Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La declaración de Aldama: “el nexo” del caso Ábalos apunta más arriba aún sin pruebas
De despacho a habitaciones por 1.100 euros: los ‘coliving’ se escapan de la regulación
Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

Regenerarse o morir

Javier García Toni

Beppe Grillo y su Movimiento 5 Estrellas no son el problema de Italia. Italia no se ha vuelto ingobernable por el ascenso de la antipolítica, los electores no se han vuelto locos entregándose a los brazos del populismo antieuropeo. Y los españoles tampoco están locos cuando las encuestas demuestran que nadie cree en nuestros políticos.

Vamos a analizar el caso italiano con la mente puesta en España. Nada de lo que ocurre allí nos es ajeno, y es imposible desligar el futuro de dos países que comparten moneda y unión en Europa. Como allí, aquí también está en auge el discurso antipolítico. Aunque, a diferencia de Italia, aquí aún no hay una organización que vehicule ese sentimiento. En Italia se llama Movimiento 5 Estrellas, con una V inspirada en V de Vendetta. ¿Por qué el Movimiento 5 Estrellas ha sido, si contamos cada partido por separado y no coaliciones, el partido más votado? Muy sencillo: porque la derecha berlusconiana y una izquierda débil e incapaz de plantear una alternativa se lo han buscado solitos. Así de claro. El Movimiento 5 Estrellas es la consecuencia lógica de una política infecta, lamentable, corrupta y podrida por el ejercicio del poder.

Primera y urgente reflexión: la socialdemocracia italiana debe estar realmente mal si, pese a todo lo que ha supuesto Berlusconi, no ha sido capaz de sacarle ni siquiera un 1% de ventaja en votos. La indudable degeneración moral que suponen los resultados de Berlusconi sólo se explica en un voto de centro-derecha que en ningún momento ha identificado a Monti como a uno de los suyos. El voto liberal que aboga por bajar los impuestos y reducir la intervención del Estado ha podido comprobar que, con Monti, eso era tan falso como lo es con Rajoy. Berlusconi se convertía así en la única alternativa. Pero no perdamos de vista que Berlusconi sigue siendo Berlusconi. Ha vuelto a plantar cara al Partido Democrático de Bersani hasta el punto de que, quizá, haya que repetir elecciones. Y el principal favorito no sería Bersani sino Grillo. Ése es el primer drama: Bersani no es una “alternativa ilusionante”, sino “más de lo mismo”. Es el mismo problema que tiene en España Rubalcaba y el PSOE.

El segundo drama es la huella de la tecnocracia. Monti llegó tarde y mal, respondiendo a una situación de emergencia nacional en la que no había lugar para el ejercicio de la democracia. Es curioso comprobar cómo la democracia, de repente, se ha convertido en un problema. La narrativa dominante en los medios europeos es que Italia es ingobernable. Es decir, que si dejamos que los ciudadanos voten ya no hay quien gobierne el país. En contraposición, claro, a la estabilidad política que da la tecnocracia. Este discurso es sumamente peligroso. Pero parece que a los italianos no les apetecía ni un poquito seguir adelante con el experimento Monti y las recetas alemanas. Quizá sirva de vacuna en caso de que se planteara una situación similar en España (que aún no es descartable).

El tercer drama es que sí, Italia es uno de los futuros probables para España. La izquierda española está todavía más débil que la italiana. Aunque aquí no hayamos tenido ¿todavía? un Berlusconi, la derecha se desmorona sin que la izquierda socialdemócrata capte ni un poco del descontento social. Entra dentro de lo posible pensar en un escenario de fragmentación política, con partidos que tengan pequeñas mayorías y grandes minorías. Pero, por otro lado, llevamos un año y pico criticando la apisonadora que supone la mayoría absoluta del Partido Popular, por lo que no debemos confundir la “ingobernabilidad” con la “obligación de pactar”. Quizá sea, de hecho, una manera de obligar al sistema a regenerarse desde dentro. Porque si no la regeneración tendrá que venir desde fuera, y eso puede ser mucho más imprevisible.

Sea en Italia o en España, la clave es dejar de confundir el síntoma con la causa. Grillo es el síntoma de una sociedad hastiada de excreciones políticas que ya duran demasiados años. Podemos criticar la “antipolítica” y el “populismo” de Grillo y el Movimiento 5 Estrellas o podemos entender el porqué de su éxito electoral. O regeneramos el sistema o esto es lo que hay.

Etiquetas
stats