Hace unas días, un grupo de neonazis profería proclamas antisemitas en un homenaje a la División Azul en Madrid. Las concentraciones contra el ingreso en prisión del rapero Pablo Hasel se han reproducido esta semana en varias ciudades españolas. “Si el radicalismo se normaliza, si la radicalidad verbal se normaliza, si la crispación se normaliza, tenemos un riesgo muy grande de implosionar como sociedad, de no poder convivir”, comenta a este periódico Antonio de Diego González, vicepresidente de la Junta Islámica de España. González ha sido recientemente ponente en unas jornadas sobre derechos humanos que acogió la Fundación Tres Culturas en Sevilla y en la que, desde una perspectiva multidisciplinar, se abordaron los problemas que plantea el racismo, la intolerancia, la xenofobia, el antisemitismo, el antigitanismo o la islamofobia, y en general las dificultades y los retos que ofrece la multiculturalidad y la diversidad.
Durante las jornadas, organizadas por la Asociación Makom Sefarad, dirigida por Haim Casas, y por el despacho de abogados Veralex, cuyo abogado titular es Ricardo Vera, este doctor en Filosofía y escritor centró su intervención en el islam y los derechos humanos, que “parece como un tema antinómico” pero cuya “importancia” ha querido mostrar. “La tradición islámica había enfatizado mucho el tema de los derechos”, señala. De hecho, en su último libro, 'Populismo Islámico. Cómo se ha secuestrado la espiritualidad musulmana', explica que “hubo un momento entre el siglo XIX y el siglo XX en que el islam dejó de ser una religión para convertirse en una ideología, y cómo hoy parte de lo que llamamos fanatismo o fundamentalismo islámico puede ser lo mismo que Donald Trump, el Ku Klux Klan o Putin, cómo convergen como ideología política, con un secuestro de la espiritualidad y un impacto muy agresivo entre los musulmanes”.
El profesor, uno de los ponentes del encuentro virtual, también alude al término 'Musulmania' como “el lugar del que creemos que vienen todos los musulmanes, sin darnos cuenta de la diversidad que hay”. “Por ejemplo, el país más poblado del mundo islámico no es árabe (es Indonesia) ni el árabe es la lengua hablada por todos los musulmanes del planeta, pero curiosamente los fundamentalistas islámicos sí querían una homogeneización en torno a una lengua, una ideología, unas formas culturales, que en muchos casos contravenían las propias tradiciones culturales que había en esos países”.
“Es un fenómeno que aparece fundamentalmente cuando los occidentales llegan en la época de la colonización, con una especie de complejo de inferioridad por parte del mundo islámico para querer parecerse a Occidente cueste lo que cueste, cogiendo y apropiándose de todas sus malas prácticas. En la época contemporánea todo esto había pasado desapercibido para el mundo occidental hasta que empezaron las migraciones, que van generando ese populismo islámico en el cual personas sin una conciencia crítica muy construida son manipuladas a través de marcadores religiosos o culturales para provocar un discurso que dice 'te voy a salvar a toda costa a cambio de tu libertad'”, comenta De Diego.
La desideologización de la experiencia islámica
“Y nosotros lo hemos visto muy tarde, porque empieza a florecer, con la bendición de Occidente, en la Guerra Fría. Para que no se hagan del bloque soviético, muchos gobiernos occidentales pagan a estas ideologías más radicales. Con la caída del muro de Berlín, se rebelan de la gente que los ha alimentado y comienza a aparecer el fundamentalismo violento hasta llegar a decir que tienen que tomar la lucha. Es un proceso de desgaste de la praxis religiosa, bastante invisible para el gran público, que al final ve solo el atentado”, relata el profesor.
El futuro para la convivencia entre todas las personas sin importar quién es el otro pasa por retomar la espiritualidad y la ética, y por la asunción de la ciudadanía plena de las personas
Mirando en este caso hacia adelante, y con una islamofobia a la orden del día, De Diego indica que “el futuro para la convivencia entre todas las personas sin importar quién es el otro pasa por retomar la espiritualidad y la ética, y por la asunción de la ciudadanía plena de las personas”. “El mundo islámico tradicional, precolonial, hacía muchísimo hincapié en que había que acoger a la gente y respetar las diferencias. Eso se ha perdido desafortunadamente en muchos sitios. El futuro pasa también, a mi juicio, por una desideologización de la experiencia islámica. Es el caso del islam pero es extensible a otro tipo de populismos. Hay que comprender que el otro no es un extraño sino que forma parte de un mundo global” explica.
Según el vicepresidente de la Junta Islámica de España, “la islamofobia, el antisemitismo, la LGTBIfobia o el racismo son fenómenos globales, transversales. El problema de fondo es la intolerancia. El problema no es que haya mucha islamofobia simplemente, sino que hemos quitado peso al ser humano como ser humano, y nos fijamos en los detalles. Estamos en un momento muy crítico porque, aunque estamos muy globalizados, estamos volviendo a una dinámica muy peligrosa de exclusión. El trabajo ahora de la normalización y de la convivencia es más importante que nunca, sobre todo de las éticas particulares, y distinguir muy bien entre moral y ética: la moral como las costumbres privadas que yo tengo y la ética como poder compartir unos valores en un espacio público.
De Diego se hace eco de palabras de Isabel Romero, directora del Instituto Halal, cuando dice que “hay grandes cocinas del odio que producen propagandas islamófobas, antisemitas, homófobas. Todo eso está preparado. Esto no son unas personas que odian. Es una inducción al odio y ese es el problema. El riesgo es que cada vez estamos construyendo una sociedad mucho más dañada. Si el radicalismo se normaliza, si la radicalidad verbal se normaliza, si la crispación se normaliza, tenemos un riesgo muy grande de implosionar como sociedad, de no poder convivir”.
“Tenemos que conseguir una mayor inclusividad que no niegue al otro. No se trata de integrar sino de amalgamar, de construir algo que no me obligue a cambiar mi estructura siempre que no dañe al otro. Es una tema importante, porque todo el mundo es susceptible de este odio, todo el mundo puede tener una diferencia”, indica. De Diego alude también a la cuestión que Esteban Ibarra, presidente de Movimiento contra la Intolerancia, comentó durante su ponencia, la Ley de Igualdad de Trato, que el PSOE ha llevado al Congreso y que acaba de ser admitida a trámite con la abstención de Unidas Podemos. “La no discriminación y la igualdad de trato son conceptos muy importantes”, concluye Antonio de Diego.