El peor año de atropellos echa el freno a la recuperación del lince
La pandemia del conejo y la veintena de atropellos lo hacían presagiar: 2014 no ha sido un buen año para el lince ibérico. El felino más amenazado del planeta cuenta a día de hoy con 327 ejemplares, cinco menos que en 2013. La consejera de Medio Ambiente en funciones, María José Serrano, así lo ha reconocido: 2014 “fue un año de dificultades debido a los atropellos y la falta de alimento”.
Se pone fin así al crecimiento experimentado en los últimos años, que ha visto como en apenas una década la especie triplicaba su población, gracias a los sucesivos programas europeos Life de conservación y reintroducción de Lynx Pardinus. “Hemos pasado a una fase de meseta”, explica Luis Suárez, responsable del programa Iberlince por parte de WWF, uno de los socios del proyecto.
La especie se distribuye en Andalucía entre dos grandes zonas: Sierra Morena y, en menor medida, Doñana. Sierra Morena ha incrementado su población casi un 50% respecto al año anterior, pasando de 169 a 247 individuos. La población ha crecido en general gracias a las zonas de reintroducción de Guarrizas y Guadalmellato que, según WWF, son hoy en día los motores de crecimiento de la especie.
Goteo de muertes
En el punto de mira de este estancamiento se encuentra el incesante goteo de muertes por atropello y la pandemia de su alimento principal, el conejo. Doñana ha recibido un importante revés al perder el 15% de su población en tan solo un año. “En Doñana, la mortalidad por atropello se ha incrementado mucho y, al ser una población más pequeña, la crisis del conejo ha sido mucho mayor”, explica Suárez. El zoólogo aclara también que Andújar, la otra población original, ha sufrido mucho la pandemia y “ha perdido su capacidad para generar cachorros”.
Desde 2012, año en el que se dispararon los atropellos, 46 linces se han dejado la vida en la carretera. 21 de ellos, cerca de la mitad, murieron en 2014. Los atropellos han crecido un 33% en relación al año anterior. Cuatro de cada diez linces muertos de manera violenta el año pasado lo hicieron en la carretera. En 2013 llegaron a ser seis de cada diez. “No es un tema que se solucione a corto plazo”, subraya Suárez, que enumera tres puntos negros en Doñana y otros tres en Sierra Morena. “Casi todos los atropellos son en zonas nuevas, ya que los linces están llegando a carreteras donde no se les había visto antes”, indica Ramón Pérez de Ayala, responsable de linces en WWF.
El incremento de la población, la escasez de alimento y la falta de protección en numerosos puntos negros de las carreteras andaluzas son las principales causas de incremento de muertes no naturales. Con el Ministerio de Fomento se trabaja en los puntos negros de la A-49, A-4 y la N-422, mientras que con la Consejería ya se ha firmado un convenio para hacerlo en la A-481, la A-483 y la A-421.
“La conservación es tarea de todos”
“La conservación es tarea de todos y no se puede esperar que el presupuesto del Life lo solucione todo. Ya hemos conseguido medidas de mínimos y se está trabajando en el desbrozamiento de los arcenes [donde se ocultan los conejos a los que acuden los linces] y el arreglo de las vallas. Sin embargo, tenemos claro que hay que hacer esfuerzos mayores en zonas como la A4 donde hay que crear nuevos pasos de fauna”, recalca Luis Suárez.
A pesar de todo, es la falta de alimento lo que más preocupa a largo plazo a los socios del programa Iberlince. “Nadie ha puesto medios para frenar esta crisis. Pedimos una estrategia nacional para el conejo, ya que no se está poniendo el dinero para repoblarlo”, se lamenta el responsable del programa desde WWF.
Ante la escasez de conejos, la conquista de nuevos territorios se alza como una de las soluciones más plausible. Para el biólogo , “la buena noticia es que la estrategia de reintroducir nuevas poblaciones en zonas de alta densidad es lógica y da buenos resultados”. Esa lógica es la que se ha seguido en Portugal, Extremadura y Castilla La-Mancha, donde se han soltado, a lo largo de 2014, 26 linces procedentes de los centros de cría en cautividad andaluces. En Andalucía se estudia ya la Sierra Norte de Sevilla como nueva zona de reintroducción.