las elecciones europeas. Llegó la hora de unas nuevas elecciones para que la relación de mayorías sociales actuales se refleje también en la política nacional griega.