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Enfoques para una política militar

Juan Sotres Menéndez

Miembro de Attac —

Este artículo pretende invitar a reflexionar desde un punto de vista geopolítico sobre las características que deberían tener las Fuerzas Armadas (FFAA) para garantizar su papel en España en defensa de nuestros intereses nacionales e internacionales, lejos de cualquier función de satélite. Las líneas estratégicas sobre el papel de las Fuerzas Armadas deben marcarlas Naciones Unidas y sus declaraciones universales de derechos, junto con la Constitución. Es una reflexión dirigida a todos los sectores interesados, ya sean militares o civiles, y de variados espectros políticos, sociales y culturales. Considero necesaria la creación de grupos de estudio (think tanks) potentes y multidisciplinares de los que puedan surgir propuestas de acción política que tendrán que ganarse los necesarios apoyos sociales, parlamentarios y de gobierno.

Hay territorios donde más fácilmente se constata esta necesidad, debido a que acogen instalaciones como bases navales, bases aéreas, cuarteles, campamentos de instrucción y formación o de otro tipo. Sin embargo, en el siglo XXI, el riesgo nuclear en el que vivimos de forma permanente afecta al conjunto de la humanidad, sin excepción.

En su despedida como presidente de Estados Unidos, en 1961, Dwight Eisenhower lanzó claramente una idea-fuerza a los ciudadanos norteamericanos: “... la ciudadanía tiene que estar alerta para evitar que el complejo militar-industrial, con millones de personas y dólares, cercene los derechos constitucionales”.

En 1966 nos cayeron cuatro bombas nucleares en Palomares (Almería), porque el comando aéreo estratégico SAC sobrevolaba y reabastecía en vuelo sus aviones en cerco permanente de la antigua Unión Soviética. Todavía no se ha retirado el plutonio de dos de ellas, debido también al temor de que se planteen reclamaciones desde otras zonas del mundo. A día de hoy, los Gobiernos españoles carecen de herramientas propias de control de las entradas de barcos y submarinos con sistemas de armas nucleares en Rota o Gibraltar, de modo que se incumplen los compromisos asumidos a resultas del referéndum sobre el ingreso en la OTAN.

Ha llovido mucho desde entonces, pero los presupuestos militares de EEUU son mayores que todos los de los países de la clasificación que le siguen, acumulados. Recientemente, los militares del Gobierno estadounidense frenaron la propuesta de su presidente, Donald Trump, consistente en multiplicar por 10 su potencia nuclear en un contexto de riesgo real de guerra nuclear con Corea del Norte, después de no haber firmado que entre en vigor el Tratado Internacional de Prohibición de Armas Nucleares suscrito por más de 120 países en el marco de la ONU [aprobado en 2017]. Significativamente, las potencias nucleares reconocidas no firmaron dicho tratado. Tampoco lo ha ratificado España [que no tiene arma nuclear], por presiones de la OTAN. 

La estimación de muertes iniciales en el contencioso coreano es de dos millones en Corea del Sur y de tres millones en Japón.

Por una vez, el premio Nobel de la Paz se le dio lúcidamente a una ONG, la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN), que viene planteando la necesidad de que la humanidad prescinda de todas las armas nucleares.

España: picaresca contable

Abordemos ahora nuestros presupuestos, producción, compras, mantenimientos y ventas en el ámbito militar. Tenemos una picaresca contable que consiste en no hacer transparentes nuestros presupuestos militares, con partidas escondidas en otros ministerios. Lo de conseguir el 2% como objetivo imperativo de presupuesto militar queda así enmascarado.

El submarino S-81plus, llamado Isaac Peral (inventor del primer submarino torpedero), con sorna, no puede sumergirse: hace unos años se le detectó un sobrepeso de 75 toneladas. Es todo un bochorno para nuestra producción naval.

Tenemos una deuda militar por créditos de compras por un valor aproximado de 30.000 millones de euros que conciernen a todo tipo de armas: aviones, tanques, misiles, satélites y robótica, entre otros.

¡Aquí nunca ha habido comisiones! Pero la empresa Instalaza, que desarrolla sistemas de armas, con sus bombas de fragmentación, Pedro Morenés —exministro de Defensa y hasta hace poco embajador en EE UU— y, sobre todo, el señor Eduardo Serra —ministro de Defensa con el PP y previamente número dos del Ministerio con el PSOE por recomendación del propio Rey emérito— deberían ser ampliamente auditados en sus relaciones comerciales.

Las ventas de cuatro fragatas a Arabia Saudí por Navantia-Cádiz, al igual que las exportadas a Noruega por Navantia-Ferrol, deben ser siempre recordadas junto con la manifestación en A Coruña de los trabajadores ferrolanos gritando: “¡Queremos fragatas!”. Es esencial una alternativa industrial cívico-militar que aborde la sustitución de mantenimientos y que compre, cuando toque, dando prioridad a proyectos europeos con carga de trabajo local, frente a los norteamericanos o terceros. Y para ello la investigación científico-técnica tiene que ser potenciada, con sus aplicaciones civiles también en el foco del problema, en un nuevo modelo económico y productivo.

Estamos hablando de aviones que nos salen a más de 100 millones de euros la unidad. Comprar un Eurofighter o un F35 Lightning II no es solo un problema de coste, sino de vinculación a intereses muy concretos de la corporación Lockheed versus proyectos europeos (en los que está España).

Problemas como los accidentes en aterrizajes o despegues tienen que ser seriamente investigados por la seguridad de nuestros pilotos. No olvidemos que en Alemania, a finales de la década de 1960, el ministro de Defensa Franz J. Strauss tuvo que investigar por qué se estrellaron muchos aviones... de Lockheed.

Estas son algunas de las misiones exteriores que, según mi parecer, deberían debatirse:

  • El envío de tropas a Afganistán, después de 16 años de guerra fallida con EE UU.
  • Nuestro papel en el Báltico, en la política de cerco a las fronteras de Rusia. Y el error de entrar en el espacio aéreo de Finlandia.
  • El papel de teloneros con Francia en sus excolonias de África Occidental, origen de parte importante de lo que aquí llamamos “subsaharianos”.
  • Ayudar a montar un hospital oncológico en Alhucemas (Marruecos) como reparación a los bombardeos químicos en las guerras de África, de las que emergió el grupo militarafricanista funesto para España.
  • Reforzar el rol de la Unidad Militar de Emergencias en las catástrofes.
  • Apoyar sin dobleces el asociacionismo militar legal que hay ya en Europa.
  • Reforzar la formación en las escuelas militares en los asuntos geopolíticos, con conocimiento de los bloques tradicionales, de los emergentes y de los efectos de las luchas y tratados comerciales.
  • Continuar la tradición puntera científico-técnica y humanista de nuestros marinos como Malespina y de los cuerpos técnicos de las Fuerzas Armadas.
  • Apoyar el desarrollo de tecnología propia que nos permita no ser meros compradores, con los riesgos de dependencia y marginalidad que supone.

[Este artículo ha sido publicado en el número 69 de la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

Este artículo pretende invitar a reflexionar desde un punto de vista geopolítico sobre las características que deberían tener las Fuerzas Armadas (FFAA) para garantizar su papel en España en defensa de nuestros intereses nacionales e internacionales, lejos de cualquier función de satélite. Las líneas estratégicas sobre el papel de las Fuerzas Armadas deben marcarlas Naciones Unidas y sus declaraciones universales de derechos, junto con la Constitución. Es una reflexión dirigida a todos los sectores interesados, ya sean militares o civiles, y de variados espectros políticos, sociales y culturales. Considero necesaria la creación de grupos de estudio (think tanks) potentes y multidisciplinares de los que puedan surgir propuestas de acción política que tendrán que ganarse los necesarios apoyos sociales, parlamentarios y de gobierno.

Hay territorios donde más fácilmente se constata esta necesidad, debido a que acogen instalaciones como bases navales, bases aéreas, cuarteles, campamentos de instrucción y formación o de otro tipo. Sin embargo, en el siglo XXI, el riesgo nuclear en el que vivimos de forma permanente afecta al conjunto de la humanidad, sin excepción.