Las elecciones generales del 23 de julio han colocado, finalmente, al proyecto de Yolanda Díaz en el mapa político y en el Congreso con 31 diputados. Es una coalición de 16 partidos, cuatro de ellos con un peso territorial significativo: Más País en Madrid, Compromis en la Comunidad Valenciana, En Comú en Cataluña e IU en Andalucía, la federación con más implantación del país. El quinto pilar es Podemos, que anunció la “autonomía política” de sus cinco diputados dentro de Sumar 24 horas después de conocer el resultado.
El proyecto de Yolanda Díaz ya está dentro del puzzle de la política nacional y del bloque de fuerzas progresistas, que en los próximos días negociará la investidura de Pedro Sánchez y el comienzo de la legislatura. Pero Sumar es un puzzle en sí mismo y el concepto “autonomía política” de sus integrantes, no sólo de Podemos, va a ser una constante en este mandato. Antes que los morados, Compromis esgrimió sus reivindicaciones y su agenda autonómica.
En este puzzle de Sumar, Andalucía obtuvo un peso significativo el 23J, pero está por ver si tiene capacidad para ejercer su autoridad en este complicado equilibrio de contrapesos. Cuenta con seis diputados, los mismos que Madrid, uno menos que Cataluña, y dos más que en la Comunidad Valenciana.
“Debe haber unidad de acción”
Pero la lista de Sumar en Andalucía no es homogénea. Aunque tenga más peso IU -incluye a su líder andaluz, Toni Valero, por Málaga; y al secretario general del Partido Comunista, Enrique Santiago, por Córdoba- cuenta también con independientes y con la líder de Podemos Andalucía, Martina Velarde (número uno por Granada), muy alineada con la dirección estatal de los morados y crítica con Yolanda Díaz.
La federación andaluza de IU, la más potente del país, se ha fundido desde el principio con el proyecto de Sumar y difícilmente ejercerá un poder territorial como el que Compromís ha anunciado para Valencia o En Comú para Cataluña. Aquí impera la disciplina de partido habitual en el espacio comunista. “La autonomía política dentro del espacio común es inviable, cada partido la tiene en sus espacios de decisión orgánica, pero luego debe haber unidad de acción y una posición única en Sumar”, ha advertido el líder del PCA, Ernesto Alba, que avisa a Podemos que “como mucho podrían irse al grupo mixto” del Congreso.
De hecho, ahora que la matriz de la confluencia de izquierdas está en el Congreso, toca “reordenar” las piezas en Andalucía, para que los electores identifiquen con claridad nuestro trabajo en el Parlamento autonómico con el proyecto de Yolanda Díaz. Y eso pasa, “a medio plazo”, por cambiar el nombre a la coalición y al grupo parlamentario, de Por Andalucía a Sumar Por Andalucía. “La verdad es que no tenemos mucho apego a la nomenclatura”, bromeaba hace unos días Inmaculada Nieto (IU), presidenta de Por Andalucía, el embrión de Sumar en las elecciones autonómicas de hace un año.
23J, “punto de inflexión” en Andalucía
“Todo ha sido muy acelerado, ahora ya sabemos dónde está cada uno y toca un periodo de reflexión interna para asentarse desde el punto de vista político y orgánico”, dice una dirigente andaluza de Podemos. “El 23J marca un punto de inflexión para un cambio de ciclo, también en Andalucía”, ha subrayado Nieto.
En este periodo de reflexión, hay dos capítulos esenciales e interconectados: los datos y el nombre. Los datos son estos: Por Andalucía, la coalición de seis partidos que se estrenó en las andaluzas de 2022 como la “avanzadilla” del proyecto político de Yolanda Díaz, logró 281.688 votos (7,68%). Casi la mitad que Vox, que rozó el medio millón.
Sumar, que integra a todos los partidos de Por Andalucía, dobló su resultado en las generales del mes pasado: 520.826 votos (11,59%), de nuevo por detrás de Vox (a 147.500 papeletas). También ha obtenido un diputado más (seis) que la coalición andaluza en el Parlamento autonómico, donde lograron cinco parlamentarios, el mínimo para tener grupo propio.
Yolanda Díaz ha movilizado a más gente en Andalucía que la candidatura que ella misma amadrinó un año antes en las autonómicas, encabezada por Nieto. En las generales, recaudó aquí casi los mismos votos y los mismos escaños que en Madrid, aunque su presencia y proyección mediática en la capital de España es notoriamente mayor que en Andalucía.
Díaz apenas hizo campaña en la región más poblada de España. Sus candidatos andaluces se quejaron de ello y de la nula presencia que ha tenido la ministra de Trabajo en esta legislatura en una comunidad con un paro estructural muy por encima de la media nacional, y con la renta per capita más baja en 2021. El resultado de Sumar en votos en Andalucía es similar al de Madrid, mejor que en Cataluña, Valencia y Galicia -a región natal de Díaz-, pero en porcentaje está por debajo de todas ellas.
El 23J y una campaña centrada en impedir un Gobierno de PP y Vox despertó al electorado de izquierdas que no respondió ni en las andaluzas ni en las municipales, pero el aumento de la participación fue sobre todo para el PSOE-A, con medio millón de votos más que hace un año, que ha sabido capitalizar el voto útil.
La absorción de Adelante
Parte del estirón de Sumar en Andalucía deviene de la desintegración del partido de Teresa Rodríguez [Adelante Andalucía], que en las autonómicas logró 168.000 papeletas, pero en las generales sólo obtuvo 9.000 (un 0,20% del escrutinio; dado que sólo se presentaron por Cádiz). La lista de Yolanda Díaz ha absorbido esos votos, aunque su resultado va más allá y ensancha la base electoral del partido hegemónico a la izquierda del PSOE. “Es el buen camino”, dicen en IU Andalucía, la formación que más ha representado el proyecto de Sumar en esta región.
Pero hay un factor específico del contexto andaluz: la conformación de la candidatura de Sumar, aunque precipitada y lastrada por las cuitas con Podemos -el veto a Irene Montero- no arrastró tanto ruido interno con los morados como lo hizo el nacimiento de Por Andalucía, del que Podemos llegó a quedarse descolgado, incluso, como miembro de pleno derecho de la confluencia.
Tras el 23J, quienes remaron por la coalición andaluza creen que es el momento de reordenar el tablero político: “Andalucía se creó antes porque a Yolanda no le dio tiempo a llegar, pero somos lo mismo y la gente debe identificarnos como parte del mismo proyecto”, advierte un dirigente de IU. Aquí, el segundo capítulo de la reflexión postelectoral: el nombre. Si Por Andalucía es Sumar, y sus integrantes son los mismos que los de Sumar, ¿el grupo parlamentario andaluz pasará a llamarse Sumar?
“Es verdad que mucho apego a la nomenclatura no le tenemos en los últimos años”, ha admitido Nieto sobre la marca Por Andalucía tras el 23J. Nieto fue el cabeza de cartel de la confluencia en las andaluzas y vivió en primera línea las guerras internas -y públicas- que precedieron el lanzamiento renqueante de la marca, que terminaría estrellándose en las urnas [de 15 a cinco diputados].
“El adelanto electoral [de las andaluzas] hizo que muchas etapas que hubieran sido lógicas en la conformación de Sumar hubiera que posponerlas, porque la inmediatez de las elecciones se imponía”, considera Nieto, tras advertir que aún “no hemos llegado a la pantalla” de cambiarle el nombre al grupo. “Hay mucho trabajo que hacer hacia afuera”, ahora que el 23J da la oportunidad de reeditar el Gobierno de coalición con el PSOE, “en el que Sumar va a dar mucha prioridad a la agenda andaluza”.
“Se parecen en lo bueno y en lo malo”
¿Qué es Por Andalucía? Una coalición de seis partidos políticos, con uno de ellos en una situación discordia intermitente: Podemos. Una coalición que nace para las andaluzas de 2022, un “ensayo error” del proyecto político que hacía meses venía anunciando Yolanda Díaz, pero que no cuajará hasta el precipitado adelanto electoral de las generales: Sumar. Y finalmente es un grupo parlamentario de cinco diputados, dos con un pie en Sumar y otros tres con un pie en Podemos.
¿Por Andalucía es Sumar? “Se parecen en lo bueno y en lo malo. Aquí somos menos y el equilibrio de fuerzas se nota más”, dice un diputado morado. Sumar también tiene un partido en discordia -Podemos- que forzó la negociación para acaparar más candidaturas en las listas, elegir a sus representantes y tener más visibilidad. No logró su propósito y terminó integrándose a regañadientes, se inhibió en la campaña para dejar todo el protagonismo a Díaz, y 24 horas después de abrirse las urnas criticó duramente el resultado y lo achacó a la decisión de “invisibilizar” a Podemos dentro de Sumar.
Todo sucedió antes en Andalucía, en la negociación, confección y estreno electoral de Por Andalucía. También se estrenó aquí, en el seno del grupo parlamentario, el concepto “autonomía política” que esgrime ahora la dirección estatal de Podemos en nombre de los cinco diputados en el Congreso que han conseguido con la candidatura de Sumar.
Los tres diputados de Podemos que forman parte de Por Andalucía han tratado de ejercer su “autonomía política” desde el minuto uno de legislatura. El primer intento de llevar esa autonomía hasta sus últimas consecuencias ocurrió cuando apenas había echado a andar el primer periodo de sesiones en el Parlamento andaluz: los tres diputados de Podemos maniobraron por su cuenta para tomar el control interno del grupo de espaldas a su portavoz y presidenta, Inmaculada Nieto (IU), y del resto de miembros de la coalición.
Fue la propia Mesa de la Cámara, con mayoría absoluta del PP y presidida por el popular Jesús Aguirre, quien frenó este intento apelando al reglamento. La maniobra consistía en registrar ante la Cámara un reglamento interno del grupo parlamentario Por Andalucía que hacía prevalecer el voto de la mayoría de diputados -es decir, de los tres de Podemos-, en lugar del voto ponderado de los seis partidos que integran la coalición, donde los morados son minoría.
Para que llegase a oídos de la Mesa, fue fundamental el papel que jugó la única representante de Por Andalucía en este órgano rector del Parlamento, la diputada de Podemos Alejandra Durán. Una vez frenado el intento, cuatro de los seis partidos de la confluencia –IU, Más País, Equo e Iniciativa del Pueblo Andaluz– firmaron un escrito solicitando a la Mesa la “sustitución temporal” de Durán por otra de sus diputadas, la líder de Más País Andalucía, Esperanza Gómez alegando “disfunciones” en el proceder de su parlamentaria.
Diputados “independientes”
Un año después no ha vuelto a ocupar su puesto, porque Por Andalucía sigue partida por la mitad y la desconfianza entre sus diputados es notoria. La lectura crítica de los resultados que hizo Ione Belarra el día después de las generales vaticina un escenario complejo de relaciones internas dentro de Sumar, quizá con más margen de maniobra, incluso, del que tienen los diputados morados de Por Andalucía.
De entrada, estos tres parlamentarios andaluces figuran como “independientes”, porque Podemos no llegó a tiempo de inscribirse como miembro de pleno derecho de la coalición Por Andalucía ante la Junta Electoral. Está unido políticamente al resto de partidos de la coalición, pero fuera del acuerdo suscrito por ellos, que contiene el reparto de poder, decisiones, puestos, etc.
Una ruptura definitiva les dejaría como diputados no adscritos, con apenas recursos y margen legislativo, incluso por debajo del grupo mixto Adelante Andalucía. En el Congreso de los Diputados, la ruptura de los cinco parlamentarios de Podemos del grupo Sumar tendría un efecto similar, pero su peso político sería mucho mayor.
En Andalucía hay una mayoría absoluta del Gobierno de Juan Manuel Moreno, y la labor de la oposición está muy limitada. En Madrid, en cambio, cinco votos pueden determinar el futuro de una legislatura con un puzzle endiablado de partidos, en el que Pedro Sánchez ni siquiera tiene garantizada aún la mayoría para ser investido presidente.
En el mejor de los escenarios, el socialista tendría todos los apoyos a falta de lograr el sí de Junts, el partido independentista catalán dirigido por el expresident Carles Puigdemont, prófugo de la justicia española en Bélgica. En el peor de los casos, cada aliado de Sánchez pondría un precio mayor a su apoyo de investidura, alimentando el fantasma de la repetición electoral. La dirección de Podemos ya ha advertido de su “autonomía política”.