La Junta de Andalucía, a través de la Consejería de Salud, ha decidido privatizar, a través de una nueva licitación, el servicio de comidas que ofrecen los centros de salud adscritos a la Fundación Pública Andaluza para la Integración Social de Personas con Enfermedad Mental (FAISEM). Desde hace semanas, carecen de cocinas propias y los usuarios que hacen uso de las instalaciones se alimentan a través de un cáterin que se distribuye desde Sevilla y que, según denuncian los afectados, ha supuesto el despido de trabajadores y una sobrecarga de tareas para los monitores que trabajan en los centros. Sin embargo, desde el Ejecutivo niegan que se aumenten las funciones de los monitores y aseguran que la privatización empezó en la etapa del PSOE.
Los 57 centros de salud mental de la FAISEM dan soporte a un millar de personas que tienen patologías relacionadas y que, en lugar de ser ingresadas en un hospital, reciben sus cuidados en las llamadas casas hogares que permiten que hasta una veintena de usuarios puedan convivir en comunidad para mejorar su situación. En estos centros se encuentran tutelados por monitores de la fundación que les hacen un seguimiento y les ayudan a superar sus problemas. Entre los servicios que ofrecen se encuentra el de comidas, que hasta la fecha se realizaba en casi todos los centros en las cocinas con personal propio contratado por la fundación, pero que desde hace unas semanas ha dejado de ser así para pasar a ser un servicio de cáterin.
“Cáterin previo en seis provincias”
Fuentes oficiales de Salud sostienen que este proceso de privatización no es propio de su etapa, sino de la del PSOE. “El anterior gobierno socialista fue quien puso en marcha los servicios de cáterin externo para los recursos residenciales de FAISEM en seis provincias de Andalucía entre 2016 y 2017. Se implantaba así el modelo de suministro de comidas preparadas a las casas hogar y viviendas supervisadas de la Fundación”. Hasta la fecha, sólo Cádiz y Huelva estaban con el modelo previo al de esta etapa del PSOE.
Sin embargo, desde los centros de salud mental de la FAISEM niegan que esa sea la realidad. El presidente del comité intercentros, Joaquín Valderrama, explica que lo que se hizo fue subcontratar a personal de la propia fundación para hacer las comidas en las casas hogares. “En algún caso puntual sí había cáterin que cubría principalmente viviendas supervisadas (pisos tutelados) y servicios de cámara a usuarios de centros de día”.
Valderrama sostiene que este proceso de externalización, que acaba de culminar con los ocho centros de salud mental de la provincia de Cádiz, empezó a producirse en 2019 y que en 2020 se acrecentó aprovechando la pandemia y la necesidad de tener que recurrir a “comedores exteriores”. Además, “las nuevas licitaciones suponen que el personal de FAISEM con categoría de monitor, cuyas funciones consisten en el apoyo a la recuperación de las personas con salud mental, pasen a asumir nuevas funciones correspondientes a la categoría de pinché de cocina, en detrimento de la atención al usuario”.
Es decir, el proceso de privatización se produce cuando estos centros pasan de tener personal propio de la fundación realizando las comidas a contar con un servicio de cáterin centralizado en Sevilla y que se deriva de la amortización de los puestos de trabajo del personal que realizaba dichas tareas. Personal que pertenecía a la empresa UNEI, una entidad de empleo protegido. Es decir, los trabajadores eran personas a las que se les integraba en su función ya que tienen algún tipo de discapacidad y que ahora se han quedado sin el trabajo que les daba la FAISEM.
“Peor calidad de vida”
La nueva licitación, que ha dado pie a esta privatización, no recoge personal de UNEI a pesar de que sigue siendo la subcontrata principal. Al mismo tiempo, las comidas se entregan desde Sevilla para uno o varios días, lo que va en detrimento de la calidad del producto.
Loreto Martínez es una de las monitoras que está viviendo en primera persona el cambio que ha promovido la Consejería de Salud en los centros de la FAISEM. “El servicio de cáterin supone que nuestros usuarios ya no comen caliente, como lo hacemos todos a diario, con una calidad que, cuanto menos, deja qué desear”.
“Nos han dado las órdenes de que las monitoras tenemos que realizar todas las funciones y tareas que tengan que ver con el cáterin, porque claro, en la casa ya no hay nadie que se encargue de nada que tenga que ver con la cocina”. Funciones que van desde recepcionar la propia comida hasta emplatar, servir y recoger los desechos mientras siguen ocupándose de unos usuarios que requieren de una atención concreta. “Con la llegada del cáterin han perdido calidad en el servicio de comidas y calidad en sus vidas”. E insiste la monitora, “muchas compañeras de UNEI, personas con discapacidad, que muchas son del mismo servicio de orientación al empleo de FAISEM, se quedan en paro o su jornada laboral es reducida a 16 horas, con lo cual las condiciones de esas personas ya son preocupantes”.
En todo caso, Salud dice que “se trabaja en la incorporación laboral de personas con trastornos mentales graves mediante la contratación pública de entidades que favorezcan la contratación de estas personas o centros especiales de empleo” y que “el servicio de cáterin no supone un incremento en las funciones de los monitores”, a pesar de las quejas de estos trabajadores. Justificando la pérdida de empleos porque terminaban su vinculación el pasado 31 de julio y que, tras cuatro prórrogas, finalmente se ha tenido que recurrir a este nuevo servicio.