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Turismo colaborativo: el pez grande se come al pequeño

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Mariana Vilnitzky

El llamado “turismo colaborativo”, a través de las plataformas digitales, ya ha cambiado el funcionamiento del sector turístico, tanto en la forma en que los destinos facilitan las visitas como en el desarrollo de productos, la recopilación de datos y el acceso a los mercados. El Banco Mundial, en su informe Tourism and the Sharing Economy: Policy & Potential of Sustainable Peer-to-Peer Accommodation, publicado en 2018, estima que las plataformas digitales que facilitan el peer-to-peer (de persona a persona, también llamado P2P) representan ya 8 millones de camas por año. “Esto todavía es una pequeña parte del alojamiento global (7%), aunque ”está creciendo más rápido que el alojamiento tradicional“. 

Casi todas las cifras de los estudios sobre el sector del turismo colaborativo se refieren a la vivienda turística y, como mucho, al transporte. Esto tiene que ver con el uso de las plataformas. La Comisión Europea publicó en 2018 las cifras generales de la llamada economía colaborativa, que muestran que, en realidad, lo que más se usa y se conoce son las plataformas de alquiler de viviendas turísticas y el transporte. “Casi una cuarta parte de los habitantes de Europa han utilizado servicios ofrecidos a través de plataformas colaborativas en general, y es principalmente en los sectores de alojamiento (56%) y transporte (51%); pero muy pocos utilizan dichos servicios de forma habitual, es decir, al menos una vez al mes (4%)”, dice el informe The use of the collaborative economy.

José Luis Zimmermann, director general de la Asociación Española de Economía Digital (Adigital) y portavoz de Sharing España, coincide con el informe de la Comisión. “Como tendencia, no veo que haya una escalada de las otras plataformas. Durante un tiempo subió la restauración, con webs como Eatwith, o con tours, pero no han escalado al mismo nivel que los alojamientos turísticos. No veo que tengan mucho más recorrido si no se trata de alojamiento o transporte”.

Internet, un lugar para el monopolio

El Foro Económico Mundial predijo en 2017 que para 2025 el 17% de los ingresos anuales del sector hotelero global (equivalente a 8.000 millones de dólares) serán en estancias de P2P. Tanto es así que ya muchas empresas turísticas se han puesto a trabajar para adaptar su negocio a la nueva economía digital, haciendo, en muchos casos, que una parte de las plataformas digitales pierdan su objetivo original de ofrecer una experiencia más cercana al turista con la población local y se conviertan en simples centrales de reservas.

De hecho, el mismo sector del turismo tradicional ya ve que no es la economía colaborativa, sino el monopolio digital, su mayor enemigo. Philipp S. Ingenillem, socio de Online-Birds Hotel Marketing Solutions, defiende en un artículo de la revista sectorial Hosteltur que, en realidad, “los grandes actores como Google, Facebook y Amazon son la mayor amenaza para los hoteles porque buscan implantarse en todas las fases del itinerario del viajero y para ello cuentan con los datos de los clientes”.

Aunque la mayoría de estudios, discursos y hasta políticas públicas centran su atención en el alquiler de viviendas turísticas, lo que llamaban originalmente “turismo colaborativo” es muchísimo más. Se trata, o se trataba inicialmente, de una forma de viajar en la que la comunidad forma parte. Puede tener ventajas, como ser más sostenible, al gastar menos recursos con artículos que no se usan. Y puede permitir una relación con la comunidad local mucho más cercana que en un hotel tradicional.  Se puede hacer turismo colaborativo, por ejemplo, con el intercambio de casas, con jardines de particulares para acampar o mediante las plataformas donde se encuentran personas que alquilan cochecitos de bebés o bicicletas mientras no las usan, con autocaravanas, compartiendo viajes, etcétera.

Las plataformas que no se encargan de vivienda o de transporte son más pequeñas, y en muchos casos tienen fines sociales o ecológicos. En este sentido, por ejemplo, es interesante la iniciativa del Observatorio FiturNext, creada por Ideas for Change, que trabaja para construir en tres años una guía de las tendencias del turismo que viene y proyectar las pautas que generen impacto positivo tanto en el ámbito económico, como social, cultural y medioambiental. “Hay una revisión, un cambio de tendencia en la inercia del turismo. La economía colaborativa ya pasó. Ahora se trata de la lógica colaborativa”, explica Javi Creus, fundador y director de Ideas for Change. “En nuestra iniciativa queremos mostrar las ideas replicables, que se están haciendo en diferentes partes del mundo. Por ejemplo, está la plataforma refillmybottle.com, un mapa en línea que identifica todos los lugares (una cafetería, un centro turístico, un museo, etcétera), donde se puede recargar un botellín con agua potable limpia gratis o con una tarifa mínima”, explica. “Además de que se usa menos el plástico, luego la gente local también se beneficiada porque al entrar en las tiendas o los sitios, luego ves cosas, conversas, te tomas algo más”.

El problema de las plataformas pequeñas de turismo colaborativo, o de lógica colaborativa, es que no siempre tienen la fuerza suficiente para continuar. Según la experta en turismo colaborativo Dawn Zerly, que publica y actualiza cada año una base de datos sobre empresas de turismo colaborativo, aproximadamente el 25% de las plataformas que prometen convertirse en grandes ha dejado de existir en los últimos cinco años. Y muchas plataformas se mantienen por puro voluntarismo de sus creadores.

En las plataformas de peer to peer que sí funcionan dentro del alojamiento o el transporte, como el intercambio de casa y el carpooling, al igual que en el resto de la economía digital, prima la tendencia hacia la concentración del mercado en unas pocas empresas. Por ejemplo, en el ámbito del intercambio de casa, los creadores de Guest to Guest fueron comprando a sus competidores, y hace poco se hicieron con la más grande y una de las más antiguas, Home Exchange. La española Trip4Real fue comprada por Airbnb y ahora forma parte de Airbnb Experiences. Y Blablacar, fundada en 2006, recaudó 400 millones de dólares y utilizó ese dinero para comprar competidores más pequeños e integrar nuevos países en su sistema.

“La adquisición de empresas en el ámbito digital es cotidiana. Es muy difícil escalar y se hace comprando otras empresas”, agrega Zimmermann. “Facebook lo hizo adquiriendo Instagram y WhatsApp. Muchas de las compañías adquiridas tienen muchas dificultades para escalar o competir. Incluso cuando se crean su objetivo en muchos casos ya es ser vendidas. Una plataforma para competir en varios países debe tener más mercado. Esto tiene que ver con el modelo de negocio en Internet, no solo en el turismo”. 

“La concentración es natural”, añade Francisco Rodríguez, consultor en economía colaborativa y autor del libro Del hospitium al turismo 4.0. “Para los usuarios resulta más fácil una plataforma más extendida. Les facilita la vida. Los monopolios casi nunca son buenos. La competencia es necesaria. Pero a nivel usuario cuantas más personas haya en Facebook será mejor, porque para encontrar a mi gente no tendré que ir plataforma por plataforma. En cierto modo es algo natural”.

No están tan de acuerdo muchos miembros de la antigua Home Exchange, que al ser comprada por Guest to Guest cambió completamente su filosofía y dejó una avalancha de quejas en la redes sociales y blogs, de personas usuarias insatisfechas con la nueva plataforma y sin alternativa en el mercado.

Como en otros ámbitos de la economía colaborativa, la única opción que tiene la comunidad para enfrentarse a los monopolios del “turismo colaborativo” es la cooperativización de las plataformas y el trabajo en red, aunque todavía queda un largo camino por recorrer en este sentido, y estas plataformas tienen graves problemas de financiación.

En el centro de la resistencia a esta monopolización de los servicios se encuentra Trebor Scholz, director del Platform Cooperativism Consortium y del Institute for the Cooperative Digital Economy de The New School en Nueva York. Están estudiando estrategias financieras y comerciales para convertir y escalar el modelo cooperativo de plataforma, y para construir una alternativa cooperativa.

[Este artículo forma parte de un dossier dedicado al turismo colaborativo publicado en el número 68 de la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

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