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El dinero perdido en el rescate bancario destroza el déficit

Estos días el Gobierno ha recibido varias advertencias de que España no cumplirá los objetivos de déficit público fijados para este año y el siguiente (4,2% y 3,5% del producto interior bruto, respectivamente). La Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el BBVA sostienen que las diferencias entre ingresos y gastos públicos serán mayores de lo previsto por las autoridades. Bruselas, en concreto, estima que España se excederá en tres décimas en 2015 y en siete el año próximo. En total el desvío será de 1 punto del PIB, lo que supone unos 10.000 millones de euros. Esto significa que para cumplir con los objetivos el Gobierno tiene que solucionar un problema de esta magnitud ya sea recortando gastos, aumentando los ingresos o en una combinación de ambas medidas.

¿Tiene sentido tanta obsesión por el déficit? Sin entrar en el fondo del asunto, hay un aspecto que no se puede soslayar y es que España cerró el pasado ejercicio con la tasa de déficit más elevada de los 28 países de la UE (5,8%) sin contar a Chipre (8,8%), una economía equivalente al 1,6% de la española.

¿Y por qué España tiene un déficit público tan elevado? Una de las razones principales es porque lleva una mochila muy pesada a consecuencia de las ayudas que el Estado ha dado a la banca y no se han recuperado. Esto ha quedado meridianamente al descubierto hace unos días gracias al informe que publicó el Banco Central Europeo (BCE), en el que precisamente se mide el impacto fiscal que han tenido las ayudas bancarias no devueltas en los países del euro.

Según el BCE, las ayudas públicas destinadas entre 2008 y 2014 a la banca española que ya no se recuperarán y que han engrosado el déficit ascienden al 4,4% del PIB, unos 46.000 millones de euros. Esta es la pesada mochila que está aplastando a la economía española y que en términos relativos es más pesada que para el conjunto de la eurozona. El peso de las ayudas públicas a la banca de la zona euro que han ido a parar a déficit ha sido más moderado: un 1,8% del PIB.

Cuando se habla del exceso de déficit público, ni la Comisión Europea, ni el FMI, ni, por supuesto, el BBVA, han hecho referencia alguna a las causas de este déficit. Nadie menciona la responsabilidad de la banca en la generación de esta pesada carga. Y cuando se barajan soluciones las referencias son las de siempre: o reducción de gasto social o aumento de impuestos. La banca, que ya está en la senda de sólidos beneficios (5,460 millones de euros en la primera mitad de este año, según el Banco de España), debería contribuir también a paliar este problema que en parte generó.

De los 800.000 millones de euros empleados en ayudas financieras a la banca europea, sólo se han recuperado poco más del 40% al cabo de ocho años. Es un porcentaje relativamente bajo si se compara con la experiencia internacional. Suecia, por ejemplo, fue capaz de recuperar el 95% de las ayudas cinco años después de la crisis de 1991.

Por otra parte, según el informe de la entidad que preside Mario Draghi, los bancos europeos todavía siguen disfrutando de importantes garantías públicas. En el caso de España el saldo vivo de garantías públicas a finales de 2014 ascendía al 5,2% del PIB, casi el doble de la media de la zona euro, que estaba en el 2,7%.

La banca española en particular sigue contando además con un trato privilegiado en otros muchos aspectos, como hemos visto en el aval público de los activos fiscales diferidos, el mantenimiento del tipo del impuesto de sociedades para poder seguir beneficiándose de esta prebenda y la financiación a tipos privilegiados por parte del BCE. Debatir sobre el déficit y olvidar a una parte de los que lo han generado es hacer un juego muy poco limpio que los ciudadanos no deberían tolerar.

Estos días el Gobierno ha recibido varias advertencias de que España no cumplirá los objetivos de déficit público fijados para este año y el siguiente (4,2% y 3,5% del producto interior bruto, respectivamente). La Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el BBVA sostienen que las diferencias entre ingresos y gastos públicos serán mayores de lo previsto por las autoridades. Bruselas, en concreto, estima que España se excederá en tres décimas en 2015 y en siete el año próximo. En total el desvío será de 1 punto del PIB, lo que supone unos 10.000 millones de euros. Esto significa que para cumplir con los objetivos el Gobierno tiene que solucionar un problema de esta magnitud ya sea recortando gastos, aumentando los ingresos o en una combinación de ambas medidas.

¿Tiene sentido tanta obsesión por el déficit? Sin entrar en el fondo del asunto, hay un aspecto que no se puede soslayar y es que España cerró el pasado ejercicio con la tasa de déficit más elevada de los 28 países de la UE (5,8%) sin contar a Chipre (8,8%), una economía equivalente al 1,6% de la española.