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Crónica de un primer fin de semana en Europa: así malviven los migrantes en el Puerto de Barbate

Varios migrantes amanecen tras pasar la noche en la cubiertos del Concepción Arenal bajo una lona de plástico.

Paula Álvarez

Pernoctar en la cubierta de un barco amarrado a puerto tras una travesía en pateras se está convirtiendo en algo habitual en lo que llevamos de verano. A lo largo del pasado fin de semana, más de mil migrantes han llegado a las costas gaditanas. Los sindicatos policiales, la Guardia Civil, las organizaciones sociales y los ayuntamientos denuncian la situación de colapso y desborde.

La noche del viernes, casi un centenar de migrantes tuvieron que dormir en la cubierta del buque Concepción Arenal atracado en el puerto de Barbate. El viernes por la mañana, la embarcación de Salvamento Marítimo rescataba a 167 personas de tres neumáticas a motor cerca de las costas de Barbate y el cabo de Espartel. “Los rescatamos a las 8 de la mañana. Hacía muchísimo frío, podrían haber muerto de hipotermia”, se lamenta Saulo, el patrón de la salvamar. “Una patera se ha ido a pique, ha ido a rescatarla la Marina marroquí, pero probablemente ya hayan muerto”. “Las últimas dos semanas han sido horribles… Yo nunca había vivido esto”.

A las 4 de la tarde, aun no ha llegado la comida, solo los kits básicos con agua, leche y galletas de Cruz Roja y algo de leche para los niños. Las mujeres con niños están en en el interior del barco resguardadas del sol. Una de ellas llama al patrón y le enseña un pañal. Ninguna de las personas del equipo de Salvamento habla francés así que se comunican por gestos, y cada uno en su lengua. “Se han acabado los pañales”, comenta Saulo, mientras llama por teléfono a una de sus compañeras que está en el pueblo para que los añada a la lista de la compra. Uno de los chavales magrebíes le hace señas indicando que quiere orinar. “Al mar”, responde Saulo. Los sanitarios del buque no tienen capacidad para tanta gente, nos explica. Al día siguiente intentarán alquilar los baños del puerto pero la empresa que lo gestiona permanece cerrada todo el fin de semana.

A lo largo del día desembarcan a las mujeres, a los niños y a la mayoría de los hombres de origen subsahariano y los trasladan a una nave de almacenamiento de la Almadraba de Barbate de unos mil metros cuadrados que la empresa ha cedido para que no se tengan que repetir las escenas de hacinamiento de los últimos días en los módulos del puerto, de tan solo 30 metros cuadrados. El resto, pasará la noche en la cubierta de la salvamar.

“No hay colchonetas para todo el mundo y la comida se va a acabar”

La nave de la almadraba, custodiada por la Guardia Civil, alojaba el viernes unas 100 personas y el sábado otras 200. No pueden salir de ella, están retenidas a la espera de que la Policía Nacional indique dónde trasladarlas para identificarlas y e iniciar el procedicmiento de devolución. “La situacion se ha colapsado porque hay 400 personas en el polideportivo del Saladillo en Algeciras preparadas para salir. La Policía Nacional está tramitando alrededor de 400 o 500 expedientes diarios, pero no hay sitio en las ONG”, explican desde el dispositivo de tierra de la Guardia Civil de Barbate.

Varios activistas de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), organización que se dedica a la observación de derechos humanos, han acudido a la nave durante el fin de semana. Reparten kits de comida que ha traído la Policía Local, y hablan con los migrantes para saber si tienen necesidad de asistencia médica o de cualquier otra índole. “No somos una organización de ayuda humanitaria, pero no hay nadie que esté haciendo esta labor. No hay nadie más, o estamos nosotros o la Guardia Civil. La Cruz Roja está para la primera atención básica, nada más. Faltan medios, no hay colchonetas para todo el mundo y la comida se va a acabar. O se toman cartas en el asunto o esto va a acabar siendo un desastre humanitario como Lampedusa o Grecia”, sentencia la organización.

Las mujeres de la APDHA se quejan de la falta de previsión para la atención a las mujeres. “No hay cosas especificas para las mujeres. Las mujeres tienen necesidades específicas. Paños higienicos, compresas, tampax…”. Hablamos con algunas de ellas y nos preguntan si les van a facilitar cepillos de dientes, pero los kits de higiene no llegan. “Nos han hecho quitarnos toda la ropa, hasta los sujetadores, y los han tirado a la basura, estamos muy incómodas”, cuenta un grupo de mujeres de Guinea Conakry y Costa de Marfil.

“Enfoque de orden público”

Entre las personas migrantes se respira incertidumbre. Nadie les ha explicado por qué están allí, cuánto tiempo van a estar y dónde van a ir después. Nadie les ha leído sus derechos porque hasta que no los trasladen a las comisarías o al polideportivo de Algeciras gestionado por la Policía Nacional no se inicia el precedimiento de la Ley de Extranjería. No hay traductores que puedan comunicarse con ellos, sólo algunas voluntarias que hablan francés.

La Guardia Civil y personal de la agencia Frontex les piden a las activistas y voluntarias que expliquen a las personas migrantes que les van a requisar sus pertenencias de valor –el dinero, los móviles- y que después se las devolverán. Explican que es una medida de prevención para evitar conflictos por robo. Pero la APDHA manifiesta su desaprobación con este tipo de actuaciones y con el enfoque general de la cuestión migratoria por parte del Gobierno. “El enfoque es incorrecto, es un enfoque de orden público. Las tratan como personas peligrosas. Debería ser una cuestión humanitaria”, manifiesta María Jesús, de la APDHA.

Hablamos con varias personas migrantes y nos confirman que no han podido hablar con sus familias. Es una necesidad vital poder comunicarse con ellas para tranquilizarlas, para contarles que han cruzado el Estrecho y han logrado llegar a España con vida. Pero la mayoría no ha podido hacer llegar este mensaje a sus madres, padres, hermanos y hermanas. Unas cuentan que su móvil se hundió en el mar durante la travesía, otras que se les acabó la batería, que no tenían crédito o que se quedaron sin cobertura al llegar a la costa española. Vemos como un hombre habla con su familia por teléfono al lado de un agente de la Guardia Civil. “El ayuntamiento nos ha facilitado un teléfono para que puedan hablar con sus familiares”, aclara. Hablamos con varias mujeres y les comunicamos que van a poder hablar con sus familias. Pero la ilusión se desvanece minutos después cuando el agente de la Guardia Civil nos informa de que el ayuntamiento ha indicado que el teléfono sólo puede usarse para hacer llamadas dentro del Estado español. “No pueden llamar al extranjero”, sentencia.

Menores desamparados

El sábado llega al puerto una pequeña embarcación de Salvamento Marítimo con varias personas migrantes a bordo que han sido rescatadas esa misma mañana. Junto a ella está el Concepción Arenal, en el que han pasado la noche casi un centenar de personas. 20 hombres de Bangladesh, dos subsaharianos y 67 chavales magrebíes. “La mayoría de los magrebíes son menores”, comenta el patrón. Han dormido al raso cubiertos por una lona de plástico que les ha protegido a duras penas del reletente de la noche. “La Policía Local trajo bocadillos de queso y la Cruz Roja kits de comida. Se les cambió la ropa y se ducharon con una manguera en la cubierta, estaban llenos de salitre. Pusimos la lona por la noche y repartimos mantas. Están teniedo que hacer sus necesidades en bolsas de plástico. El sistema está totalmente colapsado”, lamenta Saulo.

En la nave, un niño de unos seis años llora desconsoladamente. “Su madre se ha quedado en el barco y el pobre no para de llorar”, relata una de las voluntarias. El niño, venía en una patera con su hermano mayor y la madre viajaba en otra. Los tres fueron rescatados en la misma embarcación pero las dificultades de comunicación con la tripulación de Salvamento Marítimo y la Guardia Civil por la ausencia de traductores están provocando este tipo de escenas. Las voluntarias que hablan francés se dirigen al barco para encontrar a la madre y traerla a la nave para encontrarse con su hijo. También hay decenas de menores no acompañados que llevan ya dos días detenidos. “Los menores no acompañados que hay aquí deberían estar acogidos ya por la Junta”, denuncian desde la APDHA.

Varios migrantes escapan

Muchas de las personas migrantes que están en la cubierta de la salvamar o en la nave están desesperadas. La mayoría llevan ya dos días retenidas sin que nadie les explique si los van a liberar, a deportar, si pueden pedir asilo o cómo deben hacerlo. Los marroquíes saben que los van a mandar de vuelta a Marruecos, así que muchos de ellos tratan de escapar. Tres saltaron de la embarcación al mar. “Creo que les ha cogido la Guardia Civil”, aclara el patrón de Salvamento Marítimo.

En la nave, el domingo por la tarde, unos 60 huyeron por la puerta trasera. A media tarde, la Guardia Civil ya había encontrado a unos 25. “Han salido corriendo por la puerta de atrás y algunos se han ido hacia la playa. Gente del pueblo les ha cogido y les ha dicho 'niño, toma esta camiseta y métete aquí debajo de la sombrilla que no te vean'. Esto sólo pasa en este pueblo”, relata riendo una de las activistas de la APDHA.

“La situación está muy tensa hoy”, afirma una de las voluntarias de la asociación Vejer sin Fronteras. Durante la mañana, varias personas voluntarias han estado hablando con los familiares que estaban en la puerta, haciendo de intermediarios con los migrantes retenidos. Hasta ese momento, las voluntarias entraban y salían de la nave, hablaban con los migrantes sin problema y no había tareas bien definidas. Pero al percatarse la Guardia Civil, los ha echado de la nave y ha ordenado que se formen pequeños grupos de cinco personas para que accedan al interior por turnos con tareas concretas, como el reparto de comida o la traducción. “Ahora no podemos ni hablar con ellos”, se queja la voluntaria de Vejer sin fronteras.

Tras el anuncio del Gobierno de que el 1 de agosto se abre el Centro de Recepción de Inmigrantes de San Roque (Cádiz) para reforzar la atención a los migrantes que llegan a las costas españolas, las organizaciones sociales permanecerán alerta para que no se sigan vulnerando los derechos de las miles de personas que continuarán llegando a las costas andaluzas en los próximos meses.

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