Han estado ahí mientras el mundo agonizaba por culpa de la COVID-19. Miles de sanitarios que se dejaban la piel por los ciudadanos, poniendo en riesgo su salud física y mental para superar un trance sin precedentes en nuestro mundo. Algunos han trabajado desde el primer minuto hasta el último, encadenando contratos temporales que, en miles de casos, ya han acabado. Desde noviembre, la Junta de Andalucía deja en la calle a 8.000 de esos profesionales del Servicio Andaluz de Salud (SAS) que han sido refuerzos y que han permitido que la plantilla total recuperase niveles de ocupación previos a la crisis económica de 2008. En elDiario.es Andalucía conocemos a alguno de ellos.
Según los datos de la Consejería de Salud, de los 20.000 contratos que se han hecho como refuerzo, solo renuevan 12.000, especialmente de la Atención Primaria. Como la Junta dice estar recuperando las citas presenciales en los centros de salud, aunque sindicatos y ciudadanos no acaban de estar de acuerdo con esa afirmación, los contratos que se mantienen son sobre todo en este ámbito, llevando las plantillas a un 120% de ocupación según el SAS, aunque apenas para seis meses más. El grueso de los despidos se produce en los hospitales donde la presión asistencial no ha bajado por la demora acumulada antes y durante la crisis, pero el consejero de Salud, Jesús Aguirre, se defiende asegurando que todas las contrataciones que se van a hacer serán “a pulmón” porque no hay un presupuesto “ilimitado” ya que tampoco quedan fondos COVID-19.
Para revertir la situación, las organizaciones sindicales están concentrándose cada jueves para reclamar a la Junta de Andalucía que contrate al personal que ha estado de refuerzo y que es necesario, sobre todo ahora que llega la vacunación de la gripe o la tercera dosis de los sueros contra el coronavirus. CCOO, UGT y CSIF han cerrado filas para movilizarse de forma conjunta y SATSE y el Sindicato Médico lo hacen por su propia cuenta para alzar la voz con diferentes consignas. Al menos, coinciden en lo grave que resulta ver cómo el SAS pierde personal cuando ya sufre un déficit de plantilla. Paralelamente, el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, inaugura estatuas con aplausos y reconocimientos a los sanitarios, mientras 8.000 de ellos se queden sin empleo.
Sin puntos ni contrato
Este panorama ha puesto en la calle a personas como Lucía, nombre ficticio por temor a no conseguir un trabajo en el SAS. Esta joven enfermera de 29 años forma parte de esa generación de profesionales andaluces que emigraron durante algunos años para trabajar en el extranjero. Lucía se marchó en 2014 a Alemania y, ahora que ha vuelto, está teniendo muchas dificultades para que se le sumen los puntos en la bolsa del trabajo que realizó entonces. Como otros tantos, estuvo trabajando en la pandemia y ahora la incertidumbre llama a su puerta. “No tengo ni puntos, ni contrato”.
“Como muchos compañeros, estoy con el teléfono en la mano esperando a que me llamen o no, porque eso es muy relativo”. Su caso es aún más sangrante porque si le hubiesen contado los puntos por su trabajo en los últimos años, sería una de las personas que escaparía de la lista negra de 8.000 sanitarios que no renuevan en el SAS. “Estoy de juicios porque el sistema solo nos pone complicaciones. Estamos cabreados porque hemos estado al pie del cañón y ahora parece que no somos útiles”.
“Lo dejamos todo por ayudar en la pandemia”
Rocío Ariza, terapeuta ocupacional de Córdoba, también es otra de las personas que no saben qué será de su futuro a partir de ahora. “Vine a trabajar durante la pandemia con un primer contrato de un mes y diez días”. En su caso, además se ejercer su especialidad, fue una de las sanitarias encargadas del rastreo, por lo que tuvo una gran carga de trabajo. “Como no había plantilla suficiente, decidieron tirar de terapeutas ocupacionales para que hiciéramos ese trabajo porque es una de las bolsas que menos se mueve”. Aprendiendo a hacer su función sobre la marcha, Rocío recuerda que se vivieron situaciones “muy, muy estresantes”.
Sin embargo, su esfuerzo de los últimos meses parece no haber sido suficiente para poder continuar con un contrato en el SAS. “Lo dejamos todo por ayudar en la pandemia”, recuerda. “Hemos vivido con muchísima ansiedad porque había que rastrear a muchas personas en muy poco tiempo, porque había que parar el virus y la cadena de contagios”. Como nunca había realizado ese trabajo, el tiempo que le ha dedicado no ha sido fácil porque “cada día cambiaban los protocolos”. Pese a su capacidad de adaptación, Rocío lamenta que se hayan olvidado de ellos.
“Es cierto que los contratos han bajado, pero los terapeutas nos hemos ofrecido a ir a la Atención Primaria donde no hay cobertura nuestra a darle atención a los pacientes que lo necesitan”. Problemas como la COVID-19 persistente u otros asuntos derivados de la pandemia, han hecho que haya ciudadanos que estén pasando por un trance para el que el sistema no les está ofreciendo alternativas y ahí es donde se quieren situar los terapeutas ocupacionales. “Las personas que cogimos contratos COVID-19 dejamos a nuestra familia y nuestra casa por contratos de un mes y un día. Nadie te quiere alquilar un piso para ese tiempo. Hemos sacrificado muchas cosas para que ahora se olviden de nosotros”.
Un problema añadido
Además del personal que ha estado trabajando durante la pandemia con estos contratos de refuerzo, hay sanitarios que también se verán perjudicados por los puntos que tenían acumulados hasta este momento, aunque no hayan trabajado como refuerzos por la COVID-19. Miriam, enfermera de ginecología en Granada hasta hace tan solo un mes, está en esa tesitura. Ella estuvo todo el verano haciendo un contrato de sustitución por vacaciones y se ha quedado sin opciones para trabajar porque por su experiencia no tiene suficientes puntos para la bolsa de trabajo. “Como no van a renovar el total de contratos que había COVID-19, significa que habrá gente en la bolsa que si hay alguna sustitución normal a la que llamarán por tener más puntuación”.
Lo que es seguro es que Miriam está en el mismo punto que Rocío y Lucía: sin trabajo. Una situación muy difícil para poder llevar a cabo un proyecto vital normal. Algo tan simple como querer comprarse un coche es muy difícil “porque te ponen trabas para la financiación por el contrato de trabajo que puedes presentar”. Como salida, muchos profesionales intentan buscar un hueco en la sanidad privada, aunque esta no está mucho mejor. “Como faltan también profesionales en la privada, la carga de trabajo que tienes que soportar es brutal”, explica Miriam, que ha encontrado un hueco en este sector sanitario. A pesar de eso, como en otros casos, no descarta irse de Andalucía “porque fuera hay mejores condiciones laborales y contratos más estables”.